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'Wonder Woman 1984', metáforas para el remate de Trump

Tan entretenida o incluso más que la primera parte, el nuevo episodio de la franquicia dirigida por Patty Jenkins vuelve a aportar un mensaje feminista idóneo en una industria como la De Hollywood

18 diciembre, 2020 09:47

Solo Warner se atreve a estrenar blockbusters y después del drama romántico español El verano que vivimos, líder en la menguada taquilla, ahora llega, con retraso porque estaba prevista para el verano, Wonder Woman 1984, la primera película de superhéroes que se estrena en nuestro país desde hace muchos meses. Hace tres años, el primer título de esta nueva franquicia cinematográfica con sello de D.C. Comics apostó fuerte por una heroína femenina en una superproducción de decenas de millones de dólares. La industria contuvo la respiración y la jugada salió bien, es una película muy digna y engrosó nada menos que 821 millones de dólares en todo el mundo. Con la israelí Gal Gadot como protagonista, estaba ambientada en la I Guerra Mundial y tenía un tono vintage parecido al de la primera parte de Capitán América.

En la secuela repite como directora Patty Jenkins, una cineasta que alcanzó prestigio con una película indie muy diferente, Monster (2003), la terrorífica historia de una psicópata por la que Charliz Theron ganó un Oscar. Inspirada en la antigua leyenda de las amazonas, esas mujeres guerreras creadas por la mitología griega que jamás existieron aunque sean tan populares que muchos sí lo crean, Wonder Woman no es una franquicia más de superhéroes ya que lleva implícito un mensaje feminista muy idóneo en una industria como la de Hollywood en la que los hombres siguen siendo los protagonistas y quienes se suelen llevar los papeles más atractivos.

Wonder Woman 1984 comienza con una espectacular escena inspirada en los juegos olímpicos griegos destinada a maravillar al espectador. La historia nos sitúa en ese año 1984, al que se le podría haber sacado más partido humorístico, y el villano es una especie de Donald Trump (lleva incluso el mismo peinado que el aún presidente de Estados Unidos), un supuesto millonario aficionado al riesgo y al juego financiero que también ejerce como estrella mediática. El personaje se llama Maxwell Lord (Pedro Pascal) y aunque la historia le ofrece una redención, queda claro que lo que Jenkins nos quiere contar con esta película son los peligros de la codicia y la ambición que se sustenta sobre la propia ansia de poder.

“Lo que más me gustó de la primera película fue que pudimos hacer una metáfora sobre el mundo actual contando una historia de la I Guerra Mundial”, ha dicho Jenkins sobre su segunda película con el personaje. “Los años 80 representan el gran triunfo de la civilización occidental pero también la exaltación de los peores aspectos del ser humano. Fue una era de exceso y opulencia en la que al mismo tiempo artísticamente se hicieron cosas increíbles y muy creativas”. A pesar de que el parecido de Lord con Trump es evidente, la directora ha dicho que su inspiración fue el Gordon Gecko de Michael Douglas en Wall Street (Oliver Stone, 1987) y el célebre Lex Luthor de Gene Hackman en Superman (Richard Donner, 1978).

Frente a un hombre corrupto y endiosado, Diana Prince, Wonder Woman cuando la situación lo requiere, se dedica a llevar una vida discreta pero no puede evitar caer bajo el mismo embrujo aunque sus motivos sean mucho mejores. El centro de la película es una piedra mágica con la capacidad de conceder un deseo a quien se lo pida. El de Lord está claro, dominar el mundo convirtiéndose en una especie de Santa Claus inacabable, y el de Prince significa recuperar a su amor perdido en los años 20, Steve (Chris Pine), que regresa de entre los muertos joven y lozano para ayudar a su amor a luchar contra el Mal.

No deja de ser curioso que después de una serie como 30 monedas, en la que una reliquia bíblica con enorme poder se convierte en un imán destructivo, Wonder Woman 1984 utilice una metáfora como esa piedra mágica de simbolismo similar al anillo de El señor de los anillos para contar su historia. La capacidad destructora del poder queda ejemplificada en el personaje de Kristen Wiig (Minerva), una pardilla que enloquece cuando, fetiche mediante, se convierte en la mujer que siempre soñó ser. Tan entretenida o incluso más que la primera, no es una película que se ande por las ramas con grandes complejidades filosóficas y por momentos Jenkins no acaba de engrasar las dos dimensiones del filme, o sea, la metáfora política (más punzante en verano cuando no se habían celebrado las elecciones en Estados Unidos), y el blockbuster que puedan disfrutar los niños. Lo cual no quita que Wonder Woman 1984 proporcione dos horas de diversión asegurada, un enorme espectáculo y tenga como protagonista a una heroína de excepción. Gadot es una mujer tan bella como misteriosa y seductora. Bravo por ella.

@juansarda