Ensayo

El precio de la culpa

Ian Buruma

22 julio, 2011 02:00

Traducción de Claudia Conde. Duomo, Barcelona, 2011. 406 páginas, 19'80 euros


¿Se puede asumir el pasado cuando éste incluye Auschwitz y la masacre de Nankín? ¿Tienen que sentirse responsables los actuales Estados democráticos de Alemania y Japón de las agresiones cometidas por los anteriores Estados dictatoriales? Más aún, ¿deben sentirse moralmente concernidos sus ciudadanos de hoy en día por los atroces crímenes que perpetraron sus antepasados? En el caso de que la respuesta sea de algún modo afirmativa, ¿hasta cuándo deben cargar con la culpa? Culpa, vergüenza, petición de responsabilidades… De todo ello trata este libro inclasificable del escritor holandés Ian Buruma (La Haya, 1951), mitad ensayo, mitad reportaje periodístico, con algunos toques socioló- gicos y un trasfondo inevitablemente histórico. Escrito originalmente en 1994, aparece ahora en español con un suculento prólogo redactado después del último tsunami japonés, que sirve de puesta al día de varias de las ideas que se desarrollan en las páginas posteriores.

Según aclara el subtítulo, el propósito fundamental de la obra es analizar de forma comparada cómo Alemania y Japón interpretan su pasado más estremecedor: en breves palabras, el feroz militarismo nipón y la barbarie nazi. Aunque Buruma adopta un estilo impresionista, reacio a la sistematización y las conclusiones, el lector atento podrá espigar en el recorrido algunas ideas fundamentales para trazar un mapa esclarecedor del problema planteado. El punto de partida inevitable es el reconocimiento de la radical diversidad entre uno y otro pueblo, derivada de las respectivas posiciones geográficas, la historia y la pertenencia a dos civilizaciones diferentes. Pero, más allá de ello, Buruma traza otras discrepancias coyunturales, pero no menos significativas, que serían el resultado de cómo vivieron uno y otro país los sucesos del siglo XX.

Se trata de una cuestión fundamental, porque Japón no protagonizó un Holocausto ni, por tanto, se vio abocado a una revisión tan radical del pasado como la que tuvo que hacer Alemania con el III Reich. La gran nación oriental podía refugiarse además en una retórica de legítima resistencia antioccidental, mientras que Alemania difícilmente podía justificar su agresividad y, complementariamente, en el capítulo de agravios sufridos -Dresde por ejemplo- jamás podía estar a la altura de un Hiroshima. En definitiva, la actuación nipona en la guerra mundial resulta por todo ello más fácil de justificar: hasta el sádico militarismo de las tropas del Emperador podía "entenderse" en el capítulo de los horrores inevitables de cualquier contienda bélica. Así las cosas, se dibujan dos tendencias diferencia- das: la actitud germana hacia el pasado se orienta hacia una interiorización de la culpa que bordea el masoquismo -como una lengua que repasa de modo incansable una muela dolorida-, mientras que Japón tiende a una amnesia sospechosa que a veces raya, según Buruma, en una ingenuidad cuasi infantil.

Es verdad, con todo, que no faltan los paralelismos elocuentes, derivados de unos hechos brutales que no resultan menos traumáticos simplemente porque no se quieran reconocer. Ambos pueblos rezuman una palpable incomodidad hacia lo que ahora se percibe mayoritariamente como un comportamiento indigno en esa etapa cercana. El peso del pasado conduce a una actitud social dubitativa, oscilante entre la inhibición y el complejo de culpabilidad. Es patente por ello en una y otra nación una desconfianza residual hacia sí mismas, lo cual constituye en opinión de Buruma un dato revelador de que la herida del ayer no ha terminado de cicatrizar. Es curioso que en cierto modo ambas sociedades aspiren en este ámbito a algo tan simple e impreciso como la "normalidad": dos capítulos del libro llevan precisamente en su epígrafe este concepto.

Cuando en nuestro país se habla tanto de memoria histórica en términos miopes o descaradamente oportunistas, conviene asomarse a obras como las de Buruma para constatar que no somos los únicos en enfrentarnos a un pasado conflictivo y que muchas otras naciones tienen una historia reciente bastante más tortuosa que la nuestra.