Lorena, dueña de una cafetería en Viladecans (Cataluña)

Lorena, dueña de una cafetería en Viladecans (Cataluña) Eric Ponce Podcast

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Lorena, dueña de una cafetería en España: "En un año hemos hecho 138.000 € y me queda en el banco un 8-9 %"

Después de vivir en Bristol durante varios años, donde descubrió el mundo del café de especialidad, Lorena ha abierto una cafetería de especialidad en Viladecans (Cataluña).

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Desde que hace año y medio hizo realidad su sueño abriendo su propio local, Lorena llega cada mañana a las siete a Bristol Coffee, la primera cafetería de especialidad en el pueblo de Viladecans (Cataluña).

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Aprovecha la primera hora del día, antes de abrir al público, para pesar el café, hornear la bollería y preparar las galletas que prevé vender ese día. Aunque no suena demasiado romántico, es la realidad de montar un negocio desde cero.

Pero nadie ha dicho que cumplir sueños fuese fácil y Lorena llevaba casi una década soñando con este. Viviendo en Bristol, descubrió el café de especialidad. Se enamoró de aquellos locales encantadores, con ambiente acogedor y un café que no solo sabía amargo. Y se planteó tener el suyo propio.

Lorena, empresaria de hostelería

Al regresar a Barcelona, según cuenta en el pódcast de Eric Ponce, se formó como barista y trabajó en varias cafeterías hasta que decidió dar el salto. Viladecans, su pueblo, sería el escenario. Allí no existía nada parecido.

El coste de invertir

Cuenta Lorena que la inversión inicial rondó los 105.000 euros. Optó por un traspaso para ahorrarse el calvario que podría suponer tener que gestionar licencias y acometer una obra desde cero. Aun así, hubo sorpresas: la licencia de cafetería era, en realidad, de panadería, lo que limitaba el uso de mesas.

Tras gestiones y pagos adicionales, consiguió migrar la licencia. La maquinaria fue la partida más cara. Una cafetera de especialidad, molinillos de precisión, horno profesional y amasadoras que ha ido renovando conforme crecía la demanda.

No es fácil, pero no se queja. La facturación media mensual ronda los 11.500-12.000 euros. Los gastos fijos, como alquiler, sueldos y seguridad social, ascienden a unos 7.000-7.500 euros.

A eso se suman los variables: 1.500 euros solo en café, 300 en leche fresca de granja, refrescos, bubble tea, ingredientes para repostería. En total, los gastos mensuales pueden alcanzar los 9.000-10.000 euros. El punto de equilibrio diario está en 470 euros. Por debajo de esa cifra, no se cubren costes.

Aun así, en este año y medio desde que inauguró su negocio, Lorena ha conseguido devolver ya el préstamo bancario, pero aún no ha recuperado los ahorros propios invertidos. Calcula que en tres años, manteniendo el ritmo actual, habrá saldado toda la inversión.

Los beneficios de una cafetería

Cuando le preguntan por la rentabilidad, Lorena explica que, de momento, el margen neto que le queda tras pagar todo ronda el 8-9 % de la facturación anual, que ha sido de 138.000 euros. No es una cifra espectacular, pero el negocio se sostiene y crece.

El café, contrariamente a lo que muchos piensan, no es el producto más rentable. Cada carga de café cuesta unos 55 céntimos y se vende a 1,80 euros, un margen muy ajustado.

Las galletas caseras, en cambio, dejan un 40 % de beneficio, y los croissants comerciales un 55 %. Pero las galletas son más caras y se venden en mayor volumen, especialmente en invierno, cuando pueden salir hasta 70 unidades diarias. En verano, la demanda baja a 10-20.

La repostería casera fue una apuesta arriesgada. Su anterior jefe, propietario de un obrador, le advirtió con claridad: "si me lo compras a mí, no tienes margen, no vas a durar". Así que Lorena se compró una amasadora pequeña, luego una más potente, y ahora busca una cuatro veces más grande.

Cada mañana prepara masas, congela rellenos, hornea galletas rellenas de Nutella, Oreo, pistacho. También hace tartas de queso y cinnamon rolls los viernes y sábados, productos que se han convertido en reclamo.

Reconoce que las redes sociales han sido clave, aunque confiesa que no les dedica el tiempo que debería, pues "cada vez que publico algo, la gente viene a pedirlo".

El día de la inauguración, una exempleada subió un vídeo a TikTok que se viralizó. La cola llegó hasta la esquina. Desde entonces, cada publicación genera movimiento. Los cinnamon rolls, las galletas, el café especiado de calabaza. Todo lo que aparece en Instagram se agota.

Aun así, Lorena aún no puede permitirse delegar. Aunque cuenta con un par de empleados, ella debe estar al pie del cañón los seis días a la semana que abren desde primera hora de la mañana hasta el cierre a las ocho y media de la tarde.