Paso a la mujer que se abre paso. Teresa Freixes no necesita de cuotas vejatorias para ser reconocida en toda Europa como una de las autoridades indiscutibles en derecho constitucional. Su prestigio intelectual se ha consolidado en España y en la Unión Europea. La voz de Teresa Freixes se escucha con la atención que merece su independencia de juicio, su libertad personal y el profundo conocimiento de la ciencia jurídica.

En medio de la disparatada situación a la que nos ha conducido un Gobierno mantenido por veinte partidos políticos contradictorios, la voz de Teresa Freixes nos desvela la fuerza de la serenidad, el sosiego y la moderación. Su nuevo libro En defensa de la Transición (Almuzara) no ha podido ser más oportuno. Analiza la autora la deslealtad constitucional de quienes para permanecer en el poder necesitan el apoyo de los partidos secesionistas vascos y catalanes, tanto de izquierdas como de derechas.

Se nutre del pensamiento de Kelsen, también de Hart para subrayar la importancia de la seguridad jurídica y considera que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea contribuye a garantizar esa seguridad en algunas naciones en las que ciertos partidos políticos politizan los tribunales constitucionales Y afirma con rotundidad: “Son los jueces quienes han de controlar a los políticos, no los políticos a los jueces”. A la autora del libro le da “grima” que en ocasiones “sean diputados electos los que “graznan en sus escaños” o claman contra los jueces prevaricadores que no son otros que los que aplican la ley cuando se cometen delitos.

Estudia Teresa Freixes el debate federalista que agita la vida política española y considera inacabado nuestro modelo. No comparte “como catalana, española y europea la idea de singularidad que se pretende para algunas comunidades autónomas, la catalana, por ejemplo”. Chirría en el proceso de integración federativa.

La autora se muestra hostil a un derecho de autodeterminación que no ampara la Constitución de 1978 y pone un ejemplo esclarecedor: “Cuando en Baviera se intentó que le fuera reconocida la posibilidad de autodeterminarse, la sentencia del Tribunal Constitucional negó tal posibilidad y fue aceptada sin mayores problemas”.

En medio de la disparatada situación a la que nos ha conducido un Gobierno mantenido por veinte partidos políticos contradictorios, la voz de Teresa Freixes nos desvela la fuerza de la serenidad

Me ha parecido particularmente interesante su rechazo a “la pretensión de desmantelar la Monarquía parlamentaria” en España. Cita desde Jellinek y Laband hasta Mortati y Hesse para respaldar su posición. “¿Alguien cuestiona –se pregunta– la legitimidad democrática de todas esas monarquías que no han sido sometidas a un referéndum específico para constituirlas?”. Suecia, Noruega, el Reino Unido están consideradas como Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Japón, Australia o Canadá entre los países políticamente más libres del mundo, socialmente más justos, económicamente más desarrollados, culturalmente más progresistas.

Se refiere Teresa Freixes a repúblicas como Corea, China, Venezuela o Cuba para afirmar: “No es ser monarquía o república lo que identifica a las democracias, sino el respeto al Estado de Derecho”. Considera, en fin, la autora que no es la Constitución española el problema, “el problema reside en cómo se la está desnaturalizando”. No se trata, por otra parte, de reformar la Constitución, sino, como afirma en el prólogo Alfonso Guerra, de introducir reformas en la Carta Magna.

Y, por cierto, ese prólogo de Alfonso Guerra me ha parecido del mayor interés. Considera la Constitución de 1978 como “el más importante documento escrito por los demócratas españoles de todos los tiempos”. “Es un acto de paz –afirma– el cierre definitivo de la guerra civil, de una larga dictadura y de dos siglos de enfrentamientos”. El que fuera vicepresidente de Felipe González, nuestro gran hombre de Estado del siglo XX español, respalda a Teresa Freixes y critica, desde la mesura y la serenidad, los errores cometidos por el Gobierno actual.