Restaurantes

7 restaurantes para comerse Évora, el corazón del Alentejo portugués

La ciudad medieval y romana, además de ser todo un reclamo cultural y paisajístico, empieza a despuntar también como destino gastronómico. 

23 noviembre, 2022 20:11

Siempre es buen momento para volver al Alentejo. La región situada al sur de Portugal, entre el Tajo y el Algarve, es una zona principalmente rural, de extensos campos y vestigios de otras épocas.

Y es allí, en pleno corazón de una de las regiones más bonitas de Portugal a nivel paisajístico, donde se esconde una joya, la ciudad de Évora. Levantada por los romanos y elegida por los reyes de Portugal como su hogar en el siglo XV, es la perfecta escapada para descubrir otras ciudades portuguesas, más allá de Lisboa u Oporto.

Su entramado de calles y el perfecto estado de conservación de su casco histórico, además de su espléndido templo romano y una catedral de renombre, la llevaron a ser considerada como Patrimonio Mundial por la UNESCO desde 1986.

Pero más allá de todos sus reclamos turísticos y culturales, Évora se ha convertido en los últimos años también en un destino gastronómico. 

Cómo es la cocina en el Alentejo

El Alentejo se conoce por su gastronomía y sus vinos. La primera es una cocina autóctona, tradicional, basada en el producto de la región, con platos insignia como las migas, el estofado de borrego o la açorda à alentejana, una sopa de origen humilde, elaborada con pan y cilantro. Pero también son protagonistas los pescados y mariscos de la costa o los postres a base de huevo.

Y por supuesto, sus vinos, un paisaje que cuenta con más de 22.000 hectáreas de viñedos y 260 productores. Además, en esta extensión se dan nada menos que ocho denominaciones de origen distintas: Portalegre, Borba, Redondo, Reguengos, Vidigueira, Évora, Granja/Amareleja y Moura.

Los mejores restaurantes de Évora

Y todo ello se puede descubrir en la pequeña ciudad de Évora, un destino que va ganando enteros para convertirse en gastronómico, con una clara apuesta por la tradición, pero también, con una escena renovada secundada por jóvenes chefs, que cogiendo lo mejor del Alentejo, han creado una cocina propia. 

Restaurantes tradicionales en Évora

La tradición alentejana se sienta a la mesa en esta coqueta ciudad medieval. El cerdo, pan, cilantro o el aceite de oliva, productos emblema de la gastronomía de esta región, son protagonistas en muchos de sus espacios.

Uno de los más laureados, reconocido además con un Bib Gourmand de la guía Michelin es Dom Joaquim. Abrió sus puertas en 2007 y desde entonces, se ha convertido en referente. Este comedor siempre abarrotado, puede presumir de que aquí se saborea la verdadera cocina alentejana.

Su carta es bastante extensa, pero recorre muy bien platos que no se pueden dejar de probar. Por ejemplo entre sus tapas calientes, unos torreznos nada parecidos a los nuestros, que casi se comen como si fueran chips. También es buena opción arrancar con el queso de Évora DOP, de oveja asado con orégano o con el revuelto de queso de farinheira.

Pero hay más, entre sus platos más demandados están el bacalao con huevo escalfado, el caldo de perdiz tostada al horno, unas suculentas carrilleras asadas con puré de manzana y castañas o su almofada (empanada) de porco preto. Por supuesto, cuentan también con una amplia carta de vinos alentejanos para maridar la comida. 

Todos los que consiguen hacerse hueco en su barra, se deshacen en halagos para Botequim da Mouraira. Y es que este diminuto restaurante de la antigua judería, tan solo cuenta con espacio para unos ocho o diez comensales a lo sumo, que se sientan alrededor de una barra, mientras Domingo, su carismático dueño, despacha platos y vinos por doquier.

Y eso son algunos como los huevos fritos con embutido alentejano, el queso asado con mermelada de higos, bacalao a brás y la estrella de la casa, el lomo de cerdo negro con patatas recién hechas. ¿De postre? Queixada casera. 

