Kestutis Cicènas y Greta Grineviciute  protagonizan 'Slow'

Kestutis Cicènas y Greta Grineviciute protagonizan 'Slow'

Cine

'Slow', guía de usuario para una pareja de sexualidad atípica

La película de la lituana Marija Kavtaradze adquiere una personalidad, una fisonomía propia, que pasa por colocarnos en el impudor de la observación.

19 enero, 2024 01:23

El primer desafío de una película como Slow es confiar en la comunicación de los cuerpos. Todo se negocia en esa danza del amor que dos amantes, Elena y Dovydas, dos intérpretes debutantes, Greta Grineviciute y Kestutis Cicènas, sostienen bajo la eficaz dirección de la lituana Marija Kavtaradze.

Sobre la base de una aproximación naturalista a esos cuerpos, a esa necesidad de expresar sus anhelos y taras sentimentales, el filme se perfila en ocasiones hacia una emoción forzada al servicio de la dictadura musical –un tema aquí, otro allá–, y dejar que las palabras y cadencia de la canción dicten lo que sienten.

No asoma la catástrofe en esos desvíos, hay un buen gusto asociado, pero su intención se hace transparente, enfática, innecesaria, es decir, todo aquello que no debería ser el amor. Porque el amor romántico, y sus cuerpos, es el corazón del filme.

En todo caso, Slow consigue en sus primeros compases aquello que la convierte en una apuesta ganadora –candidata lituana al Oscar–, que pone la función en marcha desde un lugar creíble. El encuentro entre la bailarina y el intérprete de lengua de signos, actividades sin palabras, cuya materia prima es el cuerpo, trasciende en los primeros segundos el pacto profesional para despertar vínculos secretos, invisibles.

Es hermoso encontrarse con cineastas que saben controlar los tiempos y las distancias desde los que filmar las flechas de Cupido. A partir de ahí, la mitad del juego está ganado. Tras un cortejo de gestos y miradas que se prolonga un par de escenas (¿por qué aún no ha ocurrido nada?, ¿qué les detiene?), Dovydas confiesa su asexualidad, su imposibilidad para sentir deseo carnal hacia nadie. Lo ha intentado con todo. Cuando la química actúa en el corazón de los dos amantes pero solo en el cuerpo de uno de ellos, poco futuro se puede augurar a la pareja.

Estrategia de fuga

El desafío de los cuerpos, por tanto, vira hacia el descubrimiento de una intimidad propia, de una identidad como pareja que debe reinventarse frente al sexo. El punto de vista se centra sobre todo en Elena y su dilema ocupa el centro del drama, que se interna en la aparición de terceros (un exnovio, un compañero de baile, etc.), acaso como estrategia de fuga.

Las decisiones de puesta en escena son audaces: planos fijos en tiempo real y de larga duración (unos cinco minutos) que capturan los intentos y las frustraciones en el dormitorio. La película adquiere una personalidad, una fisonomía propia, que pasa por colocarnos en el impudor de la observación.

Podríamos pensar que el filme de Kavtaradze se ofrece como guía de usuario para una pareja de sexualidad atípica, si bien su conflicto, como reconocerán otras múltiples parejas, es perfectamente expansible a cualquier relación conyugal.

¿De qué forma es posible una relación de pareja sin que el deseo carnal intervenga en la ecuación? La lituana concibe y filma su relato con determinación y suficiencia dramática, desde una distancia y bajo unos tiempos que hacen honor a sus propósitos, contando a toda hora con la complicidad de dos actores armonizados siempre con el diapasón de la propuesta.

Slow

Dirección y guion: Marija Kavtaradze.

Intérpretes: Greta Grineviciute, Kestutis Cicènas, Pijus Ganusauskas, Laima Akstinaite, Vaiva Zymantaite.

Año: 2023.

Estreno: 19 de enero