Bocadillos de calamares rebozados

Bocadillos de calamares rebozados iStock

Pescado y marisco

Ni huevo ni leche: el sencillo truco para que los calamares rebozados queden más tiernos y menos grasientos

Es el truco más fácil para evitar que los calamares queden con esa textura gomosa como de chicle.

Más información: Ni huevo ni pan rallado: el sencillo truco de los andaluces para freír el pescado mejor que nadie

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Como tapa, como ración o en bocadillo, los calamares rebozados son un clásico de los bares y de esa siempre agradecida "cocina de casa". Una receta con la que nos han hecho felices las abuelas, pero que muchos no se atreven a prepararla en casa por miedo a que los calamares queden duros o correosos.

Como muchas cosas en esta vida, conseguir unos calamares fritos perfectos, tiernos por dentro, con un rebozado ligero y crujiente por fuera y nada grasientos es muy fácil cuando conoces los trucos y de eso es de lo que vamos a hablar a continuación.

El secreto no tan secreto de los calamares más tiernos y ligeros

Lo que mucha gente no sabe o no recuerda sobre los calamares es que tienen dos puntos de cocción. Suena un poco extraño, pero es algo bastante sencillo. La causa de que ésto sea así es el colágeno que contienen, una proteína que envuelve las fibras musculares cuyo comportamiento es algo peculiar.

Cuando la temperatura del calamar no supera los 57 ºC, el colágeno aún está intacto y se mantiene la estructura firme de las anillas o de las rabas. En este estado, la carne presenta algo de resistencia a la mordida, pero no está dura ni chiclosa. Este primer punto de cocción es el que conseguimos cuando aplicamos una cocción breve a temperatura alta, por ejemplo, al cocinarlos a la plancha o al freírlos.

El truco más importante está en no pasarnos de ahí, porque a partir de los 60 ºC, el colágeno se contrae dando como resultado esos calamares duros y correosos que no le gustan a nadie. Pero hemos dicho que había dos puntos de cocción y es porque si, a partir de aquí, seguimos cocinando durante un tiempo prolongado, ese colágeno contraído acaba convirtiéndose en gelatina y el calamar volverá a estar tierno y delicioso. Este segundo punto de cocción es el que buscamos cuando hacemos un guiso de calamares a fuego lento.

Para que, además de tiernos, los calamares queden muy ligeros, otro de los trucos es controlar la temperatura del aceite durante la fritura. Hay que mantenerla estable a unos 180 ºC, por lo que no se deben freír muchas piezas a la vez. Esta temperatura permite que el rebozado se cocine rápidamente, formando una capa protectora que reduce la pérdida de humedad y evita que el aceite penetre en exceso. Si la temperatura es demasiado baja, el rebozado absorbe una gran cantidad de aceite y los calamares quedan grasientos y duros. Si es demasiado alta, se corre el riesgo de quemar el rebozado antes de que el interior esté en su punto.

El truco de abuela para que queden aún más tiernos

Además de tener en cuenta todo lo anterior, podemos recurrir también a alguno de esos truquitos de la sabiduría popular que sí son efectivos. En el caso de los calamares hay uno muy sencillo que tiene una doble función: por un lado ayuda a ablandar las fibras musculares del calamar antes de cocinarlo y, por otro, se consigue que el rebozado quede mucho más ligero y crujiente.

El truco consiste en utilizar agua con gas y tenemos que hacer dos cosas con ella:

  • Remojo previo. El agua carbonatada es ligeramente ácida y esto puede ayudar a ablandar las fibras del calamar, por lo que sumergir los calamares durante unos minutos en agua con gas da como resultado una textura más suave y menos correosa tras la fritura.
  • Como parte del rebozado. Si se utiliza agua con gas fría como parte de la mezcla para el rebozado, se obtiene una capa exterior más ligera y crujiente. Esto es porque las burbujas del gas permiten que la masa tenga una estructura más aireada, lo que favorece ese acabado tan delicioso.

La harina: el error más frecuente al freír calamares

Otro truco clave para conseguir unos buenos calamares y al que no se le suele dar importancia es a la harina que usamos para freírlos. En algún momento, casi todos hemos rebozado los calamares en la harina del paquete que teníamos abierto en la alacena sin pensar si era la más adecuada.

En Andalucía hacen unas frituras de pescado increíbles y las consiguen usando harina de garbanzos, y el truco está en el gluten que esta harina no tiene. El gluten es un enemigo de los rebozados ligeros, es una proteína que aporta elasticidad a las masas, especialmente cuando éstas se trabajan demasiado y es algo que no nos interesa si lo que buscamos es un rebozado ligero y crujiente.

Las mejores harinas para hacer unos buenos calamares fritos son aquellas que no contienen gluten o tienen muy poca cantidad, por eso es recomendable, si se utiliza harina de trigo, que sea una harina floja, como la harina de repostería y, siempre que sea posible, mezclarla con alguna harina sin gluten, como maicena, harina de arroz o harina de garbanzo.

La mejor forma de entender el proceso y de aprender cómo aplicar estos trucos es seguir la receta que os dejamos a continuación.

Ingredientes para hacer unos calamares rebozados muy tiernos

  • Calamares limpios y cortados en anillas o tiras (rabas), 500 g
  • Agua con gas muy fría, 500 ml + 200 ml
  • Harina de trigo para repostería, 150 g
  • Harina de arroz o maicena, 100 g
  • Sal, 1 cucharadita
  • Bicarbonato sódico, 1/4 cucharadita (opcional)
  • Cubitos de hielo, cantidad necesaria
  • Aceite para freír, cantidad abundante
  • Rodajas de limón, para servir (opcional)

Paso 1

Ponemos las anillas o las rabas de calamar en un colador grande o un escurridor y las lavamos bajo un chorro de agua fría y las secamos con papel absorbente.

Paso 2

Las sumergimos en un bol con los 500 ml de agua con gas fría y las dejamos marinar en el refrigerador durante 30 minutos.

Paso 3

Mientras los calamares se marinan, preparamos la mezcla del rebozado, que será una tempura ligera y crujiente. Para ello, en un bol, mezclamos la harina de trigo, la harina de arroz o la maicena, la sal y el bicarbonato sódico, si lo usamos. Reservamos.

Paso 4

Transcurrido el tiempo de marinado, escurrimos las anillas de calamar y las secamos con cuidado, presionando ligeramente con papel de cocina para eliminar el exceso de humedad.

Paso 5

Agregamos los otros 200 ml del agua con gas fría (nueva, no la del marinado que ya habrá perdido parte del gas) poco a poco a la mezcla de harinas, removiendo suavemente con varillas o un tenedor hasta obtener una mezcla rápida, de textura ligera y no demasiado líquida. No debemos batir en exceso, una mezcla irregular en la que haya algunos grumos dará mejor resultado.

Paso 6

Calentamos el aceite en una sartén honda, en un cazo o en freidora a 180 °C. Es importante mantener esta temperatura estable para evitar que los calamares absorban grasa en exceso.

Paso 7

Rebozamos las anillas de calamar en la mezcla de tempura justo antes de freírlas. Las introducimos cuidadosamente en el aceite caliente, en tandas de pocas unidades para que no baje la temperatura del aceite.

Paso 8

Freímos durante unos 2 a 3 minutos, hasta que estén doradas y crujientes. Retiramos y colocamos sobre un colador grande para que escurra bien el aceite sin que se condense humedad.

Paso 9

Servimos inmediatamente, acompañando con rodajas de limón para que los comensales lo expriman sobre ellos si lo desean.