Un militar manipula una ametralladora montada en una de las 10 camionetas Ford F250 y F350 en la región de Kiev.

Un militar manipula una ametralladora montada en una de las 10 camionetas Ford F250 y F350 en la región de Kiev. Europa Press

Europa

La cruda realidad de Ucrania: sin munición en Bakhmut mientras planea su ofensiva en Jersón

Zelenski lleva meses pidiendo a Occidente más armas. Los combates de artillería son devastadores y no hay descanso desde hace más de un año.

28 abril, 2023 03:16

La suerte de varias generaciones occidentales es que han entendido la guerra como algo pasado, ya masticado y cerrado en una narrativa más o menos lineal. Así, hasta que uno se encuentra con un conflicto como el de Ucrania y descubre que en el día a día, el mes a mes, las cosas pueden variar como del verano al invierno y las conclusiones no son tan fáciles de extraer. Algún día sabremos si durante el mes de abril, Ucrania estaba preparándose para el inicio de una contraofensiva victoriosa o si, al contrario, la falta de recursos estaba a punto de condenarla a la derrota.

Porque el caso es que ahora mismo ambas opciones están sobre la mesa. Ucrania sigue lanzando ataques sobre la rivera oriental del Dniéper, donde parece claro que intentará romper las líneas enemigas. A la cabeza de puente en el norte de Oleshki, al sur de Jersón, y los bombardeos sobre Tokmak, ciudad estratégica del sur de Zaporiyia por su condición de vivero para las tropas rusas; hay que sumar los ataques de este jueves sobre Nova Kajovka, justo al otro lado del río, un enclave cuyo control ayudaría a cumplir el primer objetivo ucraniano: controlar de este a oeste los dos márgenes fluviales.

Mal lo tienen que ver los rusos para que, según informa el Ministerio de Defensa británico, hayan empezado a preparar la resistencia en la central nuclear de Energodar, de cuyo control dependen buena parte de los recursos energéticos de ambos bandos. Las imágenes son preocupantes, pues muestran el reactor principal rodeado de lo que parecen trincheras hechas con sacos de arena.

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Al parecer, los rusos están dispuestos a combatir en las inmediaciones sin importarles si el reactor estalla o no. La irresponsabilidad de esta maniobra es absoluta, pues un posible accidente nuclear en Energodar no sólo perjudicaría a Ucrania, sino que probablemente la nube radioactiva llegaría como mínimo al oeste de Rusia y, desde luego, a Crimea.

Problemas con la munición

Hasta aquí los indicativos de que la contraofensiva ucraniana en el sur es inminente. Toca atender al reverso de la misma carta: el presidente Volodimir Zelenski lleva meses pidiendo a Occidente más armas y, sobre todo, más munición. Los combates de artillería son devastadores y no hay descanso desde hace más de un año. A eso, hay que sumarle que buena parte de las armas prometidas por Occidente aún no han llegado. Aunque este mismo jueves, la OTAN anunciara desde Bruselas que el 98% de los carros de combate prometidos ya estaban en Ucrania, el anuncio tiene truco: se refiere únicamente a los que corresponden a la Alianza como tal y no a los que sus miembros, por separado, han anunciado unilateralmente.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, durante la rueda de prensa de este jueves

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, durante la rueda de prensa de este jueves OTAN

Faltan los Leopard alemanes, faltan los Abrams estadounidenses, faltan los cazas polacos y eslovacos... Da la sensación de que la guerra está en ese momento en el que la iniciativa está claramente del lado ucraniano, incluso la oportunidad estratégica -el Ejército ruso está agotado, las peleas internas son el pan de cada día y la posición de sus tropas sobre el terreno va a requerir de movimientos complicadísimos en caso de un ataque desde distintos frentes-, pero hay serias dudas sobre sus recursos efectivos.

Las hay por las quejas de Zelenski, las hay por los extraños documentos filtrados por Jack Teixeira en su canal de Discord y las hay por el sensacional reportaje que acaba de publicar la cadena BBC en su página web, en el que se narra en primera persona esa falta de munición en los alrededores de Bakhmut. Uno de los miembros del decimoséptimo batallón de tanques reconoce que la escasez de proyectiles y la dificultad para encontrar determinados repuestos está complicando mucho la situación.

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Bakhmut, en el filo

Probablemente, esa escasez esté detrás de lo que parece, ya sí, la retirada de las tropas ucranianas de la ciudad de Bakhmut. En las últimas 36 horas, los rusos han avanzado hacia el oeste hasta ocupar prácticamente la totalidad de la ciudad, llegando a poner en peligro, incluso, el control de Khromove, el gran suburbio del norte.

Si Ucrania tiene problemas de munición, es normal que retroceda una vez ha culminado con éxito la defensa de la ciudad -la misión era impedir a Rusia centrarse en un segundo objetivo y causar el mayor número de bajas entre sus hombres, lo que se ha conseguido de sobra- y reserve esa munición para la defensa de la carretera T0504 que sale de Ivanivske y permitir el suministro a las tropas desde Chasiv Yar.

Militares ucranianos regresan de combates cerca de Bakhmut

Militares ucranianos regresan de combates cerca de Bakhmut Reuters Bakhmut

Ante la escasez, Ucrania debe priorizar y así lo está haciendo en Bakhmut, donde sus hombres ya solo controlan el viejo barrio de rascacielos soviéticos, desde los que aún pueden provocar más bajas entre los ocupantes... siempre que tengan las espaldas cubiertas para la previsible retirada. Cubrir esas espaldas es ahora mismo lo más importante y todo esfuerzo ha de reservarse para ese fin.

Entre la teoría y la práctica

Todo esto, por supuesto, no determina el resultado final de las operaciones, aunque lo condicione. Puede que la ofensiva del sur cuente con sus propios recursos y sean suficientes. Al fin y al cabo, mientras en el Donbás se ha combatido contra las tropas de élite del Grupo Wagner y las del Ejército ruso, hay serias dudas sobre la calidad y la preparación de los encargados de defender la margen izquierda del Dniéper. Además, todos los problemas de munición, que, ya se ha dicho, vienen de lejos, no han impedido a Ucrania defender Bakhmut durante casi un año entero, lo que nos indica que el Ejército ruso no está en muchas mejores condiciones.

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Del mismo modo, nada hace pensar que la retirada de Bakhmut vaya a provocar un colapso en ese punto del frente. Podríamos haberlo pensado hace dos meses, cuando se insistía en la necesidad de abandonar la ciudad, pero ahora mismo el Ejército ruso está demasiado diezmado como para pensar en avanzar hacia Kramatorsk o Sloviansk. Ni siquiera sabemos cuántos de los hombres que acabarán tomando Bakhmut podrán utilizarse para defender el puerto de Mariúpol o la ciudad de Melitopol en caso de ataque.

En esa tensión entre la teoría y la práctica, lo planificado y lo real, viviremos durante las próximas semanas. Lo que hemos aprendido del pasado es que los frentes tienden a estabilizarse hasta que, de repente, se abre una brecha enorme y definitiva. Sucedió en Sumy, sucedió en Járkov y sucedió en Jersón. Si sucederá en Zaporiyia o no, lo sabremos en su momento, difícilmente antes. La guerra no avisa.