Sergey, artillero de un carro de combate T-64, saliendo de la pieza.

Sergey, artillero de un carro de combate T-64, saliendo de la pieza. María Senovilla Bakhmut

Europa

Así se vive la guerra desde un T-64: Ucrania mueve ficha con sus carros de combate en Bakhmut

Mientras prepara la contraofensiva de primavera, el Ejército ucraniano aprovecha sus cañones para parar las embestidas rusas al norte del Donbás.

24 abril, 2023 03:34
Bakhmut

"Con mierda y cerillas" es uno de los primeros refranes que se aprenden al llegar a Ucrania. Se puede traducir como "ser capaz de conseguir un objetivo, aunque no se tengan los mejores medios para hacerlo", y describe perfectamente la actitud de los combatientes ucranianos desde que empezó la invasión rusa.

Hemos visto al Ejército de Zelenski tunear drones civiles y convertirlos en eficaces armas de guerra. También han sido capaces de desarrollar apps para que cada soldado tenga en su móvil un mapa de movimientos en tiempo real. Y ahora están demostrando que pueden adaptar las armas concebidas para una guerra de movimientos y usarlas en una guerra de posiciones. Además, con éxito.

Es lo que está sucediendo ahora mismo en el frente de combate de Bakhmut, donde los efectivos ucranianos están empleando sus T-64 y sus T-72 –carros de combate de diseño soviético, ironías de la vida– como si fueran piezas de artillería móvil.

Un carro de combate T-64 se pone en marcha para acudir a una llamada de radio en la confluencia entre el frente de combate de Bakhmut y Soledar.

Un carro de combate T-64 se pone en marcha para acudir a una llamada de radio en la confluencia entre el frente de combate de Bakhmut y Soledar. María Senovilla Bakhmut

Estos vehículos acorazados, concebidos para abrir brecha en una ofensiva (avanzando junto a las tropas de asalto), no tienen una utilidad clara en una guerra con frentes estáticos. Una guerra como la que se ha instalado en Ucrania desde enero de este año. Pero lejos de desaprovecharlos, y mientras llega la esperada contraofensiva, Zelenski los está empleando para contener los envites rusos a golpe de cañón.

Cuando una columna del Kremlin intenta romper las líneas ucranianas –lo cual sucede constantemente alrededor de la disputada ciudad de Bakhmut– estos pesados vehículos acuden hasta esos puntos y detienen el avance con una implacable lluvia de proyectiles.

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Dolly Parton

Lo compruebo in situ en las posiciones que la Brigada 17 de Tanques tiene desplegadas en el frente de combate. No son posiciones fijas, los ucranianos mueven estas piezas a diario para evitar que los rusos las localicen y lancen un ataque. El alcance de sus cañones es de hasta 10 kilómetros y eso les da mucho margen. Sin embargo, no suelen apurar tanto.

A menos de seis kilómetros de las líneas rusas, Gleb, Vitaly y Oleg operan un robusto T-72, un modelo al que los americanos bautizaron como "Dolly Parton" por las dos protuberancias que tiene en la torreta –cosas de la guerra–. Aunque el diseño es soviético, este modelo de carro de combate llegó a fabricarse en cinco países en la década de los setenta, y es la base de los actuales T-90 de tercera generación.

A día de hoy, en Estados Unidos no queda ni rastro de este modelo de vehículo acorazado, pero en los países de Europa del este sigue siendo uno de los más usados –entre otras cosas porque su precio de fabricación es de poco más de un millón de euros, frente a los más de ocho millones que pueden costar carros más modernos como los Abrams o los Leopard–.

Gleb, el comandante del pieza, en su puesto dentro del carro T-72.

Gleb, el comandante del pieza, en su puesto dentro del carro T-72. María Senovilla Bakhmut

Gleb es el comandante de la pieza, a pesar de que es el más joven. Tiene sólo 21 años, pero lleva casi tres sirviendo en el Ejército. Vitaly –el mecánico– y Oleg –el artillero– le doblan la edad, pero ellos no tenían experiencia militar previa a la invasión rusa. Uno era conductor y el otro operario de grúa en el mundo civil.

