Letras

Fragmento de Larry King. Mi gran historia

por Larry King. Laooconte

26 abril, 2010 02:00

Larry King.

Laooconte

Ahora, después de más de 40.000 entrevistas, este periodista de la CNN, uno de los más populares de Estados Unidos, cuenta su propia historia, desde sus orígenes humildes en Brooklyn durante la Gran Depresión hasta convertirse en una celebridad como presentador del programa Larry King Live. Lo hace en su autobiografía Larry King. Mi gran historia, de la que adelantamos un fragmento.

CAPÍTULO 4
El hogar está donde están los amigos
Paul Newman me contó en una ocasión que cada vez que llegaba a una ciudad en la otra punta del mundo tras un largo vuelo, encendía la tele del hotel para verme. Era su conexión con América, dijo, la conexión con su hogar.

Un montón de gente me ha hecho ese tipo de comentarios en los últimos años. El mapa que tengo de fondo en mi plató de la CNN es una de las imágenes más reconocibles del mundo. He estado delante de ese fondo noche tras noche durante casi un cuarto de siglo. Quizá, como bromeaba Woody Allen, el 80% del éxito consista en dejarse ver. Pero esa sensación hogareña de la que habla la gente, hay mucho más en ello que sentarse frente a un micrófono noche tras noche. Yo creo que viene de Brooklyn.

No puedo imaginarme un lugar mejor en el que crecer que el Brooklyn de los años 40. Entonces, Brooklyn tenía todas las ventajas de un pueblo pequeño. El carnicero y el dueño de la tienda de golosinas eran como de la familia. Había una permanencia. Después de todos estos años, aún está la foto de mi amigo Sid y su equipo de baloncesto All-Star en la vitrina de la Casa de la Comunidad Judía de Bensonhurst. Y sin embargo el Brooklyn en el que crecimos era más grande que Filadelfia. Podías coger el metro e ir a ver a uno de los tres equipos de béisbol más importantes de la liga. Brooklyn era el hogar de millones de inmigrantes. Así que era un lugar en el que la permanencia se mezclaba con el cambio. Dicen que si caminas por cualquier calle de América, una de cada seis personas que encuentres tendrá alguna relación con Brooklyn.

No es que me diera cuenta de lo maravilloso que era el lugar cuando me marché, ya lo sabía cuando vivía ahí. Cualquiera que creciera en Bersonhurst te diría que aquellos años de la infancia fueron los mejores de toda su vida. Nadie se mudaba, nadie se divorciaba, y tus amigos lo eran para siempre. Cincuenta años después, podías caminar por la calle, encontrarte a alguien a quien conocieras del instituto, y volveríais a ser los mejores amigos en cinco minutos. Quizá se pueda decir esto de muchos lugares. No he crecido en ningún otro lugar y no puedo comparar. Aunque Mario Cuomo me dijo en una ocasión.

-Todo el mundo ha oído hablar de Bensonhurst. No sé qué es lo que tiene, yo crecí en Queens. Tenía muchos amigos, y una gran infancia, pero el lugar en el que tú creciste tenía algo especial. Lo sabíamos hasta en Queens.

Simplemente el pasear hacia la esquina de la calle Ochenta y Seis con Bay Parkway te proporcionaba amigos con motes.

Ahí estaba Kaplan, el Tintas, que le dijo a un profesor que se bebería el tintero de su mesa antes de pedir perdón por algo que había hecho en clase. Tuvo los dientes azule durante seis meses… y de mayor se convirtió en dentista.

Y ahí estaba Horowitz Quién-que. Si le hablabas de alguien el decía, "¿Quién?" como si no te hubiera oído. Y tú le decías, "¿qué?". Así se convirtió en Quién-que.

Joe Bellen era Joe Arbustos. No sé por qué era Joe Arbustos. Pero era Joe Arbustos, y siempre ha sido Joe Arbustos. Yo era Zeke, el Bocafloja, porque siempre estaba hablando.

Mi mejor amigo, Herb Cohen, era Herbie el Negociador. Herbie siempre se metía en líos y era especialista en sacarnos de líos después de meternos en ellos hasta el cuello. Nuestra química era perfecta. Me encantan los estímulos. Herbie era puro estímulo.

