A veces la cocina es más sencilla de lo que nos imaginamos, y de eso se da cuenta uno cuando por azar mezcla dos sabores no muy típicos y descubre un sabor nuevo, descubre que sólo necesitaba unirlo en proporción, temperatura y estado ideales para haber creado una receta nueva. Así es la cocina, y esa su parte de ingenio y de arte.

No me considero un cocinero. Esta vez sólo he tenido suerte y he dado con dos sabores que casan a la perfección, eso sí, es posible que no lo sea para ti, pero te animo a que lo pruebes. Lo mismo, como yo hice, te sorprendes 😉

Preparación

Coges una buena rebanada del pan cortado y lo metes en la tostadora o en el horno (si tienes uno pequeño como yo) y lo tuestas a tu gusto y punto, que se dore. Previamente habrás sacado el queso para que esté a temperatura ambiente. Cuando tengas lista y tostada la rebanada de pan, viertes un chorrito de aceite de oliva, el auténtico oro líquido.

Cortas el queso en trocitos y los colocas sobre la tostada, dejándolos un ratín para que se ablanden con el calor y que luego puedas extender el queso fácilmente.  Lo untas y lo extiendes bien. Luego coges una cucharadita de huevas de lumpo de ese negro (aunque el rojo también vale) y las extiendes por la tosta a tu gusto. Y ya lo tienes listo para llevártelo a la boca, pero antes…..

Resultado

Pero antes… sírvete una copita de vino y degusta la tosta en una terraza, o asomado a una ventana, disfrutando del aire, o sentado con una ventana abierta. No es que esté bucólico, es que los alimentos se saborean mejor si entra aire en nuestros conductos mientras saboreamos y paladeamos la comida. Ya sabes, al aire libre, todo sabe mejor. ¿Me cuentas que tal?

 

Tiempo: 8 min

Dificultad: 1/5

Digestión: 2/5

Precio: 2,5€

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