Exposiciones

Frederic Amat y el palpitar de la pintura

Frederic Amat

11 enero, 2007 01:00

Escena 2 (La cambra), 2005-2006

Galería Carles Taché. Consell de Cent, 290. Barcelona. Hasta el 19 de enero

Frederic Amat presenta en la galería Carles Taché una exposición de pinturas de gran formato en blanco y negro. Como se sabe, se trata de un arte visceral y espontáneo que se recrea en el goteo, el gesto automático, lo informe… Sin embargo, además de pintura, en la muestra se exhiben otras piezas que acaso nos ayuden a introducirnos en el particular mundo del artista. Intuyo que la exposición está planteada como un itinerario, que sus pinturas son portadoras de un mensaje, pero también que éste no se revela de una manera transparente: aquí y allá hay chispas de luz, pero también zonas de oscuridad… Lo que me propongo en este texto es un recorrido a la búsqueda de una clave que nos permita introducirnos en su obra.

Al entrar en la exposición, el visitante se encuentra con dos vitrinas. Contienen una serie de objetos extraños, difíciles de interpretar. Parecen instrumentos rituales, útiles esotéricos de culturas antiguas. El artista ha tenido interés en iniciar el recorrido de la muestra con estos objetos que forman parte de su universo y que de alguna manera son también los protagonistas de su pintura. Entre otros, en las vitrinas, además de bronces, se exhiben materias de origen orgánico -una oreja de cerdo, trabajada con acrílico, por ejemplo. Además, ciertas de estas esculturas de pequeño formato aluden a elementos del interior del cuerpo: vísceras. Algunas de ellas me han sugerido fragmentos corporales, pero se trata fundamentalmente de materia interna, de excrecencias, intestinos, líquidos, mucosidades, orificios… éste -me parece- que es el mundo de Frederic Amat: la pintura como metáfora del fluido corporal interior.

En la exposición hay otra pieza muy significativa: la proyección Danse noire, filme sobre una danza que Frederic Amat manipula con elementos pictóricos. Así, las siluetas negras sobre blanco y los pasos de los bailarines se sincronizan o tienen su paralelo en los derrames y los brochazos espontáneos del artista. La danza y la pintura gestual del pintor devienen la misma cosa: el movimiento del cuerpo es el mismo movimiento que el de los goteos y derrames de su pintura. Más aún, en el vídeo, además de la danza y la pintura, se mezclan otras imágenes: el movimiento de una araña y su red, el de una medusa… Es significativo cómo se asocian, por un lado, el dinamismo del cuerpo y el de la pintura gestual, y por otro, los motivos -o símbolos- de la araña y el de la medusa flotando a la deriva en un medio acuático. Acaso estos últimos, como símbolos, introducen un elemento de inquietud y terror.

En definitiva, esta descripción viene al caso porque me parece que la idea que sobrevuela la exposición es la obsesión por los elementos más elusivos y desconocidos del cuerpo, con todas sus connotaciones. Porque estos "elementos corporales" son también la pintura, se identifican en última instancia con ella. El movimiento de la danza -es decir, el cuerpo- se relaciona con el de la medusa, pero también con el gesto de artista que derrama el pigmento sobre el celuloide o sobre la tela. Los espasmos de una medusa son los mismos que los de un corazón que palpita o un estómago que digiere alimentos, pero también son idénticos a los que dirigen la mano del artista en el momento de pintar. Al menos, ése es el caso de Frederic Amat, que practica una pintura de carácter automático.

Para Frederic Amat tratar las vísceras, el movimiento frenético de una danza o el de una medusa es un explorar el misterio de la pintura. Y viceversa: la pintura es un medio para explorar el misterio de nuestro cuerpo, de su secreto, del por qué el corazón palpita acompasadamente sin detenerse.