Una niña palestina reacciona mientras espera recibir comida de un comedor social, en medio de una crisis de hambre, en la ciudad de Gaza , el 22 de julio de 2025

Una niña palestina reacciona mientras espera recibir comida de un comedor social, en medio de una crisis de hambre, en la ciudad de Gaza , el 22 de julio de 2025 Reuters

Actualidad gastronómica

José Andrés se sincera tras verse obligado a dejar de cocinar en Gaza: "Queremos preparar un millón de comidas al día"

El chef y fundador de la ONG World Central Kitchen ha demandado una mejor gestión de la ayuda humanitaria en Gaza a través de una columna en el New York Times.

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El chef José Andrés, conocido tanto por su talento culinario como por su activismo humanitario, ha alzado nuevamente la voz ante la situación que se vive en Gaza, la crisis humanitaria más devastadora del siglo XXI después de la II Guerra Mundial y la más grave desde el comienzo de la ocupación israelí en 1967.

La cifra de palestinos asesinados por Israel ya supera los 60.000, según informa el Ministerio de Salud del enclave. Entre las víctimas están también las personas fallecidas por hambruna, más de 130.

El bloqueo de los corredores humanitarios ha hecho que la situación se agrave en los últimos meses: según la UNRWA, la desnutrición en niños menores de cinco años se duplicó entre marzo y junio.

Ante este panorama, el fundador de la ONG World Central Kitchen que ha dispuesto de un equipo y ayuda desde el comienzo del conflicto, ha hecho un nuevo llamamiento urgente, directo y profundamente humano con el fin de solventar la catástrofe evitable a la que se enfrentan millones de personas.

“Queremos preparar un millón de comidas al día”, ha declarado Andrés, en una columna publicada en el New York Times, tras verse obligado a suspender temporalmente las operaciones de cocina en Gaza por segunda vez este año debido a la escasez extrema de ingredientes.

La organización, que ha servido más de 133 millones de comidas desde el inicio del conflicto, enfrenta desafíos crecientes para mantener su labor que pasan por garantizar su propia seguridad.

“La hambruna en Gaza no es una consecuencia de la naturaleza. Es una catástrofe provocada por el hombre”, sentencia el chef en un texto que ha sido tanto un manifiesto como una denuncia.

En él, Andrés se refiere a la situación como “un punto de inflexión moral” que recuerda a las imágenes de niños desnutridos en Etiopía durante la década de los 80, cuando el mundo, finalmente, decidió actuar.

En Gaza, la urgencia es aún mayor: “Una persona hambrienta necesita comida hoy, no mañana”, subrayó. Según cifras recientes del Programa Mundial de Alimentos, un tercio de la población gazatí ha pasado varios días sin probar bocado, y los casos de muerte infantil por desnutrición aumentan rápidamente.

Cocinar en medio del caos

La cocina humanitaria de World Central Kitchen es un acto de resistencia, compasión y logística milimétrica. Aun así, las dificultades no dejan de crecer.

“Antes del bloqueo, los convoyes apenas sufrían violencia. Después, casi ningún camión llega intacto”, explicó Andrés. La proliferación de bandas armadas y el colapso del tejido social en Gaza han hecho que incluso llegar con comida se convierta en una misión de alto riesgo.

Ante este panorama, el chef plantea una estrategia clara: cinco grandes cocinas seguras que produzcan un millón de comidas diarias, distribuidas a través de cientos de cocinas comunitarias. “Los alimentos preparados no tienen valor de reventa para las mafias”, argumenta, lo que los hace menos susceptibles a saqueos.

Además, aboga por llevar las comidas directamente a los lugares donde se refugia la población palestina, en lugar de obligarlos a recorrer kilómetros hasta centros de distribución peligrosos. “Debemos alimentar a la gente donde está. No podemos esperar más.”

Esta no es solo una misión de WCK, insiste Andrés. Es una tarea que debería compartir toda la comunidad internacional. “Queremos ver a todas las organizaciones humanitarias trabajando con libertad en Gaza, cada una a su manera.”

El chef no esquiva las responsabilidades. Apunta directamente al deber del gobierno israelí como potencia ocupante, según el derecho internacional, de garantizar la supervivencia básica de los civiles. “Algunos dirán que esto no es justo, pero es la ley”, recuerda.

Entiende también el dolor de los israelíes que aún lloran a sus muertos y claman por la liberación de los rehenes. Pero enfatiza que el sufrimiento de un pueblo no puede justificar la inanición de otro. “No queremos discutir quién tiene más culpa. Queremos alimentar a la gente. Y lo queremos hacer ya.”