El Gran Cocido de Valdespinos.
La finca familiar a una hora de Madrid donde sirven cocina manchega: 10.000 cocidos cada año y un menú por 24€
El Gran Cocido Valdespinos se ha consolidado tras años de apostar por la tradición. No le falta el ritual anual que reúne a clientes habituales para 'La Cata del Garbanzo'.
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A apenas una hora de Madrid, una familia lleva más de un cuarto de siglo empeñada en mantener viva la esencia de la cocina manchega. En Finca Los Valdespinos, los Pérez Cuchet han convertido lo que comenzó como el cocido que se servía en casa los domingos en todo un homenaje al recetario castellano-manchego.
Hoy, su propuesta, El Gran Cocido Valdespinos, se ha consolidado como un rito gastronómico que atrae a miles de comensales cada año: más de 10.000 cocidos servidos en su comedor rural con chimenea.
“No existe secreto más allá de la constancia y el cariño por el recetario y el producto”, explican los propietarios. Esa fidelidad a la tradición se traduce en un menú elaborado al modo clásico, en tres vuelcos: primero, una sopa de fideos clara e intensa.
Después, garbanzos pedrosillanos de Toledo acompañados de repollo y una salsa cominera que despierta la memoria gustativa de cualquier manchego; y finalmente, la pringá, contundente y melosa, con chorizo, morcilla, tocino, pollo, morcillo y punta de jamón.
Aunque el cocido es su plato insignia, Los Valdespinos ofrece también dos menús de temporada que completan su apuesta por el recetario rural. El Almuerzo del Pastor, con migas manchegas, morcilla, pimientos de padrón y huevos de corral y el Almuerzo del Hortelano, un homenaje a la huerta, con pisto manchego, huevos fritos y patatas a la panadera.
La entrada a la Finca Los Valdespinos.
Ambos se sirven a 24 euros entre semana y 32 euros los fines de semana, precios que conservan el espíritu de la casa: comida generosa, honesta y cercana.
Su carta mantiene la misma filosofía. Croquetas de torrezno, picadillo de venado, brandada de bacalao en hojaldre… Cada plato es una reivindicación del producto local y de las técnicas que se transmiten de generación en generación. Aquí, la cocina manchega no se reinventa: se respeta, se afina y se celebra.
La Cata del Garbanzo: un ritual anual
Uno de los rituales más curiosos de la finca es 'La Cata del Garbanzo', una cita anual que reúne a clientes habituales y amigos de la casa para elegir la legumbre del año. En cada edición, decenas de comensales participan en una cata comparativa para decidir cuál será el garbanzo protagonista de la temporada.
El comedor de la Finca Los Valdespinos.
Este año, el elegido ha sido el pedrosillano de Toledo, por su textura, tamaño y capacidad de absorber el caldo. Tradición y comunidad se dan la mano en este peculiar ejercicio de democracia culinaria.
Un espacio que invita a quedarse
El entorno de Finca Los Valdespinos contribuye a la experiencia tanto como su cocina. Entre paredes de piedra y vigas de madera, el restaurante se reparte en varios espacios con nombres que evocan la vida rural: El Gallinero, acogedor y cálido, con capacidad para 40 comensales; La Era, el salón principal, amplio y luminoso; y El Invernadero, un reservado con vistas al jardín y una chimenea que acompaña las sobremesas largas. En los días templados, la terraza ajardinada se convierte en el lugar perfecto para el aperitivo o el café.
Espacios para cualquier momento en la Finca Los Valdespinos.
Finca Valdespinos preserva la cocina del tiempo lento, del guiso que humea durante horas y del sabor que solo da la espera. Ya sea mediante el cocido, las migas o el pisto, la cocina manchega se ha convertido en su mejor carta de presentación.