Image: Berlanga, el personaje y sus personajes

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Cine

Berlanga, el personaje y sus personajes

por Manuel Gutiérrez Aragón

13 noviembre, 2010 01:00

José Isbert en Bienvenido míster Marshall (1952)

El mejor personaje de Berlanga fue siempre él mismo, en su papel de director ensimismado que deja a sus actores hacer la película mientras él se va a comer una paella.

Hay directores de argumento o, si se quiere, arquitectos de imágenes, y hay directores de personajes. Aunque los dos estilos se supone que deben de estar compensados, suele predominar uno sobre otro, como entre los novelistas.

Berlanga caería en el área de los directores "de personaje." José Isbert y José Luis López Váquez han sido los actores que mejor han servido a esa galería de personajes -algunos inolvidables- de la cinematografía berlanguiana. Según me contó Azcona, solía pensarse en ellos cuando en la fase de guión se ponían las caras al reparto. De aquella galería de rostros, el Don Pablo (Pepe Isbert) de Bienvenido Mister Marshall (1952) ha saltado, como don Quijote, de la ficción a nuestro entorno cotidiano. Gente que nunca ha visto la película, tararea aquello de "Americanos, os saludamos con alegría..." sin saber de donde procede. Eso es la fama, ignorar de qué lo sabes, por qué lo conoces. Jorge (Edmund Gwen) en Calabuch (1956) no es uno de los personajes que Berlanga más estimase -según me dijo alguna vez-, pero ha quedado en nuestro imaginario como una buena representación del sabio bondadoso. Según el propio Luis, demasiado bondadoso. Lo mismo ocurre con los personajes de Los jueves, milagro (1957) película de la que Berlanga renegaba por estar masacrada por los censores católicos.

A partir se su colaboración con Rafael Azcona, los personajes berlanguianos cobraron una actitud transgresora, una veces como víctimas, y otras - literalmente-como verdugos. Ya el personaje de Plácido Alonso, en Plácido, (1961) es un personaje de tragedia negra, pequeña y cotidiana. Lo mismo podría decirse de José Luis (Nino Manfredi) en El verdugo (1963) Aquello se bautizó como humor negro y, realmente, los personajes fluían de la bilis, desde la entraña negra de la España imperial y casposa.

José Sazatornil en La escopeta nacional (1977) Alfredo Landa en La vaquilla (1985) Michel Piccoli en La muñeca y en París-Tombuctú, son los actores que tomaron el relevo de los tradicionales actores berlanguianos. Pero el mejor personaje fue siempre él mismo, Luis Berlanga, en su papel de director ensimismado que deja a sus actores hacer la película mientras él se va a comer una paella.