Víctor Naranjo, CEO de La Martinuca

Víctor Naranjo, CEO de La Martinuca Talent Podcast YouTube

Reportajes gastronómicos

Víctor, CEO de un restaurante: "Vendemos unas 600 tortillas diarias y llegamos a facturar 23.000 euros en un solo día"

El CEO de La Martinuca, Víctor Naranjo, da algunas claves del éxito de esta cadena de restaurantes que se ha hecho famoso por vender una de las tortillas más reconocibles de Madrid.

Más información: Javi y Juan (28), chefs, sobre la mejor croqueta de España: "Vendemos 500.000 al año; la clave son 300 g de jamón"

Publicada
Actualizada

Víctor Naranjo, fundador y director ejecutivo de La Martinuca, lidera una empresa que nació en 2021 con un propósito claro que era rendir homenaje a la tortilla de patata tradicional.

El proyecto, hoy consolidado como una de las referencias gastronómicas más reconocidas en España dentro de su categoría, surgió en plena pandemia y se ha transformado en un modelo empresarial que combina crecimiento orgánico, control de calidad y visión internacional.

"Todo nace como un homenaje a mi abuela Martina", explica Naranjo durante su intervención en Talent Podcast.

La Martinuca, historia

Su familia, de origen madrileño, tenía una larga tradición de preparar tortillas que, según recuerda, "eran siempre las primeras en acabarse" en reuniones y celebraciones. Aquella costumbre familiar fue el germen de una marca que hoy cuenta ya con seis locales y un acuerdo para vender sus tortillas en El Corte Inglés.

El 7 de junio de 2021 La Martinuca inició su actividad con un formato adaptado a los hábitos de consumo del momento: el delivery. Ese modelo de reparto a domicilio, conocido también como dark kitchen, permitió validar rápidamente el producto con una inversión reducida.

"Decidimos invertir lo mínimo para validar el proyecto y el producto. Obtuvimos una respuesta muy temprana", explica Naranjo.

Empezar con una inversión mínima

La empresa comenzó su trayectoria con un capital social de 50.000 euros y una inversión en equipamiento de unos 30.000-35.000 euros. El objetivo era comprobar si la propuesta, una tortilla de patata elaborada con materias primas seleccionadas, podía sostener un modelo rentable.

En sus primeros meses de operación, el equipo consiguió resultados que confirmaron la viabilidad del concepto. En menos de tres semanas, La Martinuca vendió 80.000 tortillas, lo que impulsó la apertura de nuevos puntos de venta.

Actualmente, la compañía comercializa más de 600 tortillas diarias y ha alcanzado cifras de facturación que, según su CEO, llegaron a los 23.000 euros en un solo día con cuatro locales funcionando.

El paso del modelo exclusivamente digital al físico llegó de manera natural. "Nacimos del delivery, pero sabíamos que la experiencia completa debía vivirse también en nuestros propios espacios", comenta Naranjo.

La empresa apostó por dos formatos: el despacho de tortillas, enfocado en el servicio de reparto y recogida (takeaway), y el café-bar, que amplía la oferta con desayunos, vermuts, comidas y cócteles.

El concepto se ha expandido a ciudades como Madrid y Barcelona, con planes de apertura en Pozuelo de Alarcón y Málaga. En la capital catalana, La Martinuca abrió su primer local tras validar la aceptación del producto mediante reparto. "A Barcelona le gustamos, por lo tanto, nos hemos quedado", señala el empresario.

El papel del equipo

Desde sus inicios, La Martinuca ha apostado por la construcción de un equipo estable y comprometido. "El equipo es de donde emana todo", destaca Naranjo.

El fundador reconoce que uno de sus principales aprendizajes ha sido considerar el equipo como una inversión y no como un gasto. Este cambio de mentalidad, habitual en empresas en fase de expansión, ha contribuido a la consolidación de una estructura capaz de sostener el crecimiento.

En la actualidad, la rotación de personal es inferior al 5 % en las unidades operativas, un dato excepcional en el sector hostelero.

En el ámbito del marketing, la presencia de María Pombo, socia fundadora y creadora de contenido, ha sido clave en la difusión de la marca. Su participación, según Naranjo, se ha desarrollado de manera natural y sin imposiciones. "María sube contenido si le apetece y lo ve bien. No hemos forzado nada", aclara.

Una marca con propósito

La Martinuca mantiene dos niveles de consumo diferenciados: un ticket medio de unos 30 euros en delivery y 17,50 euros en sala. En el modelo de reparto, las ventas directas a través de su propia web superaron temporalmente a las obtenidas mediante plataformas como Glovo, un caso poco frecuente en el sector.

Pero más allá de las cifras, Víctor Naranjo insiste en el valor intangible de su equipo y su propósito común. "El mayor logro es liderar un equipo que confía en el producto, en la marca y en el propósito", dice.

La Martinuca busca representar la tortilla española dentro y fuera del país. En su visión a largo plazo, Naranjo aspira a que la marca simbolice un icono nacional exportable, del mismo modo que otras culturas gastronómicas han convertido sus platos más representativos en emblemas internacionales. "Nuestro reto es que la tortilla española conquiste el mundo", afirma.

El crecimiento de La Martinuca, desde una cocina de barrio hasta una empresa que factura decenas de miles de euros diarios, refleja un caso de éxito dentro del sector hostelero español. No se trata solo de vender tortillas, sino de construir una marca que, en palabras de su fundador, busca hacer eterna y mundial la tortilla de patata.