No conviene perderle la pista a otro clásico, el restaurante Fialho, abierto desde 1945. En estas casi ocho décadas, ha ido pasando de padres a hijos, sin perder un ápice de su esencia, con el mismo concepto y calidad desde el primer día.

La carta vuelve a ser extensa y en todos los años que lleva abierto, ha consagrado platos como el cazón al cilantro, los medallones de cerdo negro, el arroz de pichón o la perdiz al estilo del convento Da Cartuxa, cocinada a fuego lento con especias, cebolla y zanahoria, para conseguir que la carne quede extremadamente tierna. 

Los renovadores de la tradición en Évora

La muchas veces contundente tradición gastronómica de Évora, está viviendo un momento en el que hay varios chefs que, tomándola como base, han creado un lenguaje propio y diferente.

Es el caso de restaurantes como Cavalariça Évora, ubicado en el palacio Duque de Cadaval. Tras triunfar en Lisboa y Comporta, el restaurante llegaba a Évora, para hacer lo propio con la cocina alentejana. Los platos creados por Bruno Caseiro, su chef ejecutivo, son una prueba perfecta de esta simbiosis de tradición y modernidad.

Todo lo que pasa por sus mesas es hecho en casa. Desde el pan alentejano que elaboran, hasta la mantequilla que fermentan en el restaurante o el aceite de oliva, que se produce a unos escasos 20 kilómetros de Évora. Eso solo para abrir boca, porque para continuar, lo hacen con platos ya indispensables como la tortilla do Alentejo, las empanadillas de borrego con mojo de algas o el pulpo a la plancha con gamba roja del Algarve y garbanzos.

Por su parte, en Tua Madre, es el chef Francesco Ogliar, el que une sus raíces italianas con las alentejanas, dando lugar a una cocina mediterránea y orgánica. Su carta cambia con las estaciones y se adapta totalmente al mercado. Resulta fascinante ver lo bien que combinan ambas culturas con platos como su versión de la carbonara, que prepara con macheronchini caseros, yema de huevo y, en vez de guanciale, papada de cerdo negro alentejano con dos años de curación. 

Quizás uno de los puntos más gastronómicos de la ciudad lo ponga el restaurante Origens. El chef Gonçalo Queiroz y su mujer Eugénia buscaban llevar de vuelta a sus clientes a los orígenes. Y es por ello por lo que apoyan toda su propuesta en productores del Alentejo. De ellos se nutren para crear un menú de sabores reconocibles, pero contemporáneos, donde la sostenibilidad tiene mucho que ver. 

En la carta de otoño se cuelan entrantes como el membrillo con requesón alentejano y principales como una feijoada de jabalí o un tierno confit de pato con calabaza y cacahuetes.

Aunque no se encuentra en la propia ciudad, la siguiente y última parada en este viaje gastronómico, bien merece el desvío. A apenas unos 15 minutos en coche del centro de la ciudad, se encuentra un hotel que es un verdadero remanso de paz y tranquilidad, Octant Évora.

Y lo es porque está rodeado de naturaleza y todo su programa se enfoca al lujo relajado y al contacto con lo local. Además de organizar catas de vino y productos de la zona, cuentan con un huerto propio en el mismo hotel y con una granja lúdica, para aprender más sobre la fauna endémica de la zona.

Este huerto abastece al restaurante À Terra, en el que preparan platos que solo con leerlos, se nos hace la boca agua. Huevos rotos alentejanos con embutido curado, croquetas de presunto (jamón) de Barrancos, un arroz de pulpo al horno, asado con uva touriga nacional o una jugosa picaña de cordero alentejano acompañada de chips de boniato y chimichurri.

Además de poder comer o cenar en el restaurante, ofrecen actividades como la posibilidad de montar un pícnic en los alrededores o comer en lo que han denominado como la mesa del chef, para la que instalan la mesa en mitad de sus jardines y junto al huerto, para proporcionar una experiencia absolutamente memorable.