Una mano coge un trozo de lasaña del plato de otra persona.

Una mano coge un trozo de lasaña del plato de otra persona. iStock

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Qué significa que las personas 'roben' comida del plato de sus parejas, según la psicología

La revista Proceedings de la Royal Society ha publicado un estudio que analiza las implicaciones de este gesto tan común.

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Pides una ensalada en un restaurante porque quieres cuidarte y tu pareja pide una smash burger tan deliciosa como las de Hype en Madrid.

A mitad de plato, los canónigos dejan de seducirte, pero la carne de vaca rubia gallega no para de ponerte ojitos. ¿Y quién eres tú para negarte a las bondades del pan brioche?

Haces pucheros a tu enamorado o enamorada para que te dé un mordisco de su plato, o directamente le robas un pedazo sin que se entere, o enterándose, la confianza es lo que tiene.

Este hurto gastronómico es un gesto muy habitual en bares, restaurantes y hogares, aunque no todo el mundo lo hace con la misma asiduidad y descaro. ¿Qué puede decirnos este ademán de la personalidad de cada individuo o de la pareja que lo ejecuta?

Tus actos en la mesa te delatan

Según un estudio publicado en la revista Proceedings de la Royal Society, robar comida del plato a alguien es una señal de afecto y puede significar que tienes una buena relación con tu pareja.

Los investigadores llegaron a esta conclusión porque se registraron niveles más altos de oxitocina (la llamada 'hormona del amor') en chimpancés salvajes después de compartir comida.

Esto, a su vez, fomentó la cooperación y la creación de vínculos entre quienes no estaban emparentados.

Un hombre da de comer a su pareja.

Un hombre da de comer a su pareja. iStock

Además, las relaciones de cooperación generan nuevos comportamientos cooperativos, como el acicalamiento en el caso de los chimpancés.

Estos resultados pueden aplicarse perfectamente sobre nuestra especie, tal y como afirman los expertos, ya que el vínculo que encontraron entre compartir comida y generar oxitocina en los chimpancés también es relevante para los humanos, "donde el comportamiento prosocial a menudo se ha relacionado con compartir y proporcionar comida".

Una cuestión de intimidad

Otro estudio liderado por los psicólogos Lisa Miller (profesora de la Universidad de Columbia) y Paul Rozin (de la Universidad de Pensilvania) identificó distintos niveles de intimidad en función de cómo se comparte la comida.

Por ejemplo, no compartir nada puede reflejar cierta distancia emocional o escasa intimidad entre las personas involucradas.

Por el contrario, compartir voluntariamente, es decir, sin que nadie lo pida ni por obligación, sugiere apertura emocional, confianza y complicidad.

Esto último no necesariamente implica la existencia de una relación romántica, pero sí evidencia un vínculo afectivo que supera lo formal.

Por último, permitir que el otro coma algo que ya tocamos o comer algo que el otro ya probó describe sin duda un grado elevado de familiaridad y cercanía; sólo superado por el hecho de dar de comer a tu pareja, un gesto comparable al vínculo maternal.