
Un fregadero reluciente iStock
Ni bicarbonato ni jabón: el truco más fácil para limpiar el fregadero de acero inoxidable y dejarlo ultrabrillante
Cal, restos de jabón y el uso continuado del fregadero hacen que el acero pierda su brillo.
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Sería maravilloso tener en casa una cocina amplia y bonita como la de las revistas, pero hasta la cocina más vistosa pierde presencia con el paso del tiempo si no se le dedica la atención necesaria. Uno de los elementos que más rápido muestran signos de uso es el fregadero que, pese a que se usa para lavar y limpiar cosas, él mismo acaba acumulando más suciedad que otros elementos de la cocina.

Los fregaderos de acero inoxidable son unos de los más valorados por su resistencia y estética atemporal, pero tienden a perder su brillo con el paso del tiempo debido a varios factores. Uno de los motivos principales es la acumulación de residuos minerales presentes en el agua, especialmente en zonas con agua dura. Estos minerales, como el calcio y el magnesio, se depositan sobre la superficie del acero formando una película opaca que reduce su brillo natural, son las antiestéticas y temidas "manchas de cal".
Además, el uso continuo del fregadero con utensilios metálicos o productos de limpieza abrasivos puede generar pequeñas rayaduras. Estos pequeños arañazos no afectan a la estructura del fregadero ni a su utilidad, pero alteran su capacidad para reflejar la luz y es algo que también puede hacer que luzca con un aspecto más apagado que cuando era nuevo.
A esto se suma la posible acumulación de grasa y restos de jabón, que, si no se eliminan adecuadamente, pueden dejar una pátina mate sobre la superficie. Incluso el contacto con nuestras propias manos también puede reducir el brillo, ya que los aceites naturales de la piel se transfieren al metal dejando nuestras huellas impresas.
Mucho menos frecuentes son las manchas que pueden aparecer por la reacción del acero con ciertos productos químicos, como los presentes en algunos detergentes muy agresivos o limpiadores con cloro como la lejía.
Las manchas de cal en el fregadero
Suena paradójico que el agua que utilizamos para limpiar nuestros objetos, a su vez, pueda dejar manchas. Esto sucede porque el agua contiene sales y minerales disueltos que, en su mayoría, circulan con ella y se van por el desagüe siguiendo su camino hacia una estación depuradora de aguas residuales.
Pero hay una sustancia que es un poco especial. A diferencia de otras, la cal se disuelve menos o peor en agua caliente que en agua fría. En el fregadero o en los electrodomésticos que se usan con agua caliente como cafeteras, lavadoras o lavaplatos, parte de la cal que viene disuelta en el agua fría no es capaz de permanecer disuelta cuando aumenta la temperatura, lo que hace que comience a cristalizar y adherirse al fregadero o a cualquier superficie de contacto.
Además, el agua caliente se evapora más rápido que el agua fría. Este proceso de evaporación acelera la concentración de minerales en la película de agua que queda sobre el acero, y al secarse, deja esa capa blanca o amarillenta característica de la cal. Estas manchas no solo afectan la estética del fregadero, sino que también pueden ser difíciles de limpiar si se deja que se acumulen durante mucho tiempo.
En zonas con aguas duras, este fenómeno es aún más evidente, ya que la concentración de minerales es mayor y las manchas aparecen más rápido. Por ello, es recomendable secar bien el fregadero después de cada uso y, en lo posible, usar agua templada o fría para el enjuague final, con el fin de que se lleve consigo la mayor cantidad de cal.
El sencillo truco para devolver el brillo al acero del fregadero
Para una mancha como la que nos ocupa, lo que más nos ayuda es un ácido que pueda reaccionar con ella "aflojándola" de la superficie, para que la podamos retirar sin hacer el esfuerzo de dejarnos el brazo frotando con el estropajo.
Así pues, como lo que necesitamos es frotar con un líquido ácido, las manchas de cal se limpian bien con vinagre, zumo de limón, con un refresco de cola o, incluso, con agua con gas. Un error que cometen muchas personas en España es pensar que si utilizan también bicarbonato, la limpieza será más fácil y efectiva, pero esto no es así. Aunque veamos que se produce una efervescencia que parece indicar que la mezcla "está actuando", lo que sucede es que ambas sustancias (ácido y bicarbonato) están reaccionando entre sí y neutralizándose. Ambos productos son más eficaces si se utilizan por separado.
Podemos preparar un quitamanchas casero para eliminar las manchas de cal del acero mezclando medio vaso de vinagre blanco o de limpieza, medio vaso de agua fría o templada y el zumo de un limón, que dejará un aroma más agradable. Para que sea más fácil de aplicar, podemos poner la mezcla en una botella con pulverizador.
Para aplicarlo, pulverizamos la mezcla sobre toda la superficie del fregadero y del grifo, asegurándonos de que el producto llega a todos los rincones e insistiendo en las zonas en las que haya manchas visibles. Dejamos actuar durante unos minutos y frotamos con un estropajo no abrasivo. Una vez eliminada la incrustación de cal, secamos bien la superficie y frotamos con un paño seco para sacarle brillo.