"A día de hoy, todos los soldados que se movilizaron el año pasado ya han recibido el suficiente entrenamiento para desenvolverse en su unidad. El hecho de que no fueran soldados profesionales antes no es problema ya", apostilla Mikita, el subjefe de personal de la Brigada 17.

Una llamada de radio

Están a una llamada de radio de la primera línea de combate. En cuanto los avisan, corren hasta la pieza, la ponen en marcha y recorren con rapidez la distancia hasta el punto que les indican. Con su sistema de orugas, pueden sortear el barro que ha convertido en un pantano esta parte del Donbás, una ventaja importante en estos momentos.

La situación se repite en otra posición, ubicada en la confluencia entre el frente de combate de Bakhmut y el de Soledar. Una zona tremendamente activa por donde las tropas rusas intentan avanzar constantemente. Allí están apostados los T-64.

Las piezas están protegidas de la vista de los drones rusos mediante una red de camuflaje, aunque Mikita asegura que un dron kamikace no tiene capacidad para dejar fuera de combate a uno de estos carros. "El blindaje es muy fuerte", insiste, mientras me muestra fotos en su móvil de uno de estos vehículos no tripulados estrellado contra la parte frontal de un carro de combate, sin aparentes daños para el carro.

De nuevo la tripulación de los carros –tres personas por cada pieza: comandante, artillero y mecánico– está pendiente de la radio para responder cualquier llamada. Pueden salir varias veces al día, a distintos puntos. "Normalmente acuden a posiciones de infantería, pero les pueden llamar para que refuercen cualquier unidad", explica el subjefe.

Gleb, Vitaly y Oleg, la tripulación del T-72 desplegado en el frente de combate de Bakhmut, posan para EL ESPAÑOL encima de su carro de combate.

Gleb, Vitaly y Oleg, la tripulación del T-72 desplegado en el frente de combate de Bakhmut, posan para EL ESPAÑOL encima de su carro de combate. María Senovilla Bakhmut

En una guerra de posiciones, con frentes estáticos, lo más valioso es la artillería. Son estás armas las que contienen el avance del enemigo –da igual de qué bando sea–. Por eso, el hecho de que los ucranianos estén aprovechando los cañones de sus carros de combate a modo de artillería móvil es una estrategia inteligente.

Decididos, como están, a parar el avance del Kremlin en el sitio de Bakhmut, posicionan en este frente todo lo que tienen –tropas y armamento–, rotando al personal cada mes aproximadamente. Y en este escenario, la movilidad de los carros es un punto añadido.

Los Leopard españoles ya están de camino

Cuando arranque la contraofensiva –algo que se puede demorar a tenor del barro que lo cubre todo–, estos carros de combate cambiaran de posiciones. En lugar de ir a reforzar puntos estáticos, encabezarán las operaciones ofensivas abriendo el paso a las tropas de asalto.

Vista desde la parte superior de un carro de combate T-64 ucraniano en dirección a Bakhmut.

Vista desde la parte superior de un carro de combate T-64 ucraniano en dirección a Bakhmut. María Senovilla Bakhmut

Junto con estos modelos soviéticos, abrirán brecha los carros Leopard y Abrams que Zelenski ha pedido hasta la saciedad a sus aliados occidentales. Estas piezas, más modernas y con más capacidad de ataque, van llegando a Ucrania poco a poco: un total de 230 carros –entre los que se incluyen los seis Leopard españoles que se enviaron hace unos días– y 1.500 vehículos blindados.

Además de enviar los vehículos, los países que respaldan a Kiev están formando al personal que los va a tripular. Un total de 20.000 militares han recibido formación fuera de su país durante los últimos meses. Sólo Estados Unidos ha adiestrado a 11.000, pero Canadá, Reino Unido, Alemania e incluso España también están entrenando a los ucranianos.