
El restaurante de street food de Oriente Medio que prepara las mejores pitas de París
El restaurante de street food de Oriente Medio que prepara las mejores pitas de París
Ubicado en Le Marais, el barrio judío de París, se ha convertido en un imprescindible para tomar pitas con sabor israelí, pero que también versionan clásicos franceses como el boeuf bourguignon.
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París es cuna de grandes mesas, de aquella revolución que iniciaron unos cuantos y que sigue viva en manos de otros. Dicen de la cocina francesa que es 'la madre de todas las cocinas' y no andan desencaminados.
Pero más allá de esta sucesión de grandes casas, la capital también es un crisol de culturas, de todos aquellos que han llegado de otras latitudes para aportar su granito de arena. La ciudad tiene una parte más sencilla, viajera e incluso de street food de todas partes del mundo. Y un buen ejemplo de ello es el que se encuentra en Le Marais.

Conocido por ser uno de los barrios más cool de la ciudad del amor, atesora entre sus calles concept stores, floristerías, boutiques de diseñadores de tendencia y, sobre todo, muchos restaurantes. Pero ¿sabías que este barrio histórico ha sido desde hace siglos el epicentro de la comunidad judía de París? Quizás no lo notes a primera vista, pero si te adentras un poco más, verás cómo sus calles están repletas de panaderías kósher, pastelerías que venden rugelach y babkas, y restaurantes donde la pita y el falafel son los protagonistas absolutos.
Pues bien, a apenas un paso de lugares como L'As du Fallafel, en la Rue des Rosiers, que siempre acumula colas eternas para hacerse con sus famosos falafel, hay otro lugar que destaca por hacer las cosas a su manera: Miznon, un espacio que prepara las que posiblemente sean las mejores pitas de todo París.
Más de 10 años de street food israelí en Le Marais
Abierto en 2013, este pequeño local trajo a la capital francesa el concepto con el que su fundador, el chef israelí Eyal Shani, revolucionó la comida callejera en Tel Aviv. Miznon significa quiosco en hebreo, y la idea es exactamente esa: una barra donde pedir, cero florituras en el concepto, pero con un producto y una filosofía que hablan por sí solos. Aquí las verduras son tan importantes como la carne y, aunque ambas son de primera calidad, tienen el mismo protagonismo. ¿Lo más interesante? Es una mezcla de la cocina de allá con la francesa.

El éxito de este primer local les llevó a replicar la idea en otras zonas de París. Ahora ya cuentan con otros tres locales en la ciudad: uno junto al canal Saint-Martin, otro en el 9º distrito y un cuarto en Grands Boulevards. La versión del 10º distrito tiene un poco más de espacio y hasta una barra, lo que la hace una opción interesante si se busca un ambiente más relajado. Pero el de Le Marais sigue siendo el más especial.

Porque en Miznon se vive un caos controlado. El espacio está decorado con cajas de madera llenas de verduras frescas, las mismas que acabarán en tu plato. La atmósfera es desenfadada y ruidosa, y el local es pequeño y bullicioso, con una cocina a la vista donde los cocineros trabajan sin parar preparando cada orden. Y no son pocas, porque en hora punta puede llegar a acumular colas en la calle. Pero lo bueno es que tienen cocina ininterrumpida.
No hay servicio de mesa: se pide en el mostrador y tu nombre se grita cuando el pedido está listo. No es el típico restaurante de mantel y serenidad, sino un sitio donde comer algo rápido, de calidad y disfrutón. La carta está escrita en una gran pizarra con tizas de colores y en menús plastificados que te entregan al entrar. Y si hay dudas, el equipo, aunque apresurado, siempre está dispuesto a ayudar.
Pitas con sabores intensos y clásicos franceses
Y, ¿qué se come en Miznon? Muchas cosas y muy buenas. Como entrantes, se pueden pedir varias opciones en las que la verdura es la estrella, con la famosa coliflor asada a la cabeza. Se cocina entera, hasta que está tierna y con los bordes crujientes, y se sirve envuelta en papel, con un toque de sal y aceite de oliva. Siempre puedes añadirle un poco de tahini casero. Quema al cogerla, pero es parte del ritual. Otros imperdibles son las patatas dulces horneadas con sal marina gris, alcachofas al vapor con salsa alioli o brócoli quemado con vinagreta de eneldo.

Las pitas son el otro pilar de la carta, con un pan casero suave y esponjoso, siempre rellenas de combinaciones originales que mezclan sabores de Oriente Medio con un guiño a la cocina francesa. ¿Las opciones? Para todos los gustos. Empezando por las pitas del reino vegetal, se pueden pedir desde una pita con una hamburguesa de falafel en su interior, hasta una de ratatouille con berenjenas asadas, tomate, tahini, salsa picante y huevo duro.
En cuanto a las propuestas carnívoras, además de la pita rellena de boeuf bourguignon y el kebab de cordero con cebolla morada, chile verde y salsa de tomate, hay opciones que son toda una sorpresa, como la erotisserie, una pita de pollo asado con alioli de berenjena, za'atar, cebolletas y un toque picante, o la de chou farci, con col y cordero. También disponen de opciones menos contundentes como la pita de ensalada de pollo asado con hierbas o la de merluza en salsa de tomate con tahini y pimientos picantes.

Aunque son la estrella de la propuesta, también se puede comer 'fuera de la pita'. En este apartado destacan opciones que rinden homenaje a Francia, como el pollo rôti con ensalada, el boeuf bourguignon cocinado a fuego lento con vino de Borgoña o su ratatouille.
En el centro de la sala hay una mesa con más pan y salsas para que los clientes puedan servirse a voluntad. Completan la oferta con cervezas israelíes como la Goldstar y refrescos, además de tres postres, como una pita tatin rellena de manzana o la que se termina con chocolate y banana flambée.