Acaba agosto y volvemos a la rutina y el análisis de cómo ha ido el mes más cálido del año y su impacto en la hostelería.

Los datos turísticos pintan que van a ser abrumadores en cuanto a número de visitantes, y de pernoctaciones, sin embargo crece una tendencia con respecto a los restaurantes y bares. Según el INE hasta junio tenemos una subida del 7,5 % de turistas en España.

En contraste con ese panorama, comentarios como “nunca había sido tan fácil conseguir mesa en tal sitio o en tal zona” por parte de algunos clientes, me hicieron reflexionar y parece que tiene cierto origen.

La hotelería ha salido reforzada desde la pandemia de 2020, los precios casi se han duplicado y las estructuras internas son un 80% más efectivas. Sin embargo, en la restauración no sucede así. Los costes han subido para todos, pese a ello, la subida de precios en restauración no supera el 17%. 

Escucho que en Francia la tendencia de consumo en restaurantes y bares decae por el alto coste de los alojamientos, y pisos turísticos, lo cual hace que el consumidor que nos visita consuma en la casa que tanto le ha costado conseguir.

Hay restaurantes que declaran una bajada de ventas del 30% en las mismas fechas que años anteriores. Y si esto pasa en nuestra vecina Francia, en nuestro país no nos vamos a escapar.

Pero aquí mi reflexión: ¿Es un problema del cliente? ¿Vamos a criticar el mercado? Pues no. Una vez más, es una oportunidad y una llamada de atención y foco a que la oferta no es lo suficientemente atractiva para los que declinan salir de su airbnb para almorzar o cenar.

Es indiscutible que el cliente de hoy no tiene nada que ver del que estaba antes de la pandemia. Los programas de tv, y las tendencias de nutrición que hoy vemos en las RRSS nos dan una pista de la cantidad de cambios que ha sufrido el consumidor y la oferta que existe está tardando en coger el ritmo necesario.

Aumentan cada vez más las franquicias basadas en productos hiperrentables y de elaboración sencilla y rápida, tremendamente vistosa y a precios difícilmente alcanzables con productos de primera calidad.

Y es una realidad que la falta de cultura gastronómica en las grandes masas empieza a pasar factura, y esta es sólo la punta del iceberg. Se trata de algo llamado food-to-go, que nos hace ver que lo que busca el cliente es algo totalmente diferente que hace 4 años atrás.

Claramente, es una oportunidad para reflexionar sobre qué aportamos, y qué tipo de productos, elaboraciones y atenciones tenemos hacia ellos, qué valor aportamos en definitiva. Si no nos eligen no es problema del mercado, sino de la oferta y el trato.

¿Y tú? ¿Qué te diferencia de verdad que haga único visitar tu casa?