Image: Luz de juventud

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Novela

Luz de juventud

Ralf Rothmann

27 julio, 2018 02:00

Ralf Rothmann. Foto: Libros del Asteroide

Traducción de Marina Bornas. Libros del Asteroide. Barcelona, 2018. 232 páginas. 19,95 €. Ebook: 11,99 €

No es extraño que Ralf Rothmann (Schleswig, 1953) sea uno de los autores más prestigiosos de la literatura alemana contemporánea ni que algunos de sus libros, como este Luz de juventud, haya sido llevado con éxito al cine en una hermosa adaptación de Adolf Winkelmann (2016). Si ya deslumbraba Rothmann con su Morir en primavera -aquella historia de dos adolescentes absurdamente reclutados a la fuerza para luchar en el Frente del Este en el trágico final de la Segunda Guerra Mundial-, en Luz de juventud el registro es bien distinto, aunque el recuerdo del combate y de la destrucción lata en el fondo o asome en el pasado reciente, doloroso y atormentado de la figura paterna.

Esta vez, el autor relata los años sesenta en Alemania, en el Ruhr, contados desde la sutil y afinada mirada hiperperceptiva de un niño de doce años, Julian, hijo de un esforzado minero. También el padre del autor fue minero en el Ruhr, dato biográfico que ha marcado muchas de sus obras. Rothmann es un espléndido narrador, capaz de seducirnos mientras detalla el submundo de galerías, silencios, humedades y peligros con el que el padre del protagonista tiene que lidiar, pero también a la hora de retratar el reducido entorno en el que crece este casi adolescente que, a la fuerza, debe madurar demasiado pronto: su casa, su jardín, sus juegos solitarios o en pandilla (la cabaña, el club de los animales), los castigos corporales de los maestros y progenitores, la caracterización de un padre tan noble y honrado como él y de una madre tan elegante y hermosa como desquiciada y enferma, la hermosa ingenuidad y lealtad de su pequeña hermana Sophie, personaje entrañable y sensible.

Ralf Rothmann consigue iluminarnos para que no perdamos el detello de la luz ni de la buena literatura

La época queda perfectamente descrita en las costumbres y objetos de uso cotidiano, en las marcas de alimentos, automóviles, cigarrillos o relojes, en el régimen de vida de las viviendas o en los primeros supermercados Spar. Rothmann traza un espléndido lienzo de aquella Alemania obrera, de aquel proletariado minero de la cuenca del Ruhr, compuesto por familias que a duras penas llegaban a fin de mes y vivían endeudados en sus pequeñas compras diarias o en los plazos de sus televisores, muebles o ropas. El vecindario se va revelando como una galería de puros supervivientes. El retrato de familia se transciende hacia toda una comunidad. La penuria y la penalidad atenazan también a niños como Sophie, en su ingenua añoranza de unas vacaciones que no pueden permitirse por muchos extenuantes turnos nocturnos que acumule el padre.

Rothmann -como se dijo, hijo de minero- despliega un conocimiento extenso de las actividades del interior de la mina, de los detalles técnicos del trabajo, los movimientos, herramientas, hallazgos… La progresiva atracción física por el cuerpo femenino y el descubrimiento de la sexualidad es otro de los asuntos hermosos: la disparatada y atractiva adolescente Marusha, vecina del niño Julian, es protagonista de pasajes realmente logrados. Un secundario bien delineado e interesante es el solitario anciano Pomrehn. El reverso -también excelentemente descrito- es el inquietante y diabólico Señor Gorny.

Un asunto nuclear, propio de muchas obras emblemáticas de la literatura alemana (Siegfried Lenz, Günter Grass…) es el cumplimiento del deber (incluso de la alegría en el deber) ejemplificado en las figuras paternas. Aquí, además, el libro está recorrido por la admiración del niño por el sacrificio y el afán que su metódico padre pone para sacarlos a todos adelante. En ese ambiente de apreturas y necesidad, padre e hijo comparten un sentido profundo de la honestidad y la dignidad. Y también, como se verá en dos hermosos diálogos (pags. 139 y 207) una sólida convicción de la importancia de ser seres libres pese a las circunstancias adversas. Junto a la oscuridad (del Sr. Gorny o de la mina), junto al aire creciente de tragedia, Rothmann consigue iluminarnos entre sórdidas galerías para que no perdamos el destello de la luz ni el de la buena literatura.