Polvorón.

Polvorón.

Actualidad gastronómica

La confitería que puso en el mapa un pueblo de Valladolid gracias a sus polvorones

Desde Tordesillas, Confitería Galicia, fundada en 1954, es la artífice de la marca El Toro que cada año vuelve con un surtido navideño donde el polvorón es el rey.

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En Tordesillas, una villa vallisoletana de 10.000 habitantes, el aroma a manteca, almendra y tradición forma parte del paisaje tanto como el puente medieval o su Plaza Mayor.

Allí, en un pequeño obrador que abrió sus puertas en 1850, nació una de las sagas confiteras más longevas y queridas de Castilla y León: Dulces Galicia, la firma familiar que, casi sin proponérselo, terminó situando a su pueblo en el mapa nacional gracias a un polvorón convertido en leyenda que lleva por nombre El Toro.

La historia comienza con Fermín Galicia, quien fundó la Confitería Galicia en el corazón de Tordesillas. Desde entonces, seis generaciones de artesanos han custodiado un recetario centenario que ha viajado de padres a hijos como un patrimonio íntimo y gastronómico.

Polvorones de Dulces El Toro con su característico envoltorio.

Polvorones de Dulces El Toro con su característico envoltorio.

Hoy, al frente del negocio están Ana Pascual y Carlos Galicia, acompañados ya por el empuje joven de sus hijos, Álvaro y Diego, impulsores de una digitalización que ha modernizado el obrador sin romper los hilos de la tradición.

El mérito de la familia Galicia ha sido conservar la esencia de sus elaboraciones que presenta una textura delicada y ese punto exacto de dulzor recordado por generaciones de clientes, mientras incorporaban nuevas tecnologías que garantizan mayor higiene, precisión y capacidad de producción.

El polvorón que conquistó España

La gran revolución llegaría en 1954, cuando Amador Galicia, abuelo de los actuales gestores, registró oficialmente la marca El Toro. A partir de entonces, el boca a boca hizo lo que ninguna campaña publicitaria podría igualar: convertir este polvorón en un dulce de culto.

Los secretos son pocos y, a la vez, todos: ingredientes de primera, elaboración manual, respeto escrupuloso a la receta y esa magia difícil de explicar que solo da el trabajo artesano. Hoy, muchos lo consideran el mejor polvorón del mundo.

La nave de elaboración de Dulces El Toro.

La nave de elaboración de Dulces El Toro.

En la casa brillan tres estrellas: el polvorón El Toro, el clásico, el que lo inició todo, con su inconfundible suavidad; el de Almendra El Toro, mantecoso, con crujientes trocitos de almendra marcona nacional y la gran novedad, el polvorón de AOVE, elaborado con Aceite de Oliva Virgen Extra, y premiado con el Superior Taste Award 2025 del International Taste Institute de Bruselas.

Polvorones de AOVE de Dulces El Toro

Polvorones de AOVE de Dulces El Toro

Aunque Dulces Galicia desprende historia, su mirada está puesta en el mañana. La empresa ha invertido en maquinaria puntera que agiliza tiempos, mejora la higiene y permite desarrollar nuevos productos. Desde líneas de envasado avanzadas hasta técnicas pioneras en España para la elaboración del polvorón, pasando por la instalación de 41 placas fotovoltaicas que reducen la huella energética.

Esta apuesta ha sido reconocida en 2023 con el certificado IFS Food, uno de los sellos de calidad alimentaria más exigentes de Europa.

Cuando la industria dulce impulsa a un pueblo

La expansión de la empresa ha traído también desarrollo rural: más empleo, más actividad económica, más vida para un municipio que sabe que su historia confitera es también un motor de identidad. En 2019 inauguraron modernas instalaciones de producción, y en 2025 dieron un salto clave con una nueva tienda en Valladolid.

Para 2026, el objetivo es abrir otro punto de venta en Madrid. Actualmente, Dulces Galicia opera dos centros de producción, dos almacenes, dos tiendas físicas y una tienda online, con envíos a toda España.

La tienda de Dulces Galicia en Tordesillas.

La tienda de Dulces Galicia en Tordesillas.

Y, sin embargo, pese al crecimiento, el corazón sigue en el mismo sitio: la Pastelería Galicia, junto a la Plaza Mayor de Tordesillas, donde cada mañana los artesanos continúan amasando como hace casi dos siglos.

La familia Galicia mira adelante sin olvidar por qué empezaron. Su misión era llevar el sabor de la tradición a miles de hogares, dentro y fuera del país. Quieren seguir ampliando su catálogo, explorar nuevos mercados y mantener vivo el oficio confitero que les ha convertido en una referencia nacional.

Porque, al final, este no es solo un reportaje sobre un polvorón o una confitería. Es la historia de cómo un dulce puede unir a un pueblo, trascender generaciones y transformar un apellido en una marca que representa calidad, autenticidad y orgullo local.