En 1826 el químico y farmacéutico inglés John Walker, trataba de crear un nuevo tipo de explosivo mezclando en un recipiente distintos productos químicos que removía con un pequeño palo de madera. Cuando dejó de mover la mezcla comprobó que en la punta del palo había quedado un residuo sólido que trató de limpiar rascándolo contra el suelo. Sorprendentemente observó que el palo se encendía, así que comenzó a fabricarlos y venderlos en su farmacia. Acababa de inventar la cerilla tal y como la conocemos en la actualidad. Un amigo de Walker, el legendario Michael Faraday, le recomendó que patentara el invento, pero él rehusó hacerlo. Tan solo un año después otro hombre lo hacía y les ponía el apropiado nombre de “Lucifer”, ya que despedían un olor nauseabundo, la llama era inestable, y la reacción inicial al frotar era muy violenta. Las cajas de cerillas contenían suficiente fósforo para matar a una persona y los obreros, en su mayor parte mujeres, que trabajaban en las fábricas donde se elaboraban, sufrían necrosis por inhalación de vapores y enfermedades causadas por las malas condiciones en las que trabajaban. Una de aquellas fábricas de cerillas se encontraba en plena ciudad de A Coruña y un buen día explotó, literalmente, por los aires. Esta es la historia de la Fábrica de Cerillas Zaragüeta, en la que centenares de mujeres lucharon por el derecho a trabajar en un lugar seguro.
En Galicia ya podíamos encontrar fábricas de cerillas desde principios del siglo XIX, pero la más importante de la comunidad comenzó su andadura en 1871. Y su origen lo encontramos en Irún. En 1856, Zaragüeta e Hiriart construyen en la orilla izquierda del río Bidasoa la “Fábrica de Cerillas de Nuestra Señora del Juncal”, en la que daban trabajo a más de 150 personas. Pero los disturbios y enfrentamiento asociados a las Guerras Carlistas hacen que Zaragüeta busque otro lugar en el que producir sus cerillas. Y elige la ciudad de A Coruña.
En esta ciudad Enrique Zaragüeta adquiere los terrenos de Castiñeiras de Arriba, y ubica la fábrica en el número 17, en unas instalaciones donde había funcionado anteriormente una fundición. Importa la maquinaria para la fabricación de los fósforos y comienza la producción en 1871.
En A Coruña había otras dos fábricas de cerillas, pero en 1892 se crea en España el monopolio estatal del fósforo, que acaba con la competencia entre fabricantes y en consecuencia desaparecen la mayor parte de las pequeñas fábricas. La de Zaragüeta fue la única de la ciudad que consiguió sobrevivir e incluso aumentó su producción gracias a las nuevas condiciones del mercado. El Estado se convertía en propietario de los derechos y los arriendaba para la explotación a los fabricantes por 15 años.
Iván Fernández Amil
Ingeniero Industrial que trabaja como Jefe de Compras, escritor, storyteller y conferenciante. Iván además colabora en varios diarios, en radio y distintos podcasts, y utiliza su habilidad como Storyteller para ayudar a las empresas a vender más empleando el poder de las historias. Es seguido por decenas de miles de personas en la red profesional LinkedIn, donde fue galardonado como Top Inspira y es considerado un referente en habla hispana. En los diarios Quincemil y Treintayseis publica todos los domingos artículos dedicados a divulgar, recordar y reivindicar a las empresas, lugares y personajes que han cambiado Galicia y el mundo.