Croquetas, boquerones y cerveza en La Flaca.

Croquetas, boquerones y cerveza en La Flaca.

Actualidad gastronómica

El bar de tapeo que abre cuando otros cierran: un templo del vermut los domingos con los mejores torreznos de Madrid

Este bar en la Milla de Oro madrileña es la cara más divertida, espontánea y canalla del empresario hostelero Kike Sierra, abierto con lo mejor del tapeo cañí del mediodía hasta la madrugada.

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Cuando La Flaca pasó a ubicar el espacio en el que durante años había estado Bar Carallo, no sabía que lo haría con el éxito recogido hasta ahora, que ha cumplido más de dos. Y es que ese sótano descubierto en el número 43 de la calle de Serrano esconde mucho más de lo que a simple vista se ve.

Hasta allí llegan aires de sofisticación desde otros locales, que se entremezclan con ese bullicio 'oficinario' que se genera en hora punta. Dentro, un rincón castizo que resiste la uniformidad con la receta de una propuesta tan informal, como sencilla y complaciente.

Detrás de este local se encuentra Kike Sierra, un empresario que bien podría considerarse el cronista de la noche madrileña. Tras el éxito del mítico Bar Carallo, decidió que la esencia de la taberna gallega no debía apagarse, sino transformarse

Las patatas bravas no podían faltar en un tapeo castizo como el de La Flaca.

Las patatas bravas no podían faltar en un tapeo castizo como el de La Flaca.

Así nació La Flaca, primero como un guiño a la movida canalla de la capital y hoy como un lugar de peregrinación para los amantes del buen tapeo, el vermut de domingo y, cómo no, unos de los mejores torreznos de Madrid.

De Bar Carallo a taberna y verbena

El local, rinde homenaje a todos esos espacios icónicos que hicieron vibrar la noche madrileña. Lo hace con detalles tan castizos como letreros luminosos con frases míticas y una decoración que invita a la complicidad: aquí se viene a comer bien, sí, pero sobre todo a pasárselo mejor.

La cocina mantiene la impronta gallega heredada de Bar Carallo: entrecot de vaca rubia gallega a la brasa, pulpo con patatas revolconas, croquetas de mejillón tigre o el mollete de calamar potera con ralladura de limón y salsa chilli-mayo son solo algunas de las joyas de su carta.

También hay otras opciones ligeras que se nutren de la huerta, como la ensalada de tomate (con o sin ventresca de bonito) y del mar, como la generosa ración de coquinas que se comen como pipas.

Coquinas frescas del mar a la mesa.

Coquinas frescas del mar a la mesa.

Pero si hay un protagonista absoluto en su altar del tapeo, ese es el torrezno, que ha competido entre los mejores: crujiente por fuera, jugoso por dentro, con esa grasa que acaricia el paladar y exige ser acompañada de un vermut bien frío.

Lo que convierte a La Flaca en un imprescindible no es solo su cocina, sino su horario rebelde. Mientras otros echan el cierre, aquí la fiesta se alarga hasta que el cuerpo aguante.

Los domingos se han convertido en un ritual para madrileños y forasteros: terraza de doble altura, vermut de grifo, pinchos de tortilla y una atmósfera que es puro Madrid.

El pulpo a la gallega es el legado que dejó Bar Carallo en La Flaca.

El pulpo a la gallega es el legado que dejó Bar Carallo en La Flaca.

Y es que La Flaca no entiende de relojes: de lunes a jueves se reinventa para acoger a los del afterwork con promociones como Lunes de Tortillas, Martes de Vinos, Miércoles de Copas y Jueves de Cañas. Los fines de semana, el local contiguo se convierte en una auténtica verbena: rumba, flamenco y reguetón pinchan la banda sonora de la madrugada.

No es casualidad que su lema siga siendo 'Que el fin del mundo nos pille bailando'; es la filosofía de un lugar que no solo reivindica el tapeo de siempre, sino que lo eleva a categoría de plan perfecto para cualquier día de la semana.

Vermut en mano, torrezno en plato y la certeza de que, en La Flaca, cada noche puede ser la última… o la primera de muchas más.