Image: Casa de Muñecas

Image: Casa de Muñecas

Exposiciones

Casa de Muñecas

Alt-Architecture

29 julio, 2016 02:00

Daniel Chust Peters: Cielo mío, 1996 (detalle)

CaixaForum. Av. Francesc Ferrer i Guárdia, 6-8. Barcelona. Hata el 25 de septiembre

Hay un cuento popular, el de Hansel y Gretel que, con diferentes versiones y desenlaces, versa, como en el caso de la exposición que nos ocupa, de la casa como forma simbólica. Aquellos niños perdidos en el bosque, encuentran, al final, una casita preciosa hecha de mazapán y dulces, crema y mermelada que, con regocijo, empiezan a comer. Ya sabemos que después en el relato aparece una bruja muy mala que, dispuesta a devorarlos, castiga la golosinería de los niños encerrándolos en el mismo dulce habitáculo... La historia continúa, pero interesa retener la idea de la casa como un resplandor en la lejanía, como un oasis de salvación y de esperanza. Y su justo reverso: la casa como cárcel, ratonera, mentira, trampa. Ambas ideas se interrelacionan: la casa es la proyección de una fantasía, de un fantasma, en el que la utopía y el terror se confunden. Es la imagen que sobrevuela en la exposición.

Una de las primeras obras de la muestra es la maqueta de Daniel Chust Peters que -citamos literalmente- "reproduce su taller convirtiéndolo en un juguete con valor de uso directo". Esto es, un espacio virtual afectivo y poético. Sigue el juego con el vídeo de Carlos Bunga que utiliza también maquetas de casas, pero, en este caso, con una connotación de destrucción: las miniaturas son metafóricamente agredidas. Lo que media entre ambas obras resume, para nosotros, el mensaje de la exposición.

La exposición crea un contexto en el que las obras se interrelacionan y construyen un imaginario propio

Ésta se presenta como una reflexión sobre la arquitectura, hecha, como viene siendo habitual, en términos políticos. Ninguna sorpresa. Pero acaso se puede ir un poco más allá de este planteamiento y dejar que las obras hablen por sí mismas. Las piezas seleccionadas no son de arquitectos, sino de artistas, lo que aporta una mirada diferente sobre el tema, desde la intuición y la subjetividad. Puede que estas obras tuvieran originalmente otro significado, pero la exposición logra crear un contexto en el que las piezas se interrelacionan y se abren nuevos diálogos. Esto es, construyen un imaginario propio, una reflexión en torno a símbolos, formas y representaciones que trasciende el mero ámbito técnico de la arquitectura y acaso también el político.

La mayor parte de los trabajos expuestos -aunque no todos- consiste en una suerte de maquetas. La maqueta, sin embargo, en el contexto de la exposición, se expresa como una puesta en escena o dispositivo para recrear historias. La maqueta implica dar forma al imaginario de la casa, darle una corporeidad, apropiarse de él y explorar sus secretos. La maqueta, como las casitas de muñecas, construye un universo miniaturizado, que, como en las fábulas infantiles, reproduce y dramatiza afectos e historias.

La exposición, comisariada por Érika Goyarrola (Bilbao,1984) y Xurxo Ínsua (Villalba, Lugo,1978), forma parte de un ciclo, Comisart, de promoción de jóvenes comisarios. Un concurso público ofrece la singular oportunidad de presentar un proyecto a partir de los fondos de la Colección de Arte Contemporáneo 'la Caixa' y el MACBA, entre otras posibles colaboraciones. Al margen de los artistas ya citados, la muestra reúne algunos nombres de relumbrón: Gordon Matta-Clark, Rachel Whiteread, Daniel Buren, Fernanda Fragateiro, Lara Almarcegui, Cao Guimarães, Pello Irazu, Jordi Colomer, Michel Le Belhomme y FOD. Es una estupenda iniciativa, para aplaudir, sin duda, aunque este ciclo nos recuerda la triste desaparición de la sala dedicada al arte emergente que fue muy dinámica, la sala Montcada. Con el cambio de política cultural en la ciudad hemos perdido mucho.