Imagen del bombardeo en la localidad ucraniana de Pavlohrad.

Imagen del bombardeo en la localidad ucraniana de Pavlohrad. EFE

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¿Bombardeo estratégico o crimen de guerra ruso en Pavlohad? 34 heridos en un ataque "de precisión"

Una explosión en esta localidad ucraniana, cercana a Dnipropetrovsk, cuestiona si la intención era o no acabar con una central de armamentos.

2 mayo, 2023 03:04

La madrugada del domingo al lunes, justo antes del amanecer en Ucrania, una enorme llamarada incendió el cielo de Pavlohrad, en la región de Dnipropetrovsk, durante más de una hora. Las imágenes que llegaban de la zona dejaban a las claras que algo grave había pasado y pronto se supo que se trataba de un ataque con misiles rusos. Donde no había acuerdo era en el objetivo exacto del bombardeo ni en sus consecuencias.

Mientras Ucrania habló vagamente de una "fábrica" y no quiso cifrar el número de víctimas (34 heridos, según un recuento posterior), los canales rusos de propaganda hablaron inmediatamente de un éxito estratégico.

Según estos canales, Rusia habría destruido una central de armamento dentro de uno de los nodos logísticos más importantes de la retaguardia del frente del Donbás. En el bombardeo, habría ardido de todo: misiles S-300, abundante munición, propulsores de la época soviética…

Incluso se habló de trenes llenos de armas que también habrían volado por los aires y de posibles daños en la estación de ferrocarril cercana. Un auténtico desastre para Ucrania en plena preparación de la ofensiva de primavera-verano, cuya inmediatez confirmó el propio presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, durante el fin de semana.

De ser verdad, se trataría de un varapalo enorme para las fuerzas armadas que defienden el país de la invasión rusa. El problema, como suele pasar con todos los éxitos rusos, es que no está nada claro que sea verdad. Nadie parece saber con seguridad exactamente qué estalló en Pavlohrad, aunque las herramientas de geolocalización utilizadas por el canal de Twitter @geoconfirmed nos dan varias pistas al respecto.

1.800 toneladas de combustible

Según dicho canal, que aporta, como siempre, imágenes y mapas para precisar el punto exacto en el que se originó el incendio, el objetivo de los misiles rusos habría sido una planta química, utilizada desde 1997 para almacenar viejos misiles intercontinentales y combustible sólido de origen soviético. Lo que no sabemos es cuánto combustible ni cuántos misiles quedaban después de veinticinco años.

El último informe del gobierno ucraniano es de 2019 y habla de 1.800 toneladas y 50 unidades respectivamente. Se trataba de material enviado por Rusia para su eliminación después de la firma del tratado START-1 con Estados Unidos. La cifra actual no debe de andar muy lejos.

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Aunque es probable que en la planta química se almacenaran otro tipo de armas, como los citados propulsores, estas no forman parte del arsenal que Ucrania puede utilizar en esta guerra. En consecuencia, si de verdad Rusia quería hacer explotar el recinto no era para castigar la logística militar ucraniana, pues apenas se verá afectada, sino, directamente, para provocar un desastre ecológico, con la liberación a la atmósfera de toneladas de residuos químicos que tarde o temprano irán cayendo sobre la tierra e impregnando el aire, creando una verdadera emergencia ecológica no solo en Dnipropetrovsk sino en los alrededores. La magnitud del incendio, en ese sentido, hace temer lo peor.

La intencionalidad en este caso es clave para determinar la gravedad de la situación. Rusia nos tiene acostumbrados a ataques que no son más que crímenes de guerra: recordemos el bombardeo de la maternidad de Mariúpol o del teatro de esta misma localidad donde se refugiaban miles de ciudadanos.

Recordemos también el ataque a la estación de tren de Kramatorsk llena de refugiados que buscaban huir hacia el oeste o los continuos bombardeos sobre edificios residenciales que tantas muertes han provocado entre la población civil. Todo esto sin olvidar lo sucedido en Bucha y en otras localidades donde el sadismo ha sido moneda habitual de cambio.

Con todo, esto sería llevar las cosas un poco más allá. Un ataque a un complejo químico es una cosa muy seria y las consecuencias pueden ser devastadoras… de nuevo entre la población civil, sin atisbo de ganancia militar alguna. El agravante es que Rusia sabía perfectamente la ubicación del almacén precisamente por el citado acuerdo con Ucrania para que se hiciera cargo de lo que ellos no querían en su territorio. Pensar en una coincidencia es mucho pensar, aunque si la cosa se complica, sin duda llegarán las excusas del tipo "nosotros solo queríamos dañar las vías del tren".

La enésima amenaza de Prigozhin

En cualquier caso, lo que queda, más allá de la tragedia medioambiental, es que las fuerzas ucranianas no han sufrido ningún golpe devastador y podrán continuar su contraofensiva. En las últimas horas, se han notificado pequeños avances en Vuhledar y Sjevernyi, a pocos kilómetros de la capital de la región de Donetsk. Esto se suma a la cabeza de puente establecida en Oleshki y la presumible intención de cruzar el Dniéper por distintos lugares para asegurarse el control de la orilla oriental y a partir de ahí continuar el avance hacia el sur.

Por el bando ruso, como señala el Institute for the Study of War en su informe de este lunes, 1 de mayo, el caos sigue campando a sus anchas. Sus fuerzas armadas se han convertido en una especie de reino de taifas: una colección de ejércitos privados que funcionan de manera independiente en busca de su propia medalla y con muy escasa colaboración con el ejército regular controlado -se supone- por Valeri Gerasimov.

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Incapaces de completar la conquista de Bakhmut, en la que unos pocos barrios del oeste siguen resistiendo, el propio Eugeni Prigozhin, líder del Grupo Wagner, afirmaba este fin de semana que solo estaba llegando un tercio de los 300 millones de toneladas de munición necesarias para afrontar el asalto final.

De no cambiar la situación, insistía Prigozhin en un vídeo publicado en redes sociales, Wagner se retiraría ordenadamente de la ciudad a partir de principios de mayo, "para no tener luego que correr como ratas cobardes".