Estoy harta de la comida vegetariana que intenta imitar comida carnívora. En serio, el otro día estaba comiendo en un buffet y tenían una lasaña boloñesa, con muy buena pinta, y luego al lado tenían una lasaña vegetariana que parecía básicamente la misma receta pero hecha con berenjenas y tofu en vez de carne. El caso es que me puse a pensar y creo que el 90% de lasañas vegetarianas que he visto en restaurantes son así (y el otro 10% son lasaña verde). ¿De verdad somos tan poco creativos? Vamos, y eso que yo no soy vegetariana, así que me puedo imaginar como se sentirán muchos vegetarianos con “tanta inspiración”.

Pues esta mañana me he levantado en plan revolucionario y como tenía en el congelador unas placas de pasta roja que hice en casa, pues he decidido hacer esta lasaña antisistema para gusto de todos ustedes. Ah, y si sois carnívoros podéis añadirle unos taquitos pequeños de bacon o panceta ahumados y os quedará también buenísima (aunque yo he hecho las dos modalidades y reconozco que me gusta más la vegetariana).

Yo he usado productos lácteos para la bechamel, pero se puede hacer perfectamente con leche de soja y aceite en vez de mantequilla, eliminando el queso.

Preparación

Comenzamos cortando la cebolla en cuadraditos. La echamos en una sartén grande con un chorro de aceite y vamos cocinando hasta que quede más blandita. Mientras tanto cortamos los champiñones también en cuadrados y añadimos cuando la cebolla esté casi hecha. Que tampoco se hagan del todo porque luego lo vamos a meter todo en el horno.

Quitamos la parte de abajo de los espárragos, que es más dura, y los cortamos en trozos (ver fotos). Los hacemos en una sartén aparte a la plancha.

Quitamos el agua que los champiñones suelten y la tiramos. Una vez hechos los champiñones añadimos los espárragos, apagamos el fuego y mezclamos todo y añadimos un poco de sal.

Ahora vamos con la bechamel. Como siempre, echamos la mantequilla en una sartén grande y cuando se deshaga añadimos el harina. Damos unas vueltas durante un par de minutos hasta que tenga la consistencia de arena mojada. Ahora vamos añadiendo chorritos de leche poco a poco y sin parar de remover (os aconsejo usar unas varillas) hasta que tengamos la cantidad y consistencia deseadas. Una vez lista añadimos sal y un buen puñado de tomates secos en aceite partidos en trocitos muy pequeñitos. Removemos bien y lista nuestra bechamel con trocitos de tomates secos.

Ahora a montar la lasaña. Como mis placas son de pasta fresca las he usado diréctamente del congelador y se harán en el horno con los jugos de la lasaña. Pero si usáis otro tipo de pasta, pues seguid las instrucciones del envase.

Siempre empiezo con una capa muy fina de bechamel para poner sobre ella directamente la primera capa de pasta. Luego relleno, un chorrito de bechamel por encima, pasta, relleno, bechamel, y así todos los pisos que queráis hasta el último que es pasta y luego muuucha bechamel. Cubrimos con queso rallado por encima y horneamos a 175º durante 20 minutos gratinando al final con el grill para que el queso quede crujiente.

Resultado

Buenísima. Las placas de pasta de remolacha le dan un toque extra de sabor y el color rojo que le falta ya que no le he echado salsa de tomate. Los espárragos van genial con todo el conjunto y los tomates secos le dan ese puntito de textura y acidez del tomate. Vamos, ¡que tenéis que probarla!

Además, como siempre que hago lasaña, ahora puedo congelar lo que ha sobrado (después de cocinado) y ya tengo comida para el trabajo para unos cuantos días. Simplemente saco el tupper del congelador la noche anterior y luego caliento en el microondas.

Espero que os haya gustado.