Una mujer en kimono por las calles de Kioto.

Una mujer en kimono por las calles de Kioto.

Reportajes gastronómicos

Más allá de templos y kimonos. Estas experiencias distintas te harán enamorarte (aún más) de Kioto

Cinco planes distintos para descubrir el Kioto más auténtico: entre tés, fideos centenarios, bares secretos y especias milenarias.

Más información: Así es la bodega más antigua de Japón donde elaboran uno de los mejores sakes del país

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En 2024, más de 182.000 españoles visitaron Japón, marcando un récord histórico y dejando claro que la fascinación por el país del Sol Naciente va en aumento.

Lo que supuso un aumento de casi el 60 % respecto al año anterior y un 40 % más que en 2019, antes de la pandemia, según la Oficina Nacional de Turismo de Japón. ¿La conclusión? Que Japón está de moda.

Los motivos fueron muchos: la bajada del yen, la recuperación del vuelo directo entre Madrid y Tokio... Pero, sobre todo, la fascinación que nos produce un país con una cultura diferente, unas costumbres que nada tienen que ver con las nuestras y, sobre todo, una gastronomía que nos apasiona descubrir en su lugar de origen.

La ruta Tokio-Kioto es una de las más demandadas para quien visita el país por primera vez. Una es la súper ciudad, la otra, todo lo que uno espera del Japón de antaño.

¿Lo común? Perderse por el barrio de Gion en busca de geishas -recuerda que fotografiarlas no está bien visto-, subir hasta el impresionante templo de Kiyomizu-dera, recorrer el mercado de Nishiki y, por supuesto, hacer una excursión al templo Fushimi Inari-taisha, con más de mil torii, o a Arashiyama, el espectacular bosque de bambú.

Ahora bien, si ya lo has visitado, ¿ahora qué? ¿Y si esta vez le das la vuelta a tu viaje? Porque más allá de los templos, los torii rojos y los cerezos en flor, hay experiencias que te conectan con otro Japón, igualmente auténtico, pero diferente.

Fushimi, una gran productora de sake más allá de los torii

Empezamos precisamente por una de las principales atracciones de Kioto. Fushimi Inari es uno de los lugares más fotografiados de Japón. Su túnel infinito de torii rojos es icónico.

Pero lo que no todo el mundo sabe es que, a pocos pasos de allí, comienza otra historia: la del sake. Y es que Fushimi es uno de los grandes núcleos productores de nihonshu -sake- del país, junto con Nada (Kobe) y Saijō (Hiroshima).

¿Su secreto? El agua de esta zona, suave, pura y mineral, perfecta para obtener un sake elegante y equilibrado.

Y lo mejor es descubrirlo a través de los locales. Kyoto Insider Sake Experience, una experiencia que arranca en un museo dedicado, cómo no, al sake. El Gekkeikan Okura Sake Museum es para no perdérselo.

Además de contar la historia de una de las marcas más longevas del país -es la que se sirve, por ejemplo, cuando nombran a un nuevo emperador-, descubre todo el proceso.

Lo siguiente es una cata guiada que va mucho más allá del "me gusta" o "no me gusta". Aquí se aprende sobre los distintos tipos de arroz -desde el Yamadanishiki, considerado el rey, hasta el Iwai, originario de Kioto-, el grado de pulido, los aromas, las temperaturas de fermentación, las categorías y estilos.

Se prueban al menos siete sakes diferentes, con perfiles que van desde lo floral y afrutado hasta lo umami y añejo. ¿Un favorito? El Namagenshu, sin pasteurizar ni diluir, algo complejo y difícil de encontrar en otros lugares.

Un paraíso del vino natural escondido en el barrio de las geishas

Gion, con sus callejuelas de piedra y faroles encendidos al anochecer, es uno de los barrios más bellos de Kioto.

Pero entre sus casas de té, restaurantes tradicionales y tiendas de kimonos se esconde un bar que nada tiene que ver con todo eso. Komorebino es minimalismo, vino natural y mucha sensibilidad.

El local es pequeño e íntimo -solo 15 asientos entre barra y mesas- y la carta está cuidadosamente elegida: vinos naturales japoneses, franceses, italianos y hasta españoles, muchos de ellos con producción mínima, difíciles de encontrar fuera del país. Aquí no hay etiquetas conocidas ni grandes marcas, sino botellas de autor, elegidas con mucho mimo.

¿La idea? Llegar y dejarse guiar por su sumiller (que habla inglés y tiene una mano infalible para recomendar), y acabar probando un tinto sin filtrar o un blanco macerado en pieles que parece sake.

