El chef Dabiz Muñoz

El chef Dabiz Muñoz

Reportajes gastronómicos

Dabiz Muñoz (45), no se corta al hablar de su pérdida de peso: "Pesaba 35 kg más. Todo lo que caía en mis manos me lo comía"

El chef de DiverXO, Dabiz Muñoz, se abrió en canal en una entrevista en la que reveló cómo un cambio de hábitos cambió radicalmente su vida.

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Dabiz Muñoz es uno de los chefs más reconocidos y revolucionarios del panorama gastronómico mundial. Esto es indiscutible. Su cocina vanguardista y disruptiva lo ha hecho merecedor de numerosos reconocimientos.

Tres estrellas Michelin en su restaurante DiverXO, una en RavioXO, número 4 en la lista de los mejores restaurantes del mundo y tres veces consecutivas siendo elegido Mejor Chef del Mundo son solo algunos de ellos.

Pero Dabiz no siempre ha sido noticia por lo que cocina. Hace cinco años, la revista Men’s Health publicó una entrevista en la que hablaba sin tapujos sobre un tema que trasciende los fogones: su relación con el deporte, la comida y, sobre todo, con su propio cuerpo.

En aquel momento, el cocinero madrileño acababa de cumplir 40 años y ya había adoptado un estilo de vida muy diferente al que había mantenido en sus inicios.

El fundador de DiverXO reconocía abiertamente que no siempre se cuidó como hoy. “Hubo una época en la que pesé 35 kilos más que ahora. Todo lo que caía en mis manos me lo comía”, admitía.

Una confesión que pone sobre la mesa la dureza de una profesión que exige largas jornadas, sacrificios constantes y, reconozcámoslo, una convivencia diaria con tentaciones gastronómicas que, en un momento dado, pueden ser muy difíciles de evitar.

El origen del cambio

Según explica el chef, el cambio llegó cuando decidió incorporar el deporte a su rutina.

Lejos de verlo como una obligación, el chef lo definía en la entrevista como un punto de inflexión vital: “Hacer deporte me ha cambiado la vida y me hace mejor persona. Correr me da la vida, el deporte me da la vida”.

A juzgar por sus palabras, el deporte no solo supuso para Dabiz una transformación física, sino también un cambio de mentalidad, una nueva manera de entender su profesión y su día a día.

Para el chef, correr se convirtió en el motor que impulsa su creatividad. Explicaba que, tras una sesión de carrera, las ideas llegaban a su cabeza con mucha más fluidez: “Mis mejores ideas surgen inmediatamente después de haber corrido, no antes. Siempre que salgo, jamás me arrepiento”.

Esa descarga de energía y claridad mental se traduce en proyectos, platos y conceptos que alimentan la evolución constante de su cocina. Pero más allá de la creatividad, el chef ponía en valor el equilibrio personal que le aporta el deporte.

En sus propias palabras: “Correr ha cambiado mis planteamientos exagerados, me ayuda a equilibrar las cosas, a ser un poco más empático con la gente que me rodea”.

Un mensaje con el que se vislumbra el lado humano de un cocinero que se ha definido siempre por su ambición y por la búsqueda incesante de la excelencia en su trabajo.

Disciplina imprescindible

Muñoz dejaba muy claro a lo largo de la entrevista que nunca se ha llevado bien con las dietas estrictas, pero había aprendido a controlar los excesos: “Estoy reñido con la dieta y me cuido 5 o 6 días a la semana. El autocontrol hace que no me ponga todos los días como un gocho”.

Al final, consiguió encontrar un equilibrio entre la pasión por probar cada propuesta que sale de su cocina y la necesidad de mantenerse en forma y la clave estuvo en su fuerza de voluntad.

El aspecto emocional fue otro de los pilares de aquella conversación. El chef no dudó en atribuir parte de su bienestar a la influencia de Cristina Pedroche, su pareja, a quien define como su vía de escape.

Dabiz no duda en reconocer que el apoyo personal ha sido tan determinante como el esfuerzo físico a la hora de mantener una vida más saludable y equilibrada.

La combinación de deporte, autocontrol y estabilidad emocional le permitió redefinir su concepto de felicidad. “La receta de la felicidad es hacer lo que uno quiere sin que te importe lo que digan los demás”, afirmaba.

Una receta sencilla en apariencia, pero compleja en su aplicación diaria para alguien sometido a la presión de estar constantemente en el punto de mira, pero que, aun así, ha conseguido mantener con el paso del tiempo.