Image: Ibon Aranberri, las marcas del poder

Image: Ibon Aranberri, las marcas del poder

Exposiciones

Ibon Aranberri, las marcas del poder

Organigrama

4 febrero, 2011 01:00

Exercices on the North Side, 2007

Comisaria: Nuria Enguita. Fundación Antoni Tàpies. Aragó, 255. Barcelona. Hasta el 15 de mayo.

Esta exposición revisa los principales proyectos del artista vasco, a la vez que presenta material inédito. Una de los proyectos estrella de la nueva etapa de la Fundació Antoni Tàpies de Barcelona

Cuando estuvo al frente de la Fundación Antoni Tàpies, en el periodo de 1998 a 2008, Nuria Enguita apostó, entre otras líneas de trabajo, por un arte socialmente comprometido. Visto hoy con la perspectiva que nos ofrece el tiempo, observamos algunas de las exposiciones y actividades que se promocionaron durante su dirección como una reflexión sobre los límites y las posibilidades de un arte crítico. Más aún, Enguita trató de impulsar, desde la institución, una serie de fórmulas, canales y propuestas que sirvieran de plataforma para abordar esta problemática. Iniciativas en las que crujen las contradicciones, aunque nadie niega que estén planteadas por las mejores intenciones. Ahora, con un trabajo como comisaria independiente para la misma fundación, presenta una suerte de retrospectiva del artista Ibon Aranberri con el que había trabajado en diversos proyectos y que representa un ensayo de arte crítico más allá de los tópicos al uso.

Aranberri se ha interesado por las representaciones del poder, las marcas que la economía deja en el territorio, la construcción de la identidad, los procesos de simbolización de la naturaleza… Es, efectivamente, un arte con sensibilidad política. Y, sin embargo, no se trata de un discurso transparente o directo, como lo sería un documental periodístico sobre la política de construcción de embalses del franquismo o el traslado de monumentos históricos a la Península Ibérica motivados por la construcción de grandes infraestructuras, asuntos que son abordados por el artista. Formado en la tradición conceptual, Aranberri utiliza múltiples y variados recursos e introduce en ellos elementos disonantes y extraños que a priori son completamente ajenos al espectador y rompen con la linealidad de la narración. Finalmente, sus instalaciones se presentan como algo opaco y hermético, que se resiste a la lectura.

Podría pensarse que, al incorporar esos asuntos dispares, el artista pierde el control de su relato, de aquello que quiere contar o explicarnos, como si aquellos elementos intrusos poseyeran efectos deformantes, especialmente tratándose de un análisis político en el que se pretenden desvelar los mecanismos del poder. Pero también es posible otra hipótesis. Tal vez estas disonancias poseen la virtud de introducir una nueva dimensión al problema político. No se trata de términos emocionales o poéticos, sino de algo difícil de explicar, pero que intuimos que es una de las claves del artista: una especie de inconsciente. Posiblemente, las obras de Ibon Aranberri se resuelvan como una fricción entre el inconsciente del poder y el del propio artista.

La exposición ocupa dos plantas de la Fundación Tàpies. De una manera intencionada, en el subsuelo se presentan tres instalaciones, las más formalizadas, que aluden a las profundidades y, muy posiblemente, deban interpretarse como las raíces sumergidas de las obras que el artista presenta en la planta superior: (lr.T. n°513) zuloa. Extended Repertory (2003-2007) versa sobre una cueva con restos paleontológicos; Política hidráulica (2004-2010) y Mar del Pirineo (2006), están basadas en una maqueta de la topografía invertida del fondo de un pantano, sobre la red de embalses.

En el Nivel 1 se presentan, entre otras obras, cuatro instalaciones -Diseño de nuestro desarrollo. Ría y acantilado (2000-2005), Found Dead (2007), Gramática de meseta (2010) y Exercises on the North Side (2007)- que giran en torno a los procesos y mecanismos de simbolización del territorio y su dimensión política y económica. Aranberri ha explicado que estos trabajos -en particular los del Nivel 1- no son proyectos conclusos ni definitivos sino que, al contrario, se actualizan y pueden enriquecerse o transformarse en su interrelación y en cada exhibición. La relación entre las piezas puede crear, por tanto, nuevos sentidos o narrativas. En consecuencia, toda la exposición consiste en una estructura aérea que posibilita asociaciones y permite al espectador miradas e itinerarios transversales. Y en la que, además, se incorporan superficies reflectantes que, a modo de espejos, expresan una idea de simetría y unidad.

Sin embargo, interesa señalar que, al margen de estas consideraciones generales, el sentido o mensaje de la exposición no está definido de antemano. La exposición tampoco posee un catálogo o una publicación con unas reflexiones a modo de conclusión. Por el momento, sólo se ha editado una pequeña guía en la que se describen las instalaciones y que sirve para orientar al visitante. Según parece, en el caso de realizarse alguna publicación, ésta sería el resultado de un taller a cargo del propio artista. Las conclusiones, por tanto, están por hacerse. Y ello es así porque la muestra se articula como una suerte de tirada de cartas del tarot, en la que el sentido de cada naipe se revela en su relación con los demás. Y, sin embargo, hay algo que rige las leyes del azar: el inconsciente, algo que no podemos definir exactamente.

Cuando Ibon Aranberri (Itziar-Deba, Guipúzcoa, 1969) alude a sus orígenes, apunta al rock vasco y su entorno cultural (al contacto con Iván Zulueta, Ángel Bados, Txomin Badiola) y a su formación en Bellas Artes. Luego vendría Nueva York y su posterior proyección internacional que tiene un punto culminante en 2007, cuando fue seleccionado para participar en la Documenta 12 de Kassel.