
Una tortilla de patata iStock
Ni echar salsa ni rellenarla: el truco para "salvar" una tortilla de patata seca que, además, le añade proteínas
El truco perfecto para no tener que comer tortilla recalentada nunca más.
Más información: Esta es la mejor receta para aprovechar la tortilla de patatas que sobra
La tortilla de patata es un tesoro nacional, el tapeo en España se quedaría huérfano si esta tapa desapareciese de bares y tabernas. En casa es siempre un plato socorrido, pero ¿qué pasa con la tortilla que sobra? La tortilla del día anterior suele ser solo una sombra de lo que fue, fría, seca, dura y sin gracia...
Recalentarla, la mayoría de las veces solo agrava la situación, pero hoy os vamos a contar un truco para sacar lo mejor de una tortilla de patata venida a menos con el paso de las horas y que siga siendo una tortilla, sin salsas ni rellenos. Solo es cuestión de añadir un poco más de huevo.
Los trucos de la abuela para resucitar una tortilla seca
Una de las formas más tradicionales para devolverle un poco de jugosidad a una tortilla de patata seca consiste en calentarla suavemente en una sartén tapada con un poco de aceite de oliva virgen extra. El aceite debe estar caliente, pero no humeante y bastaría con dejar que la tortilla se temple unos minutos por cada lado. Esto ayudará a que recupere cierta humedad por la condensación que se produce al poner la tapa, además de mejorar su sabor gracias al toque del aceite.
Otro truco consiste en envolver la tortilla en un trozo de papel de cocina ligeramente humedecido y calentarla en el microondas durante unos segundos. El vapor generado por la humedad del papel producirá un efecto similar al de tapar la sartén ayudando a rehidratar el interior de la tortilla sin que llegue a resecarse más. Aun así, es importante no pasarse con el tiempo en el microondas para evitar que se endurezca aún más. De calentarla en el microondas "al aire" es mejor que nos olvidemos, pues se quedará aún más seca de lo que está.
Si queremos darle un toque más casero y jugoso, podemos guisarla durante unos minutos en una sartén junto con un sofrito de cebolla y un poco de caldo de pollo o de verduras o en una salsa de tomate. A medida que se va calentando, el líquido se irá absorbiendo, devolviendo a la tortilla parte de su jugosidad. Este truco es muy útil cuando tenemos una tortilla entera que se ha cocinado demasiado y se ha quedado seca, pero si son porciones, hay que tener más cuidado para que no se deshaga. La tortilla guisada es un plato típico de la cocina leonesa y es deliciosa.
Una opción más sencilla, por el poco esfuerzo que conlleva, pero también efectiva es acompañar la tortilla seca con una salsa o guarnición húmeda, como un pisto, alioli, mayonesa casera o una ensalada con aliño generoso. Todos estos elementos pueden utilizarse para cubrir la tortilla o para rellenarla sin necesidad de calentarla.
También podemos aprovechar la tortilla seca como base para otra receta. Por ejemplo, podemos desmenuzarla y utilizarla como relleno de empanadillas o croquetas, como las famosas croquertillas. De este modo no solo la rescatamos, sino que la transformamos en una preparación totalmente nueva que puede ser muy apetitosa.
La re-tortilla, el truco definitivo
Todos estos trucos que hemos visto aportan algo de jugosidad y nuevos sabores, haciendo que la sequedad de la tortilla pase desapercibida. Pero podemos hacer algo más, un sencillo truco que nos permite volver a disfrutar de una tortilla de patata calentita y jugosa, como recién hecha.
Mi truco favorito para salvar una tortilla de patata seca y fría es transformarla en una nueva, es lo que yo llamo la "re-tortilla". Consiste, básicamente, en dar una segunda vida a la tortilla original utilizando como base sus propios restos. La clave está en cortarla en trozos muy pequeños, casi como si estuviéramos separando las patatas de su interior, de modo que estos pedacitos puedan absorber bien el huevo batido en el que los vamos a sumergir. Con este método no solo podremos rescatar una tortilla que parecía irrecuperable, sino que además tendremos una textura suave y jugosa que no conseguiríamos con un recalentado tradicional.
Para hacerlo, empleamos aproximadamente un huevo por cada 150 gramos de tortilla seca. Una vez batido el huevo, sumergimos los trozos y los dejamos reposar durante unos minutos, el tiempo justo para que se hidraten bien y el huevo penetre en cada rincón. Después, simplemente cuajamos la mezcla en una sartén como si estuviéramos haciendo una tortilla desde cero.
Desde el punto de vista nutricional, este truco también es el más interesante, pues al añadir huevo a una base ya compuesta por huevo, patata y, posiblemente, algo de cebolla, aumentamos significativamente el contenido de proteínas de calidad, con todos los aminoácidos esenciales. Esto convierte al plato en una opción especialmente completa desde el punto de vista proteico, ideal tanto para comidas principales como para cenas ligeras.
Además, el hecho de que las patatas de la tortilla inicial hayan pasado por un proceso de enfriado, aporta un beneficio extra que muchas veces pasa desapercibido: el almidón resistente. Este tipo de almidón, que se forma cuando la patata se enfría tras la cocción, actúa como un prebiótico natural, que sirve de alimento a la microbiota intestinal y favorece la salud digestiva. Por tanto, este truco no solo recupera un plato, sino que lo mejora nutricionalmente, aportando más saciedad, mejor digestión y beneficios para el sistema inmunológico.