
Salma El Moumni. Foto: J. F. Paga / Sexto Piso
Salma El Moumni, escritora marroquí: "Las chicas jóvenes no entienden por qué sus cuerpos son mirados así"
La joven autora debuta con 'Adiós, Tánger', una novela que indaga en las violencias sutiles, interiores y cotidianas que marcan la adolescencia.
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En los años 70, For Bread Alone fue censurado en Marruecos. El relato autobiográfico de Mohamed Choukri, ambientado en las calles de Tánger, hablaba sin filtros de hambre, deseo y marginalidad. Salma El Moumni (Marruecos, 1999) recuerda haberlo leído a escondidas en la biblioteca de su colegio. Aquella voz, la de un niño clandestino que deambula por una ciudad fronteriza, dejó una huella.
Décadas después, El Moumni debuta con una novela que también habla desde los márgenes: Adiós, Tánger (Sexto Piso, 2025). Se trata de un retrato íntimo y político de una adolescencia marcada por el desarraigo, el deseo y la vigilancia constante del cuerpo. Con una prosa directa y sin concesiones, la autora muestra la dificultad de buscar la libertad entre las calles de la ciudad marroquí.
Nacida y criada en Marruecos, El Moumni se trasladó a Francia con 17 años para estudiar en Lyon. Desde entonces, ha vivido en varias ciudades pero nunca más de dos años en la misma. "Nunca me he sentido arraigada a un lugar, tampoco ahora en París. Tánger sigue siendo mi hogar. Hay una familiaridad inmediata cuando puedo usar mi lengua materna. Como me fui joven, Marruecos fue mi infancia; Francia han sido mis veinte", cuenta a El Cultural.
Escritora nómada y bilingüe, El Moumni escribe en francés, pero su lengua materna se filtra en cada línea. "Aunque escribo en francés, intento insertar cosas del árabe, ya sea en el significado de los nombres o en una forma de describir con repeticiones, una redundancia que es clásica en nuestra literatura". Creció marcada por la escritura de Choukri, Camille Laurens, Annie Ernaux, Delphine de Vigan. Y fue así cómo maduró su primera novela.
La violencia del adentro
Adiós, Tánger narra el tránsito hacia la edad adulta de Alia, una joven que vive bajo la presión de las miradas ajenas. "Una crece con la mirada masculina encima desde muy joven", dice El Moumni. "No recuerdo un solo día en el que no me preguntara si me estaba poniendo en peligro, y cómo me percibían los hombres".
La novela se adentra en formas de violencia menos tangibles, las que vienen del afuera y las que persisten desde adentro. Según ella, todas las decisiones se toman según a qué hora vas a volver, por dónde vas a pasar, a quién te vas a cruzar, en qué barrio estás… "Es una cuestión que siempre está ahí y como mujer no puedes deshacerte de eso".
Pero esa vigilancia no termina al cerrar la puerta de casa: "La violencia también está dentro del hogar". Como una esponja que ha absorbido demasiada agua, aunque ya no quede más alrededor, sigue empapada: así visualiza la escritora esa sensación. "Cuando la protagonista se queda sola en su habitación, sigue pensando en eso, sigue preguntándose. Las chicas jóvenes no entienden por qué sus cuerpos son mirados así".
El Moumni explora esa tensión constante entre lo propio y lo impuesto. El espejo, los ojos que juzgan, que se vuelven contra una misma, se convierten en una figura central del libro. Por eso, confiesa, era importante escribir en segunda persona. Un "tú" íntimo y desafiante que interpela, incómoda y revela la fractura de identidad que atraviesa a la protagonista. Pero también una forma de distorsionar el discurso, introducir ironía, observarse desde fuera.
Una lengua sin etiquetas
La autora forma parte de una generación que reclama una nueva relación con la lengua francesa. "Desde los años 60 y 70, tras la descolonización, hubo pensadores marroquíes que reflexionaron sobre el mundo posterior en francés o en otros idiomas. Tenemos una diáspora rica, y eso es genial: también es una forma de tomar revancha sobre la lengua que nos colonizó, de expresarla de otra manera".

Portada de 'Adiós Tánger' (Sexto Piso)
En ese sentido, El Moumni rechaza la palabra "francofonía". "Es un término que detesto porque subraya la diferencia entre el francés 'de verdad', el de Francia, y el de las creaciones extranjeras. Yo no creo que exista esa diferencia. Y creo que muchas escritoras jóvenes estamos cuestionando eso, reivindicando nuestra voz sin etiquetas".
¿Qué significa hablar de todo permanentemente en una lengua que no es la tuya? ¿Qué provoca eso entre nuestros pensamientos, nuestros sueños, nuestro monólogo interior?, se preguntó la joven escritora. "Es como un velo muy fino entre tú y el mundo. Cada frase necesita un clic interno para traducirse, y eso borra la espontaneidad".
Levantar la voz
Adiós, Tánger es la historia de una joven que se enfrenta al fantasma creado por una figura completamente social, construida por múltiples miradas. Así, el lector queda atrapado entre dos dimensiones de una misma persona. "Y, como todas hemos vivido los desarraigos de Alia, hay algo que golpea, que me obligó a responder", dice El Moumni.
Aunque hoy se hable más de estos temas, sigue siendo muy difícil visibilizarlos, sobre todo en países dónde la libertad de expresión no existe y la mujer sigue siendo objeto, mirada, deseo. Alia, su personaje, toma la palabra sin pedir permiso. El Moumni admite que su protagonista es más valiente que ella. Hablar, para Alia, no era una opción, sino una cuestión de supervivencia. Y contar su historia, una necesidad urgente para su autora.
Si te callas, serás libre
Por esto, Adiós, Tánger es también una novela profundamente política. La protagonista no quiere ser un símbolo, pero tampoco puede dejar de serlo: su existencia misma se convierte en una afirmación política. "La política está en todas partes: en lo que comemos, cómo nos vestimos, cómo nos acostamos. Si eres una mujer marroquí en Francia, tu existencia ya es política, aunque solo quieras ser una persona más. Cada día en la calle te lo recuerdan".
Aun así, El Moumni no comparte la visión pesimista que desde Europa se tiene del feminismo en Marruecos. "Creo que Europa tiene una visión más negativa de nuestro horizonte de posibilidades que la realidad en Marruecos. Yo soy bastante optimista. Hay un gran movimiento feminista, hay reivindicaciones activas por cambios en las leyes y nuevas formas de pensarse". Hay luchas, sí, pero también hay fuerza, deseo de transformación, cuerpos que se levantan.
Su apuesta literaria, sin eufemismos ni disfraces, quiere romper precisamente con esa lógica del miedo. "Quería hacer hablar a esta chica que durante mucho tiempo confundió el silencio con la libertad. Y ver qué pasa cuando, de repente, estas mujeres se ponen a hablar". Lo que hace El Moumni es dejar que esa voz finalmente estalle. Y, al hacerlo, le da forma a una libertad que ya no se puede callar. Y hoy, su voz ha sido escuchada. Y no solo en Francia.