
La cocina napolitana viaja hasta Conil de la mano de los hermanos Figurato.
El hotel de Conil con una de las mejores pizzerías de Europa: usa productos locales
Roots y Salamar, los dos restaurantes del hotel Daia Slow Beach Hotel Conil, cuya oferta culinaria ha sido curada por los hermanos Vittorio y Riccardo Figurato.
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Los hilos del turismo consciente, la cocina local y la excelencia internacional son los pilares sobre los que se sustenta el Daia Slow Beach Hotel Conil.
Este hotel solo para adultos late al ritmo del movimiento Slow Food, al que se ha adherido recientemente, reafirmando su compromiso con la sostenibilidad, el producto local y una forma de vida que privilegia el disfrute sin prisas.
Slow Travel, Slow Food, y sabor andaluz
Defensor del slow travel, esta filosofía se materializa en cada rincón del establecimiento: desde su arquitectura integrada en el paisaje hasta su carta de restaurantes, donde cada plato narra una historia de cercanía, respeto al producto y amor por la tierra.

Los hermanos Figurato, detrás de la propuesta de Daia Slow Beach Hotel Conil
Esa historia se cuenta en dos voces gastronómicas muy singulares: Roots y Salamar, los dos restaurantes del hotel, cuya oferta culinaria ha sido curada nada menos que por los hermanos Vittorio y Riccardo Figurato.
Los napolitanos, al frente de Fratelli Figurato y otros restaurantes de éxito en Madrid, acaban de ser reconocidos internacionalmente por la guía 50 Top Pizza 2025 como referentes de la pizza napolitana fuera de Italia.

El restaurante Roots.
En Roots, el restaurante que rinde homenaje al concepto farm to table, la autenticidad no es un eslogan, sino un compromiso. Aquí, cada pizza nace de una masa madre trabajada con paciencia y cocida en horno de leña, como manda la tradición napolitana.
Pero la esencia es andaluza: los ingredientes provienen de huertas ecológicas locales, con verduras de temporada, aceitunas autóctonas y quesos artesanos. La pizza, lejos de ser un producto importado, se convierte en un lienzo donde se encuentran la técnica italiana y el sabor del sur español.
Salamar, por su parte, encarna el espíritu del beach house relajado, donde el Mediterráneo se sienta a la mesa. Aquí, el pescado fresco de lonjas cercanas se integra con propuestas que homenajean a Nápoles desde Andalucía.
Un ejemplo es la Diavola Ibérica, una pizza audaz con chorizo ibérico, aceituna verdial cultivada en la región y queso curado de cabra. Un maridaje inesperado, pero profundamente armonioso, que condensa el alma del lugar: fusión sin artificios, sabor con raíces.
24 productores, un solo propósito
El hotel trabaja con 24 pequeños productores de la región, desde agricultores hasta pescadores, consolidando una cadena de valor que respeta al productor, reduce la huella ecológica y celebra la riqueza del entorno gaditano.
Esta colaboración con el tejido local trasciende la cocina: es una declaración de intenciones. Aquí, cada ingrediente tiene nombre, origen y temporada.
Más que un hotel, una forma de vivir
La reciente adhesión a la red Slow Food no es casualidad, sino consecuencia natural de una filosofía coherente: Daia Slow Beach Hotel Conil no vende estancias, ofrece experiencias transformadoras.
Un modelo que pone en valor lo esencial: el producto, el entorno y las personas. Y entre las brisas marinas y los aromas de masa fermentada, uno descubre que la excelencia no siempre está en lo lejano. A veces, basta con mirar al huerto de al lado o al horno encendido.