Le conocí en el Colegio Público 128, cuando nos dieron dos señales de Stop y nos mandaron a controlar el tráfico frente al colegio. "Qué te parece si les das paso a los de tu lado" sugirió Herbie, "y yo a los del mío". Indicamos a los coches para que se embotellara todo y creamos un atasco que se extendió a lo largo de varias manzanas.

El director quería vernos... y a nuestras madres. Era otra de las muchas veces en las que mi madre tenía que darse el paseo hasta ese despacho. Pero al menos aquella vez hizo amistad con la madre de Herbie.

Hay millones de anécdotas con Herbie. Pero la definitiva es la historia del Mopa. Ocurrió cuando íbamos a noveno. En el sistema educativo de Nueva York, noveno era el último año en el colegio. Al año siguiente iríamos al instituto Lafayette.

A mitad de curso nos dimos cuenta de que un chaval llamado el Mopa había dejado de venir. Su nombre real era Gil Mermelstein. Pero le llamábamos el Mopa porque tenía el pelo rizado y despeinado. Pasaron unos días y el Mopa no aparecía. Así que fuimos a su casa para ver qué ocurría. Ahí estaba yo, que quería ser comentarista. Ahí estaba Herbie el Negociador, que quería ser abogado. Y Brazzi Abbate, que quería ser médico. Las persianas de la casa del Mopa estaban bajadas. Sentado en la acera estaba el primo del Mopa, que vivía en Nueva Jersey. Era su único familiar vivo en el Noreste.

Había ocurrido una desgracia, nos dijo su primo. El Mopa tenía tuberculosis. Tan pronto como se lo diagnosticaron, sus padres se lo llevaron a Tucson, Arizona, con la esperanza de que el clima le ayudara a recuperarse.

Su primo había venido desde Jersey para avisar al colegio de que el Mopa se había mudado, y para esperar a que cortasen la línea telefónica.

-Mira, no hay motivo para que te quedes aquí hasta mañana para decirlo en el colegio -le dijo Herbie-. Puedes volver a tu casa en Jersey en cuanto corten la línea. Nosotros iremos al despacho mañana y les informaremos de la situación.

-¿Me haríais ese favor? -preguntó el primo.

-Claro.

El primo se fue. Bajábamos la calle. Aún puedo verlo, y aún me pone los pelos de punta. Herbie dijo:

-Tengo una idea.

-¿Qué? ¿Qué vas a hacer?

-Les diremos en el colegio que el Mopa ha muerto. Mientras, como mejores amigos del Mopa, iremos recaudando dinero para enviar flores a la familia. Recaudaremos el dinero y nos lo gastaremos en perritos calientes y knishes5 del Nathan's. No puede salir mal. El colegio llamará a su casa. Pero no habrá nadie. En el colegio no saben nada sobre su primo de Jersey."

-Sí, bueno, pero ¿qué pasa si el Mopa vuelve al cole?

-Bueno, entonces ya estaremos en el Lafayette -dijo Herbie-. Se convertirá en una anécdota graciosa.

Decidimos seguir adelante. Fuimos a buscar a la señora Dewar el día siguiente con cara de profunda tristeza.

-El Mopa ha muerto.

Lloros. Las chicas. Los amigos.

La señora Dewar lo comunicó a la oficina. El director, Dr. Cohen, llamó a la casa. La operadora le dijo que la línea había sido cortada. Escribieron "Fallecido" en los informes del Mopa. Herbie, Brazzi y yo fuimos por ahí recogiendo el dinero para las flores. Después fuimos al Nathan's y nos pusimos morados de perritos calientes y de knishes.

Unos días después, teníamos un mensaje de secretaría. Llamaron a Herbie, Brazzi y Larry al despacho del director. Cuando íbamos por el pasillo, yo ya estaba a punto de echarme a llorar. Mi padre estaba muerto y yo me había metido en otro lío. "Nunca seré médico. Nunca seré médico." Herbert decía, "No pasa nada. No pasa nada. Les diremos que habíamos oído que el Mopa había muerto. Nos alegraremos cuando oigamos que está vivo. Les diremos que dimos el dinero a la caridad y que haremos lo que podamos para recuperarlo." [...]