Estas croquetas de pollo asado sin leche son las croquetas perfectas para fin de mes, receta cocinillas de aprovechamiento en estado puro, uno de esos trucos de abuela apañada, que con unas sobras que muchos tirarían a la basura sacan comida para cuatro y se quedan tan anchas.

Ingredientes

  • Restos de un pollo asado
  • Agua, 1 litro
  • Mantequilla o aceite de oliva, 75 g
  • Harina de trigo, 120 g
  • Sal
  • Nuez moscada
  • Huevo batido para rebozar
  • Pan rallado para rebozar
  • Aceite para freír

Y es que hoy nos hemos marcado estas pedazo de croquetas aprovechando los huesos de un pollo asado como este o del que hayas hecho con tu receta favorita, además, en vez de leche, para hacer la masa de las croquetas hemos usado un caldo hecho con los jugos que suelta el pollo durante el asado y los huesos, por lo que saben mucho más a pollo que si se hacen con leche. Eso sí, hay que ser un poco previsores y no vale rechupetear los huesos.

Preparación de las Croquetas de pollo asado sin leche

Empezamos preparando el caldo, para eso ponemos en una cacerola los jugos del asado que hayan quedado en la bandeja del horno, los huesos del pollo y cubrimos con el agua. Llevamos a ebullición, tapamos la olla, bajamos el fuego y lo dejamos cocer durante 30 minutos con la olla tapada. Yo no le pongo sal, para luego poder ajustar después.

Una vez tengamos listo nuestro caldo, lo colamos para que no se escape ningún huesecillo y aprovechamos para rescatar los restos de pollo que aún quedan en la carcasa, en esta ocasión, así como quien no quiere la cosa salieron más de 100 g de chicha.

Y ahora lo que vamos a hacer es una bechamel, que en realidad sería velouté, porque la vamos a hacer con el caldo en vez de con leche. Para ello ponemos a calentar el aceite o la mantequilla en una sartén a fuego medio y cuando se empiece a calentar añadimos la harina. Mezclamos bien y cocinamos la mezcla durante un par de minutos removiendo sin parar para que la harina se tueste ligeramente y pierda el sabor a crudo.

Vamos añadiendo el caldo poco a poco e integrándolo, de esta manera será más fácil conseguir que no queden grumos, aunque si después de haberlo añadido todo aún se resisten algunos, no hay ningún problema en usar una batidora de brazo con la que conseguiremos una crema totalmente homogénea.

Una vez añadido todo el caldo y cuando ya tengamos una crema sin grumos -con o sin batidora-, seguimos removiendo unos minutos más para que espese, añadimos sal al gusto -recordad que al caldo no le pusimos sal-, un poco de nuez moscada y la carne de pollo que teníamos reservada. Mezclamos bien, pasamos la masa a una fuente y la dejamos enfriar, yo la dejo en la nevera de un día para otro.

Al día siguiente ya solo falta darle forma a las croquetas, pasarlas por pan rallado, huevo batido y otra vez por pan rallado y freírlas siguiendo todos los consejos que os dimos en el post de cómo conseguir las croquetas perfectas.

Importante para que no queden aceitosas que, una vez las saquemos del aceite, las dejemos escurrir en un colador en vez de sobre papel -sobre el papel las podemos poner después para servir, que siempre queda vistoso-. Os insisto siempre en esto, porque si nada más sacarlas del aceite las ponemos sobre papel, primero se engrasa el papel y luego las croquetas reabsorben la grasa del papel quedando más grasientas y con el rebozado blandurrio.

Resultado

Y así, con algo que siempre suele acabar en la basura y unos cuantos ingredientes que apenas cuestan un euro, nos han salido 24 croquetas de pollo asado sin leche que si no nos interesa consumir en ese momento se pueden congelar para tenerlas de fondo de congelador.

Por supuesto, se le puede echar imaginación y, si no se rescata carne de los huesos, se puede echar mano de algún otro restillo que haya por la nevera, como un poco de embutido, alguna cucharada de cebolla caramelizada, un poco de queso rallado…