En uno de los apuntes reunidos en Sobre Kafka (Galaxia Gutenberg), anota Elias Canetti: “¿Cómo creer que he sido contemporáneo de Pessoa durante treinta años? Pero ¿no he sido durante diecinueve años contemporáneo de Kafka?”.

Llamó mi atención este apunte porque yo mismo me he entretenido más de un rato haciendo cuentas de los años que he sido contemporáneo de escritores a los que venero o admiro, o por los que he sentido un particular interés, llevándome al hacerlo algunas sorpresas.

Nací en 1960, pero pongamos que hasta 1976 no comenzara a tener un mínimo juicio o discernimiento como lector, y empecemos las cuentas a partir de esta fecha.

He sido contemporáneo de Vladimir Nabókov hasta los 17 años; de Jean-Paul Sartre y Roland Barthes hasta los 20; de John Cheever hasta los 22; de Truman Capote hasta los 24; de Saul Bellow hasta los 26; de Raymond Williams hasta los 28; de Samuel Beckett y Leonardo Sciascia hasta los 29; de Graham Greene hasta los 31; de Elias Canetti hasta los 34; de May Sarton hasta los 35; de Ernst Jünger hasta los 38; de Iris Murdoch hasta los 39; de Susan Sontag hasta los 44; de Doris Lessing hasta los 53; de John Ashbery hasta los 57; de V.S. Naipaul y Philip Roth hasta los 58; de George Steiner hasta los 60; de Louise Glück y de Charles Simic hasta los 63…

El tópico "cualquier tiempo pasado fue mejor" también afecta al campo literario, pero hoy hay tantos grandes escritores y escritoras como en cualquier época

Improviso esta lista al tuntún, sólo a efectos de inventario. Debería tener una mucho más completa, convenientemente preparada, para sacarla a colación cuando oigo decir a unos y otros que la literatura ya no es lo que era, que los grandes libros y los grandes escritores son cosa de otro tiempo.

¿De otro tiempo? ¿Y todos estos, a los que, de haberse dado las circunstancias, o de haberlo yo deseado mucho, podría haber conocido en persona? ¡He sido contemporáneo de todos ellos! Como de tantos otros que viven aún y que bien se pueden medir con ellos.

A Joseph Brodsky lo oí recitar en Barcelona en 1993; trabajando en Tusquets, tuve ocasión de tratar, lleno de tímida veneración, a Friedrich Dürrenmatt y a Milan Kundera; en 1980 escuché a Jorge Luis Borges y a Juan Carlos Onetti y a Italo Calvino en unas míticas jornadas organizadas por la editorial Bruguera; me cupo en cierta ocasión presentar en el Instituto Goethe a Günter Grass…

Ya en el campo de la literatura en lengua española, he tenido la suerte de conocer de más lejos o más cerca (y en algunos casos editar aún en vida) a casi todos los escritores que leía y admiraba siendo muy joven, desde Rafael Alberti en adelante...

Batallitas, sí, que traigo al recuerdo al hilo del citado apunte de Canetti para compartir la perplejidad de haber sido contemporáneo de tantos grandes escritores y escritoras que para lectores de generaciones posteriores a la mía, como para mí mismo a menudo, probablemente tengan un aura mítica y por lo tanto remota pero que pertenecen al caudal siempre proceloso de una literatura que no cesa.

He sido treinta y cuatro años contemporáneo de Elias Canetti, que lo fue de Fernando Pessoa y de Franz Kafka, que lo fueron de Henry James y de Friedrich Nietzsche y de Stéphane Mallarmé, que lo fueron de Charles Baudelaire y de Gustav Flaubert y de Herman Melville…

El efecto “cualquier tiempo pasado fue mejor” rige también para el campo literario, pero si por un improbable azar leyera esta columna un joven o una joven letraherida, nostálgicos de tiempos que no les ha tocado vivir, que les sirva para permanecer atentos a los que sí les han tocado (vivos están J. M. Coetzee, Peter Handke, Patrick Modiano, Anne Carson) y en los que no me cabe duda de que, pese a tanta cantinela crepuscular, se cuentan tantos grandes escritores o escritoras como en casi cualquier siglo o épocas pasadas.