Los dueños de la destilería Habaja.
La pareja de Estonia que elabora vinos de frutas y hace unas pizzas de campeonato a temperaturas bajo cero
Ubicada en una antigua destilería de vodka, de esta bodega salen vinos de grosella y ortiga que acompañan con pizzas artesanales los fines de semana y en invierno, como 'postre', patinaje sobre hielo.
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Estonia es uno de los países más pequeños de Europa, pero no por ello tiene poco que ofrecer. Su lista de experiencias se extiende desde su capital, hasta los rincones más remotos de su geografía, incluyendo playas pedregosas, antiguos bosques e infinitos lagos.
A media hora de Tallin, se encuentra la destilería Habaja, un enclave histórico donde se comenzó a elaborar vodka en 1881 hasta 1951. Tras la pandemia ha renacido como una pequeña bodega y cafetería gracias a la pasión de una entrañable pareja. Estos nuevos propietarios han hecho de las cosas sencillas una experiencia difícil de igualar.
Rodeados por el encanto rústico de este edificio del siglo XIX, los visitantes pueden disfrutar de vinos de frutas y pizzas horneadas a mano, incluso en las temperaturas más frías del invierno. Con su arte y manejo en la cocina y la vinificación de los frutos silvestres que les rodean han conseguido ocupar las páginas de la revista gastronómica austriaca Falstaff.
El salón de la bodega donde degustar los vinos que elaboran.
La bodega de Habaja se especializa en la producción de vinos artesanales de frutas y bayas, además de espumosos elaborados con el método tradicional. Lo que distingue a estos vinos es su compromiso con los ingredientes locales, que capturan la esencia del paisaje estonio.
De ortiga, manzana, aronia, frambuesa, filipendula e incluso un espumo de ruibarbo que elaboran bajo el método champanoise, producen unos 200 litros de cada referencia, lo que se traduce en aproximadamente seis mil litros anuales. Los visitantes tienen la oportunidad de degustar hasta diez variedades de vino, acompañados de aperitivos cuidadosamente seleccionados que realzan los sabores de cada copa.
Las etiquetas de los vinos también se diseñan en la bodega.
"No nos gusta el sabor de la barrica en la fruta", exlica él, por eso no disponen de una sala de envejecimiento como suele ocurrir en el resto de bodegas, solo unos tanques para la fermentación, donde mantiene el vino un mes de media, antes de pasar a la botella.
Los tanques de fermentación en la bodega.
Para los curiosos, la experiencia incluye un recorrido por los secretos de la vinificación en este rincón del norte de Europa, donde el clima frío imprime un carácter único a los productos. El fin de semana, el aroma irresistible de pizzas recién horneadas en un horno de barro casero atrae a locales y turistas al patio de la destilería.
Pizzas recién hechas en horno de piedra.
Estas pizzas, con 15 horas de fermentación, crujientes y elaboradas con ingredientes frescos, se maridan con los vinos de la bodega, creando una experiencia gastronómica tan sencilla como memorable. En verano, pueden llegar a hacer más de 100 pizzas diarias, que se disfrutan al aire libre tienen un toque festivo gracias a los conciertos en un escenario flotante sobre el estanque. En invierno, el mismo estanque se convierte en una pista de patinaje donde los visitantes pueden disfrutar de un café especial mientras deslizan sobre el hielo.
El estanque que se congela en invierno donde los clientes pueden patinar sobre hielo.
Llegar hasta él sin coche no resultará fácil, pero tampoco lo será marchar. No hay transporte público, así que uno se queda sin beber. "Para los que no beben hay limonadas. La sidra de membrillo gonó el premio a la mejor este año".
Ya sea asistiendo a una cata de vinos, participando en una comida cocinada al fuego real o explorando las exposiciones fotográficas de la anfitriona, la experiencia es inmersiva y única. Este proyecto demuestra cómo un rincón histórico puede ser revitalizado con creatividad y pasión, combinando la herencia cultural de Estonia con una propuesta gastronómica tan sencilla como singular.
