Image: Leiro frente al drama de Alepo

Image: Leiro frente al drama de Alepo

Arte

Leiro frente al drama de Alepo

16 febrero, 2018 01:00

Vista del stand de El Mundo

Especial ARCO

La representación de la figura y el cuerpo es la clave de un trabajo formalmente robusto que se sirve de la madera tallada para hablar, cada vez más, de los problemas de los hombres. Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra, 1957) ha dejado fuera del stand de El Mundo sus obras más irónicas para poner al visitante de ARCO, aquel que se acerque al fondo del pabellón 9 de Ifema, frente al sinsentido de la guerra.

Dos obras monumentales, Alepo I y Alepo II, ocupan todo el espacio. En ellas, los cuerpos contorsionados se amontonan y ascienden intercalados con tambores de madera que van formando una sobrecogedora columna, un conjunto escultórico de alto contenido dramático dedicado a la guerra de Siria. Y a las noticias que de allí nos llegan. “Me inspiran en gran medida las fotos de prensa o el reportaje y, en este caso, me impactaron muchísimo las primeras imágenes de la ciudad en ruinas”, explica el artista a El Cultural. “Y, sobre todo, aquellas fotos de los cuerpos pálidos que salían de entre los cascotes cubiertos de yeso. Creo que todo el mundo recordará la fotografía de aquel niño envuelto en polvo blanco, todavía en estado de shock, que dio la vuelta al mundo”.

Mucho de eso hay en Alepo. Aunque Leiro ya había transitado antes por ese universo y busca el origen de estas piezas en trabajos anteriores. “Ya había trabajado con temas históricos sirios, como en la pieza Simeón el Estilita (2007), el hombre que se subió a una columna a predicar y allí se quedó viviendo 37 años”. Ocurrió muy cerca de Alepo. “Realicé varias esculturas sobre el asunto, pero desde un punto de vista más irónico ya que se prestaba a ese tipo de interpretaciones”. Pero el dramatismo remite a obras más antiguas. El cuerpo contorsionado de Carroña (1987) se postula como claro precedente de estos ocho cadáveres de la guerra de hoy. Y en Molido (1999) la inspiración le llegó de las guerras civiles de la antigua Yugoslavia. “En ella, una madre carga con el cuerpo de su hijo que lleva sobre la cabeza a modo de Piedad contemporánea”.

Después de los atentados del 11S, el artista se centró en un tipo de escultura menos irónica y humorística y se acercó a un mensaje más humanista y comprometido. “Dentro de este tipo de piezas, me enfrenté a varios temas relacionados con la realidad sociopolítica”. Empezó a trabajar en Alepo en Nueva York donde aún mantiene abierto el estudio, aunque cada vez pasa temporadas más largas entre Madrid y Cambados. Allí, en 2015, preparó la serie de dibujos y maquetas que un año más tarde cobrarían forma tridimensional. “Quería contar a partir de la escultura figurativa el drama de Siria”.

Cuerpos aislados

Leiro tuvo ya la oportunidad de enseñar este conjunto a finales del año pasado. Tanto la retrospectiva del CAC de Málaga (terminó el pasado mes de enero) como su exposición en la galería Marlborough de Barcelona (entre noviembre y diciembre de 2017) mostraron las dos columnas de cuerpos en torsión. Ahora se verán en un contexto muy distinto. Y no solo porque se trata de un stand en una feria, sino porque se muestran en solitario, sin otras figuras de madera que las han acompañado hasta ahora. Tan solo una las arropa en ARCO: Rendido (2016), “un hombre agotado, cansado, como un boxeador que desde su rincón mira hacia arriba como diciendo ‘no puedo más'”, y una gran imagen de las ruinas de Alepo que sirve casi “como de fondo de pantalla”.

Una mirada dura que dará paso en abril a una exposición de nuevo más irónica, El cuerpo inventado, en Marlborough Madrid.

@PaulaAchiaga