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Ni azúcar ni nata: el sencillo truco para potenciar el sabor de las fresas que muy pocos conocen en España
Existe todo un mundo por descubrir más allá de las fresas con nata.
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Con su color vibrante y su aroma intenso, las fresas en las fruterías son una de las primeras señales de que el buen tiempo está cerca. La baya más popular del mundo es una de las grandes estrellas de la primavera, una golosina de la naturaleza que nos encanta para comerla sola o para preparar un sinfín de postres.
Aunque, a veces, las que parecían que iban a ser unas fresas sabrosas, nos decepcionan al llegar a casa y comprobar que no tienen demasiado sabor. Esto puede deberse a varios motivos, como que hayan sido recogidas antes de alcanzar su punto óptimo de maduración para facilitar su transporte y prolongar su vida útil, algo que impide el desarrollo completo de sus azúcares naturales y compuestos aromáticos.
Además, factores como la variedad, el tipo de suelo, las condiciones climáticas y el exceso de riego también pueden afectar negativamente a la intensidad del sabor. Incluso, el consumirlas directamente de la nevera puede afectar a la percepción del dulzor y el aroma dejando una sensación de que tienen poco sabor.
Cómo mejorar el sabor de unas fresas insípidas
Aunque tradicionalmente se ha echado mano del azúcar o de la nata azucarada para aumentar el dulzor de las frutas que no resultan tan dulces como nos gustaría o para compensar una acidez que nos resulta excesiva, existen otro tipo de ingredientes que, añadiendo una pequeña cantidad, pueden potenciar el dulzor natural de las fresas y aportar otros matices que combinan a la perfección con el sabor de estas.
En España no estamos muy acostumbrados a mezclar las fresas con otros ingredientes que no sean lácteos o endulzantes, pero existen unos cuantos que merece la pena probar, como los de la lista siguiente:
- Zumo y ralladura de naranja sin azúcar. Aunque sí es común utilizar las fresas en macedonias con zumo de naranja y azúcar, el zumo de naranja sin añadidos también es efectivo. El ácido cítrico del zumo de naranja actúa como un potenciador del sabor, equilibrando y realzando el dulzor natural de las fresas. Basta con rociar las fresas con un poco de zumo recién exprimido y la ralladura de esta y dejarlas reposar unos minutos para que absorban su sabor. La combinación de estas dos frutas resulta vibrante y es la base de las fresas Romanoff, un postre creado para el zar Alejandro I. Si en vez de naranja se utiliza limón o lima el efecto será más chispeante, como el de una "chuche" ácida.
- Vinagre balsámico. Aunque pueda parecer algo chocante, el vinagre balsámico combina de forma sorprendente con las fresas. Su acidez sutil y su toque dulce natural intensifican el sabor de la fruta, haciendo que sepa más a fruta madura. Es importante usarlo con moderación, solo unas gotas sobre la fruta cortada, y optar por un vinagre de buena calidad, preferiblemente envejecido, para evitar un resultado demasiado fuerte.
- Sal en escamas. La sal es un potenciador natural de los sabores en general y también funciona con las frutas. Una pequeña cantidad de sal marina en escamas ayuda a despertar los receptores del gusto, haciendo que las fresas parezcan más sabrosas y jugosas. Es un truco que funciona muy bien cuando las fresas están algo "sosas", igual que cuando le ponemos un poco de sal al melón para potenciar su sabor.
- Pimienta negra recién molida. Este truco, que es un clásico en la cocina francesa, puede parecer una locura, pero la pimienta negra crea un contraste cálido y picante que resalta la dulzura natural de las fresas. Lo ideal es usar muy poca cantidad y espolvorearla justo antes de servir, para no enmascarar el sabor de la fruta, sino elevarlo con un toque sorprendente.
- Hierbas aromáticas y especias. La menta intensifica las notas frutales y refrescantes, mientras que la albahaca crea un contraste sofisticado que recuerda a algunos postres gourmet. En cuanto a especias secas, la canela, el anís en polvo y la pimienta de Jamaica, pueden aportar matices dulces que resultan muy agradables.
Truco extra: fresas en platos salados
Algo a lo que tampoco estamos muy habituados en España es a que las frutas formen parte de platos salados. Las fresas que no resultan especialmente dulces pueden resultar deliciosas en recetas saladas, donde su acidez y textura juegan a su favor. Su sabor ligeramente ácido y su capacidad para absorber otros aromas las convierte en un ingrediente versátil en la cocina salada, ideal para añadir frescura y contraste a platos más complejos.
Una de las formas más sencillas y eficaces de aprovechar estas fresas menos sabrosas es incorporarlas en ensaladas tanto como ingrediente principal como formando parte de vinagretas. Cortadas en láminas finas o en cuartos, pueden mezclarse con hojas verdes como rúcula, espinacas o canónigos, junto con frutos secos tostados, queso de cabra o feta, y un aliño con base de vinagre balsámico o cítricos. En realidad, es una manera de aplicar de manera práctica todos los trucos del epígrafe anterior.
También pueden utilizarse como guarnición o componente de salsas para platos de carne, especialmente aves como el pato o el pollo. Salteadas brevemente con cebolla morada, vino tinto y hierbas aromáticas, las fresas pueden transformarse en una compota salada que aporta profundidad y un contrapunto afrutado al plato principal. Esta preparación realza su lado ácido y evita que se note la falta de dulzor.
Otra idea interesante es incluirlas en tostas o sándwiches, con ingredientes como queso fresco, aguacate, albahaca fresca y unas gotas de aceite de oliva virgen extra. Esta propuesta funciona especialmente bien como aperitivo o cena ligera, y permite disfrutar de las fresas desde una perspectiva menos habitual, pero igualmente deliciosa.