Un bote de guisantes

Un bote de guisantes Kuzmik_A iStock

Verduras

Ni jamón ni pimentón: el truco que aprendí de un chef para convertir un bote de guisantes en un plato exquisito

Con pocos ingredientes se puede preparar este plato en pocos minutos para un entrante delicioso o una cena sencilla.

Más información: Con una lata de atún y un bote de guisantes: la cena proteica, lista en minutos, que me saca de apuros cuando tengo visita

Publicada

0 votos

Cuando como fuera de casa, me gusta intentar adivinar los ingredientes que se han utilizado para cocinar los platos. Otras veces, también soy de las que piden la receta. A veces, hay suerte y salgo con unas pautas facilitadas por el chef que me guían en mis intentos de replicar los platos en casa.

Eso pasó hace años en un restaurante de Madrid, después de probar un plato de guisantes que aún recuerdo. ¿El secreto? Algo sencillísimo, un ligero y simple toque de mantequilla que es capaz de convertir hasta los guisantes de bote más baratos en cucharadas de felicidad.

La receta no puede ser más simple, se puede hacer con guisantes frescos, congelados o de bote, depende de la época del año, el presupuesto y las prisas y el resultado es una crema finísima que sirve como entrante, como cena ligera o como salsa para un pescado (así la servían en el restaurante) o para un humilde plato de pasta, pues con un poco de queso curado rallado por encima es también una verdadera locura.

Una crema rica en fibra y proteínas

Poco hablamos de los guisantes para la cantidad de nutrientes que nos aportan. Según explica la Fundación Española de la Nutrición, una ración media de guisantes (150 g) tiene tantas proteínas como un huevo, menos de un gramo de grasa y nada de colesterol. Esta leguminosa es, además, una fuente importante de fibra dietética, vitaminas del grupo B (como el ácido fólico, la tiamina y la niacina) y minerales como hierro, fósforo, potasio y magnesio. También aporta aminoácidos como la leucina, la lisina, la fenilalanina, la arginina, o la alanina.

La cebolla no solo aporta sabor y aroma, sino también compuestos antioxidantes como la quercetina, que favorecen la salud cardiovascular y tienen propiedades antiinflamatorias. La mantequilla, clave de la receta, le da un gran sabor al puré y le aporta ácidos grasos y vitaminas liposolubles, como la A y la D. No obstante, su uso moderado mantiene el contenido calórico bajo control, lo cual es ideal si queremos servir la crema como cena.

Ingredientes para hacer una crema de guisantes deliciosa

  • Guisantes cocidos de bote, 400 g (escurridos)
  • Cebolla, 100 - 150 g (una cebolla pequeña)
  • Mantequilla, 30 g
  • Caldo de pollo, 150 ml
  • Sal, al gusto
  • Pimienta negra molida, al gusto

Paso 1

Pelamos y picamos finamente la cebolla.

Paso 2

En una sartén o cazo, derretimos la mantequilla a fuego medio. Añadimos la cebolla picada y la sofreímos durante unos 5 minutos, hasta que esté transparente y ligeramente dorada.

Paso 3

Incorporamos los guisantes cocidos escurridos al sofrito de cebolla. Removemos durante un par de minutos para que se integren los sabores.

Paso 4

Vertemos el caldo de pollo en la sartén y llevamos la mezcla a ebullición suave. Cocinamos todo junto durante unos 5 minutos para que los ingredientes se integren bien entre sí. Si hemos usado guisantes congelados, los dejaremos cocer durante unos minutos más hasta que estén tiernos.

Paso 5

Retiramos del fuego y trituramos la mezcla con una batidora de mano o de vaso hasta obtener un puré homogéneo. Si deseamos una textura más fina, podemos pasarlo por un colador o un chino.

Paso 6

Salpimentamos al gusto. Si es necesario, podemos ajustar la textura añadiendo un poco más de caldo para que quede más ligera.

Paso 7

Servimos caliente, como entrante o guarnición. Se puede decorar con unas gotas de aceite de oliva virgen extra o unas hojas frescas de menta para darle un toque distinto.

Los ingredientes que mejor combinan con los guisantes

Aunque a la hora de combinar ingredientes, la última palabra la tiene siempre nuestro propio paladar y la mejor manera de saber qué es lo que mejor combina con cada cosa es experimentar y probar, con los guisantes hay algunas combinaciones que son un clásico de diversas cocinas. El jamón, preferiblemente ahumado, y el beicon son un clásico que nunca falla, pero las que aparecen a continuación también conviene tenerlas en cuenta:

  • Con huevo y arroz. Cocinamos arroz blanco hasta que quede suelto. En una sartén salteamos guisantes cocidos con un poco de cebolla picada y los mezclamos con el arroz caliente. Servimos con un huevo poché encima, condimentado con sal, pimienta y unas gotas de aceite de oliva virgen extra. Otra opción es "freír" el arroz con el huevo batido, como el típico arroz frito de los restaurantes chinos.
  • Con eneldo. Sofreímos cebolla y ajo en mantequilla, añadimos guisantes congelados y salteamos durante 10 minutos. Incorporamos eneldo fresco picado justo antes de servir. Una guarnición ligera ideal para los días templados.
  • Con mariscos. En una sartén con aceite de oliva salteamos gambas, calamares y mejillones con ajo picado. Añadimos guisantes cocidos y salteamos brevemente para integrar sabores. Servimos caliente con unas gotas de limón y perejil picado.
  • Con salmón ahumado. Mezclamos guisantes cocidos fríos con salmón ahumado en tiras, cebolla morada finamente picada y unas alcaparras. Aliñamos con una vinagreta suave de mostaza y vinagre balsámico. Podemos servir la mezcla sobre una cama de rúcula o brotes verdes para tener una ensalada completa y colorida.
  • Con menta fresca. Una combinación que sabe a Inglaterra. Una receta exprés que recuerda a los mushy peas que se sirven con los fish and chips. Cocinamos guisantes con un poco de caldo vegetal y los trituramos con hojas de menta fresca, una nuez de mantequilla y sal al gusto. Esta crema es perfecta para mojar cualquier fritura.