Marta Colombas e Iván Ortega, detrás de la creación del aceite de oliva virgen extra Jaleo.

Marta Colombas e Iván Ortega, detrás de la creación del aceite de oliva virgen extra Jaleo.

Actualidad gastronómica

La pareja de ingenieros que reinventa el aceite de oliva virgen extra con un diseño único inspirado en España

Marta Colombas e Iván Ortega son dos jóvenes emprendedores que se sirven de la tecnología para poner en valor el campo convirtiendo sus latas de AOVE en objetos de deseo.

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Desde Mallorca, con la mirada puesta en el campo pero sin apartar la vista del ordenador, una pareja de ingenieros busca ensalzar el origen de un producto tan patrio como es el aceite de oliva virgen extra. Marta Colombas e Iván Ortega —ambos formados en ingeniería, ella en Spotify y él en una empresa de monitoreo de software en Estados Unidos— decidieron crear un proyecto que uniera sus raíces con su conocimiento digital.

Lo que han armado se llama Jaleo, una marca de aceite de oliva virgen extra que celebra lo español con un diseño rompedor, un espíritu tecnológico y una misión clara: devolver al aceite español el protagonismo que merece sin dejar de hacer ruido.

La idea nació tras la pandemia, cuando ambos se vieron trabajando en remoto desde su casa. “Queríamos reconectar con algo tangible”, explica Iván. “La ingeniería es un mundo abstracto, y teníamos la necesidad de tocar tierra, de volver a algo que se sintiera real”.

La respuesta estaba más cerca de lo que imaginaban: en los olivos de la familia de Iván, en Jaén. “Desde pequeño he vivido rodeado de olivos. Mis padres siempre vendieron su aceite a cooperativas, pero nunca tuvieron marca propia. Y ahí vimos una oportunidad”.

El proyecto nació de una búsqueda de equilibrio: combinar lo que ambos sabían hacer —tecnología, comunicación, diseño— con un producto físico y emocional. Marta, que había estudiado sumillería, aportó su sensibilidad gastronómica; Iván, su conocimiento del café y de la experiencia del cliente. Entre ambos dieron forma a una idea sencilla pero ambiciosa: crear un aceite que representara la excelencia española con un lenguaje contemporáneo.

Las latas de diseño en las que se concentra Jaleo.

Las latas de diseño en las que se concentra Jaleo.

Tecnología al servicio del campo

El nombre Jaleo no es casualidad. “Queríamos una marca que hiciera ruido, que tuviera alma, que hablara de quiénes somos los españoles cuando salimos fuera: los que más jaleo hacemos, los más ruidosos, los más pasionales”, cuenta Marta entre risas.

El branding corrió a cargo de una agencia de Barcelona conocida por trabajar con marcas de espíritu rebelde, como Vicio. “Ellos entendieron perfectamente lo que queríamos transmitir: una mezcla de humor, provocación y orgullo. El producto ya lo teníamos; lo que faltaba era la identidad”.

El diseño del envase —minimalista, elegante y colorido— convierte cada lata de Jaleo en un objeto de deseo. Pero detrás de esa estética cuidada hay un mensaje más profundo: reivindicar lo nuestro.
Más del 70% del aceite español se vende a granel a Italia, donde lo embotellan y lo revenden como si fuera suyo. Algo estamos haciendo mal si no sabemos vender nuestro propio oro líquido”, reflexiona Álex. “Nuestra misión es poner el aceite español en el lugar que se merece.”

Aunque no pisan el campo a diario, su vínculo con él es absoluto. “Es una manera de que los jóvenes volvamos al campo, aunque sea digitalmente”, dice Marta. “No recogemos aceitunas, pero hacemos que esas aceitunas tengan un futuro más próspero.”

Jaleo funciona como un ecosistema: la almazara —dirigida por un joven exresponsable de Aceite de Oliva de Jaén— produce un picual 100% de altísima calidad; un partner logístico se encarga del envasado y la distribución; y la parte tecnológica, el alma digital del proyecto, está totalmente automatizada con inteligencia artificial y e-commerce propio.

Cada uno aporta lo que mejor sabe hacer”, resume Iván. “Nosotros no producimos el aceite, pero ponemos la tecnología que lo impulsa. No gestionamos la logística, pero tenemos a los mejores haciéndolo. Al final, somos una comunidad que une talento rural y digital”.

Jaleo en el desayuno, comida o cena.

Jaleo en el desayuno, comida o cena.

Sabe a España

El aceite de Jaleo procede de la Sierra de Fuensanta (Jaén), una zona donde el picual alcanza una intensidad frutal única. “Es un aceite goloso, equilibrado, perfecto para usar en el día a día, pero con un punto gourmet”, explica Marta. Se comercializa a 19,95 € el medio litro. Este septiembre han lanzado al mercado su cosecha temprana, con él "queremos posicionarnos como un aceite que puede llegar a las mejores calidades compitiendo con los mejores como un castillo de canena o un verde esmeralda".

En Mallorca, isla de donde Marta procede y donde han instalado su sede, su aceite ya se sirve en locales donde es protagonista de algunos platos, como un pan frito con burrata y aceite Jaleo o una fusión mallorquina con guiños mediterráneos. También se encuentra en como Comestibles Barea y Pa de Kilo, en Barcelona, y Vino Veritas, en Madrid. 

Más allá del producto, Jaleo busca crear comunidad. Su comunicación —directa, cercana y con un punto de humor— se gestiona principalmente a través de Instagram y correo electrónico. “Nos interesa que quien venda nuestro aceite entienda la historia que hay detrás, que pueda contarla”, dice Marta.

Esa historia es la de dos ingenieros que decidieron mirar hacia atrás para proyectar el futuro. Que apostaron por el campo sin renunciar a la tecnología. Que convirtieron un aceite familiar en una marca moderna, provocadora y profundamente española.

Y, sobre todo, es la historia de un retorno: el regreso de una generación al campo, aunque sea desde una pantalla, para recordarnos que la innovación también puede tener aroma a aceituna.