Tomás Serrano

Política 28-M

Sánchez y Feijóo encaran la campaña convirtiendo la crítica política en un alud de ataques personales

El presidente se presenta en el Senado como el abanderado frente al "neoliberalismo" y el líder del PP dice que derogará "el sanchismo".

26 abril, 2023 02:17

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo han alcanzado este martes el episodio de la precampaña electoral en el que los líderes de los dos principales partidos se descalifican mutuamente e intercambian golpes a la cara sin miramiento alguno.

SánchezFeijóo no son candidatos en esas elecciones, pero sí se juegan gran parte de su vida política en las urnas del 28-M, y así lo demostraron en el Senado, en el nuevo cara a cara entre ambos. 

Encaran la campaña convirtiendo la crítica política en un alud de ataques personales y sin disimular el desagrado que siente el uno por el otro. Sus palabras las acompañan de gestos visibles desde sus escaños y desde la tribuna que trascienden la discrepancia para convertirse en desprecio y desagrado personal.

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Fue una sucesión de descalificaciones mutuas con intención de reforzar a los suyos de cara a esos comicios y a las generales del mes de diciembre. Sánchez intentó de nuevo horadar la imagen de Feijóo, recuperando lo de la “mala fe o la insolvencia”, para mostrar en un tono especialmente agrio que su oponente no está capacitado para ser presidente y, sobre todo, para movilizar a los suyos y evitar que gobierne la derecha y la extrema derecha.

De hecho, se detuvo en lo que considera una “decepción” porque, según explicó, esperaban un líder de la oposición moderado y Feijóo ha terminado por “arrastrar al PP hacia la extrema derecha”. En ese argumento se incluye otra referencia dirigida a movilizar a sus votantes.

El presidente entiende que estos debates son armas políticas que le favorecen para intentar remontar las encuestas y seguirá forzándolos de aquí a octubre, cuando se disuelvan las Cortes. Lo hará con las líneas estratégicas de la "insolvencia" de su rival, el refuerzo de su posición frente a la derecha y su relato de la legislatura.

Y Feijóo lo hizo golpeando a propósito de lo que definió como el “deterioro del Gobierno”, es decir, las contradicciones en el seno del Ejecutivo. “Me avergonzaría tener un Gobierno como el suyo”, le dijo a Sánchez, para concluir con el lema del día: “Derogaremos el sanchismo”.

Con esta última frase pretende mostrar a los suyos y a los potenciales votantes que el PP es la opción que recogerá todo el malestar contra Sánchez, todo el voto útil de quienes rechazan al actual Gobierno. Es decir, que frente a ese desbarajuste en el Ejecutivo están el PP y su líder, el de las cuatro mayorías absolutas en Galicia, como el único que puede poner orden. Se trata de agrupar el voto útil del centro, la derecha y la extrema derecha frente al "sanchismo".

El presidente del Gobierno aprovechó con detalle los tropiezos de su oponente, sobre todo, los que tienen que ver con sus predicciones económicas negras y con las referencias fallidas a la política exterior. Por ejemplo, el acto sobre Hispanoamérica, con predicadora/curandera incluida, el mismo día que Sánchez participaba en la Cumbre Iberoamericana.

El líder socialista lamentó que Feijóo le descalificara, pero a continuación desgranó expresiones duras y agrias sobre su oponente como “soberbia que cabalga a lomos de la ignorancia”, “insolvencia supina”, “esto no lo cura ni una curandera”, “esto le viene grande o esto le queda muy lejos”, entre otras.

Intercambio de golpes

El líder del PP golpeó con las contradicciones, errores y rectificaciones de la ley del “sólo sí es sí”, para pedirle que, al menos, le agradezca el apoyo de los populares a la marcha atrás en la ley.

“Lo hago convencido por las mujeres y no avergonzado por las elecciones como hace usted”, le dijo a Sánchez, para cerrar con un contundente: “O cesa a alguien o váyase usted”.

Y Sánchez se dirigió a los suyos recuperando el discurso más a la izquierda que, según su equipo, sigue para reforzar el voto tradicional del PSOE. Para ello utilizó en tono crítico o despectivo unas cincuenta veces la expresión “neoliberalismo”, en contraposición con lo que hace el Gobierno con medidas sociales. “O yo o el neoliberalismo”, vino a ser su mensaje.

También con algunas expresiones como “dinastías y linajes al frente de grandes poderes económicos", “la misma élite de siempre” o “los megarricos”.

En el largo intercambio, Feijóo se metió en el complicado jardín de contraponer la forma en la que él llegó a la presidencia del PP y la forma en que llegó Sánchez. Yo soy presidente de mi partido porque me lo pidieron mis compañeros”. El presidente, tras las risas, le dijo que él llegó con primarias, mientras que el líder de la oposición lo hizo como consecuencia de “un caso de corrupción” de una dirigente regional del PP, es decir, Isabel Díaz Ayuso.

Sobre los temas de fondo, como era previsible, el presidente del Gobierno insistió en dos asuntos que considera ganadores para él: la vivienda y Doñana.

Ambos tienen para él la ventaja de dirigirse también a un electorado que le interesa, el joven y el concienciado con el cambio climático y el medioambiente.

Para la vivienda subió su apuesta de nuevos pisos públicos, llegando a 130.000, y sobre Doñana arremetió contra el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, con el lema del “salvar Doñana” que repiten todos los ministros desde hace una semana.

En esto, Feijóo mantuvo la defensa de la posición de su principal barón regional y su primer apoyo para ser presidente del PP, aunque refugiándose en la necesidad de un pacto sobre el agua, más que entrando en el fondo de la iniciativa de Moreno.

Y, dado que Moncloa le había preparado un largo historial de referencias a la gestión de Feijóo en la Xunta de Galicia y de Moreno en Andalucía, el líder del PP le hizo ver que más que presidente del Gobierno es ya líder de la oposición de esas dos comunidades