Tienen muy mala prensa, pero a mí me gustan los supermercados. Me gustan porque estar allí es como ver un documental de animales de La2, pero con gafas 3D. Siempre pasan cosas graciosas, se dan situaciones surrealistas y hay muchos patrones que se repiten. Así que cuando voy al supermercado, me voy fijando un poco en la fauna que hay. Y oye, es más divertido que irse de safari.

Gaviotas: A este grupo pertenecen las parejas mayores (hombre-mujer). Son asiduos a la pescadería y entre sus compras siempre hay pescadilla o merluza. A veces, para darse un capricho, compran unas gambitas, cosa que comentan en alto con otras gaviotas clientes. Tampoco le hacen ascos a la carne y las chacinas. Como buenas gaviotas que son, llevan siempre alguna discusión entre manos, así que son un poco escandalosas. La gaviota hembra da muchas órdenes, y el gaviota intenta ser eficaz, pero es poco resolutivo y tarda mucho en encontrar el atún (enlatado), o tiene dificultades para diferenciar entre un puerro y un apio. Estas cosas enfadan mucho a la gaviota hembra, pero llevan así 60 años.

Pavos reales: Son estos individuos o individuas que aparecen solos, siempre muy bien vestidos, muy elegantes y oliendo a perfume porque están a punto de irse a hacer la seducción. Tienen mucha prisa, así que no cogen bolsa. Van a tiro hecho, recorren pocos pasillos, pero embriagan con su aroma y su belleza todo por donde pasan. Lo que come un pavo real exactamente nadie lo sabe, pero todo el mundo les da gusanitos o patatas fritas. Y eso es lo que cogen ellos en el supermercado: alguna bolsa de snacks y una botella de ginebra. La noche es joven.

Murciélagos: En el supermercado, son la versión gótica de los pavos reales. Van en grupo y consumen principalmente destilados de marca blanca o litronas.

Cochinos jabalís: Son esas parejas que tienen una edad indeterminada, ¿treinta años? ¿veintidós? ¿cuarenta y siete? No lo sabes. Van siempre en chándal a pesar de que ni su figura ni su dieta (su carrito les delata) indican una vida entregada al deporte, pero ellos creen que el hábito hace al monje y así son felices. También les hace muy felices hacer catas en riguroso directo en el supermercado, así que muy probablemente la cajera tendrá que cobrar algunas bolsas de Cheetos vacías y latas de refresco que se llevan puestas. Los cochinos jabalís tienen crías. No sabría decir si son dos o cuatro, es que se mueven mucho. Hacen mucho ruido y cruzan pasillos muy rápido “porque vienen coches”. Como sus padres, también van haciendo la cata en el súper. Sin embargo, los pequeños son más de bollería. Los donnettes son su pasión.

Ardillas: Son señoras o señores de avanzada edad que acuden al supermercado de manera individual. Son menudos y enjutos. Silenciosos y, a pesar de sus años, no han perdido la agilidad, aunque sí la vista, por lo que a veces te piden si les puedes mirar cuándo caducan los yogures. Comen alimentos poco grasos como pollo, conejo, sardinillas en conserva y queso de Burgos. Esporádicamente adquieren una botella de Mistol. 

Jirafas: Básicamente están para servir a las ardillas cuando su tamaño y su agilidad no les permiten alcanzar lo que está en el estante más alto. Si la ardilla es mujer y la jirafa hombre, la ardilla lanzará algún elogio al porte y la lozanía de su ayudante ocasional.

Cebras: Son las mujeres con hijo y una mochilita de Frozen o Cars al hombro. Llevan ropa de trabajo de oficina y mirada de cansadas, pero no pierden la calma. La cría intenta desmadrarse y vivir la jungla, pero las cebras siempre buscan un truco didáctico para mantener el orden: “Táchame de la lista lo que vayamos metiendo en el carro”. “A ver si me dices tres alimentos con los que preparar esta pasta”. “Busca en la frutería tres manzanas de color rojo”. Las crías de la cebra, aunque son muy obedientes, siempre intentan rascar algún premio cuando están cerca de la línea de cajas. Que son cebras, pero no tontas.

Leonas: Son mujeres de mediana edad que van con su hermana o su cuñada y sus correspondientes hijos. Aunque viven en casas separadas, hacen la compra casi de manera conjunta. Se dan consejos y comentan los productos que van cogiendo. Siempre se hacen nuevos descubrimientos la una a la otra. Las crías de las leonas juegan entre ellas y no prestan mucha atención a las estanterías del supermercado.

Gacelas: A este grupo pertenecen los hombres o mujeres en mallas. Solo quieren una ensalada preparada, llevan auriculares inalámbricos y le dicen a alguien por teléfono que vienen del gym.

El perezoso: Va en chanclas y ropa de estar por casa. También lleva bermudas, o un pantalón de chándal con gotas de lejía o salpicones de grasa. Su aparición en el supermercado está muy localizada entre las dos y las tres de la tarde. No cogen bolsa, porque solo quieren un brik de Orlando para aliñar esos sabrosos macarrones que se han dejado en el fuego. Son perezosos, así que no son muy rápidos, pero siempre tienen prisa y te lo hacen saber dando resoplidos cuando están en la cola de la caja. Los perezosos siempre tienen la habilidad de, sin interactuar contigo, sonsacarte un “¿sólo llevas eso?”, que siempre es la antesala de un “venga, pasa”. Te mostrarán su entusiasmo con un gruñido que equivale a “es usted muy amable, gracias”. Algunas veces pierden esos segundos que acaban de ganar rebuscando en sus bolsillos con agujeros los cinco céntimos que les faltan. Entonces también se los tienes que dejar porque ahora quien empieza a tener prisa eres tú.

Los patos de estanque: Solo llevan pan y siempre llevan el dinero justo de la barra. Guardan la vez y piensan que en los supermercados debería existir una caja solo para ellos: los de la barra de pan. Pero no lo verbalizan porque ellos lo último que quieren es dar problemas.

Las ocas: Son como los patos, pero con mala leche. Desde el final de la cola increpan a la cajera por no ir más rápido.

Osos panda: van solos o en pareja. Son muy lentos y amistosos y creen que ir al supermercado es una de las mejores cosas que les va a pasar en su día. Qué digo en su día, en su vida. Pasean todos los pasillos. Miran las etiquetas. No hacen grandes compras, pero sienten que conocer cada producto del estante es una oportunidad maravillosa que les brinda la vida. A los osos panda no los devoran los cochinos jabalís allí mismo porque hay cámaras. Hay pocos como ellos y siempre se teme por su extinción.