
La nutricionista Andrea Cañas en un montaje de Cocinillas Instagram/iStock
Andrea Cañas, nutricionista: "Cuando comes fuera de lo normal, al día siguiente pesas hasta dos kilos más..."
La experta en nutrición explica la razón por la que la báscula puede subir sin razón aparente.
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¿Te ha pasado alguna vez que has salido a cenar fuera y, aun sin haber comido muchísimo, a la mañana siguiente la báscula marcaba uno o dos kilos más?
Cuando comemos algo fuera de lo que es nuestra dieta habitual, especialmente si se trata de una comida con más hidratos de carbono o un poco más abundante de lo que solemos comer a diario, es frecuente notar al día siguiente un aumento en el peso.
Cuando esto sucede, muchas personas pueden sentir preocupación y malestar por la falsa creencia de que se ha producido un incremento real de grasa corporal y hasta podrían rechazar actividades como cenar fuera con amigos por miedo a engordar.
No eres tú, es el glucógeno
Sin embargo, esta subida repentina de la báscula, nada tiene que ver con un aumento de la masa grasa, sino que es debido al glucógeno.
Entender el papel de esta sustancia en nuestro organismo permite explicar estas fluctuaciones en el peso de una forma racional y basada en evidencias científicas.
Así lo ha explicado la nutricionista Andrea Cañas, conocida en redes sociales como @andreaconzain en un vídeo subido a su cuenta de Instagram.
El glucógeno, explicándolo de forma muy sencilla, es una sustancia utilizada por nuestro organismo para almacenar la energía que permite suministrar glucosa al organismo de forma rápida cuando la necesita.
Este compuesto, formado por azúcares, se almacena principalmente en el hígado y en los músculos y tenemos más o menos cantidad según sea nuestra dieta habitual.
Si a diario seguimos una dieta baja en carbohidratos o baja en calorías, las reservas de glucógeno serán menores. Esto no solo significa tener menos energía rápida disponible, sino también una disminución de la cantidad de agua retenida en los tejidos.
¿Qué tiene que ver el agua con el glucógeno?
Tal como explica la nutricionista, sucede que el glucógeno no se almacena solo, sino que es como una esponja. Cada gramo va acompañado de, aproximadamente, tres gramos de agua.
Por este motivo, cuando nuestras reservas están vacías, no solo tenemos menos energía almacenada, sino también menos agua acumulada en las células.
Por el contrario, cuando hacemos una comida más rica en carbohidratos tras un período de restricción, el cuerpo repone rápidamente las reservas de glucógeno. El cuerpo recibe azúcares y las células "llenan el depósito".
Podemos llegar a almacenar del orden de medio kilo de glucógeno en el cuerpo y, con él, retener hasta 1,5 kg de agua adicional. Esto significa que, en total, es perfectamente posible ver una diferencia de 2 kg en la báscula de un día para otro.
No hay motivo de alarma
Este aumento repentino de peso no es sinónimo de haber ganado grasa corporal, no significa que hayamos engordado. Es simplemente una parte del proceso natural de la recarga de las reservas de glucógeno y es un efecto pasajero.
A medida que volvemos a nuestra rutina habitual de alimentación y actividad física, ese glucógeno se va utilizando como fuente de energía y, según se va gastando, se va eliminando el agua retenida.
Es decir, esos kilos que llegaron como por arte de magia, se irán solos sin necesidad de "compensar" nada, que esa es también otra creencia muy arraigada.
Así pues, el consejo de la experta es que no debemos alarmarnos ni dejar de disfrutar de una comida diferente que nos hace felices solo por miedo a ver un número más alto en la báscula al día siguiente, pues es algo reversible.
Conocer el funcionamiento de este mecanismo puede servirnos para vivir la alimentación con mayor tranquilidad y alejarnos de la obsesión por el peso y de la culpa, sabiendo que el equilibrio se recupera de manera natural.