El ambiente es silencioso, casi ceremonial, con música suave y una estética que recuerda a un kissaten de los años 60. Una joyita perfecta para terminar el día.

Comprar en una tienda de especias con más de 350 años

Si en Madrid vas a Sally Pepper o Black Pepper y te pasas horas eligiendo qué llevarte, esto te encantará. Porque a veces, los mejores recuerdos de un viaje caben en un tarro.

Eso pasa con el shichimi togarashi de Shichimiya Honpo, una tienda diminuta ubicada junto al templo Kiyomizu-dera que lleva desde 1655 elaborando su propia mezcla de las clásicas siete especias japonesas.

El shichimi es un condimento picante que los japoneses añaden al ramen, al arroz o a las sopas. La versión original combina chile, sésamo tostado, piel de mandarina, alga nori, sansho (una pimienta japonesa), shiso y jengibre.

Pero aquí también tienen variantes con yuzu, ajo o wasabi, todas molidas al momento y envasadas en frascos preciosos, ideales para regalar o regalarse y llevarse un pedacito del Japón más genuino.

Probar unos fideos soba con historia

Nuestra siguiente parada comenzó como una confitería llegada desde la provincia de Owari (la actual Nagoya) en 1465.

Durante más de cinco siglos y dieciséis generaciones familiares, han perfeccionado el arte de trabajar el trigo sarraceno hasta convertirlo en algo cercano a lo espiritual. Ya sabemos que cuando un nipón coge algo, lo perfecciona hasta niveles insospechados.

Este local centenario es una institución en Kioto, especializado en soba, los fideos finos de trigo sarraceno. Los preparan con agua de pozo, lo que -según dicen- es clave para su sabor limpio y textura perfecta.

Recordad lo que se dice del agua en esta zona: limpia, pura... Nada que ver con lo que pensamos al hablar aquí de un pozo. Desde la era Edo, Owariya ha servido soba a los templos zen de Kioto y a la mismísima familia imperial.

Aquí comían los monjes del templo Kenninji hace siglos -los monjes lo consideraban alimento del cuerpo y del alma-, y hoy, sigue siendo uno de los mejores lugares para entender lo que significa comer soba en Kioto.

El trigo sarraceno procede de Hokkaido, el alga kombu para el dashi viene de la remota isla de Rishiri… Son espectaculares.

Puedes pedirlos fríos, calientes, con tempura o en un setto con diferentes versiones. Todo servido en un local de antaño, con su tatami tradicional y con esa calma zen que nos hace centrarnos en lo que de verdad importa, el plato.

Un desayuno memorable y una tea party nipona

A solo dos minutos a pie de la estación central de Kioto, lo lógico sería pensar que The Thousand Kyoto es un hotel práctico sin más.

Pero no. Este cinco estrellas es otra cosa. Desde que entras, lo notas. Es como si hubiesen creado algo totalmente diferente, tomando como base el diseño minimalista que tantas veces caracteriza a los japoneses.

La arquitectura juega con los materiales naturales y la vegetación como si fuera un templo contemporáneo.

En el vestíbulo, por ejemplo, hay un jardín interior, un túnel de madera y, al entrar, del techo cuelga una instalación de arte cinético inspirada en el viento (wind_form, del estudio WOW). En las habitaciones reina la calma. Son serenas y funcionales. Japonesas, pero con diseño actual.

Pero si algo conquista a todos aquí, es el desayuno. También tienen el típico buffet internacional, pero lo que debes hacer es elegir un menú japonés tradicional ichiju-sansai.

Se compone de arroz o congee y acompañamientos como sopa miso, pescado a la brasa, tsukemono, tofu y tamagoyaki. Empezar el día así no deja indiferente...

A la hora de cenar, el hotel cuenta con dos opciones interesantes. Kizahashi es su restaurante de cocina kaiseki, refinada y estacional. Scalae, en cambio, es su apuesta italiana, con platos de autor que mezclan ingredientes locales con técnica europea.

Y luego está su bar, uno de los rincones más especiales del hotel. Bajo el concepto de modern tea party, el Tea & Bar propone una reinterpretación contemporánea de la cultura del té en Kioto.

Aquí no solo se sirven tés japoneses de temporada seleccionados por un senchashi -un especialista certificado en té-, también puedes probar Japanese black tea de Wazuka, cócteles infusionados o una copa de sake servida con la misma delicadeza que si fuera matcha recién preparado en una ceremonia del té.