Fierro, el increíble restaurante con una estrella Michelín y fusiones argentinas que sabe cómo sobrevivir 10 años
A la pareja detrás de uno de los proyectos más personales de Valencia no la define un formato, la define una idea: argentinidad mediterránea. Diez años después, lo celebran con dos menús de memoria y futuro.
Más información: El mejor restaurante de Valencia para comer "más verde": sirve un menú ejecutivo por 48€
Uno de los restaurantes más interesantes de Valencia cumple 10 años. Y eso no se consigue todos los días. Máxime cuando ha pasado una pandemia por el medio y todas las dificultades asociadas a un restaurante gastronómico hoy en día.
No hablamos de otro que de Fierro. El bastión de los argentinos Germán Carrizo y Carito Lourenço que llevan precisamente eso, una década alegrando los paladares de todos los que se sienta a su mesa.
Llegaron a Valencia con un propósito muy concreto: convertir su biografía en un lenguaje culinario propio. “Argentinidad mediterránea” es su mantra, es una manera de cocinar el territorio desde la memoria, aprovechando el lugar donde están y su extensa despensa. Este es el balance que hacen de todo este tiempo.
10 años, una gesta gastronómica en la ciudad de Valencia
El pasado 15 de septiembre, reunieron a un gran grupo de amigos. Amigos de la casa, personales, periodistas... Toda esa gente que ha ido hilando el relato del restaurante. Presentaron su nuevo menú conmemorativo en casa. Siguieron con un cóctel en un hotel de la ciudad y al día siguiente, culminaron en ese lugar que es magia, la Albufera.
Un paseo en barca, charla arrocera y paella de Vicente Rioja. Lo cuentan con una mezcla de pudor y emoción: “Fue mágico, el equipo nos permitió ser casi espectadores y disfrutarlo con la gente”.
Evolución. Si tuviéramos que condensar una década de Fierro en una palabra, sería esa. “De empezar dos personas a tener hoy un equipo súper formado y dinámico”, nos dicen. Diez años después -pandemia de por medio- siguen cocinando su definición más certera: argentinidad mediterránea.
“Es la suma natural de nuestras raíces y de nuestro viaje. Nacimos y aprendimos a comer en Argentina, y llevamos casi 19 años en Valencia. Juntar ambas cosas nos sale natural”, explican a Cocinillas.
Y a la pregunta de qué plato podría resumir a la perfección esta unión, responden, la gamba criolla. “Es algo tan nuestro, un asado en el Mediterráneo. La cabeza se cocina a la brasa con ese punto ahumado y se acompaña de ensalada criolla con tomate, pimiento, cebolla, orégano”. Cuando apareció en la mesa por primera vez dijeron: “esto es”. Desde entonces sirve de brújula.
El formato inicial fue casi una osadía. Una mesa única para 12 comensales en una ciudad que no estaba para rarezas. Y menos allá por 2015. La cosa es que funcionó porque había convicción y un hilo conductor. En pandemia tocó desmontarla por las restricciones. “Teníamos planes de la A a la Z; ajustamos el espacio, pero no la cercanía”, recuerdan.
Lo que son cabe en tres ideas. “Hospitalidad, cercanía y cocina abierta”. Carito lo concreta: “Estamos siempre, uno de los dos, en todos los servicios, salimos a sala, conversamos, miramos a los ojos”. Y mantienen una manía premeditada: “No cantamos los platos. Nos pareció natural desde el principio y sigue siendo diferente, preferimos que el comensal lo descubra por sí mismo”.