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La Jungla / Social

La vida de un juez no es tan idílica como te imaginas

En la Jungla. Uno puede pensar que ser juez es tener la gran vida. Sí, tienes que aprobar unas oposiciones muy complicadas, pero luego tienes reconocimiento social y un sueldo para pagarte una casa en Bel-Air. Sin embargo, no todo es tan bonito.

27 agosto, 2018 10:04

Para toda una generación, el primer vistazo a la vida de un juez fue la del tío Phil en el Príncipe de Bel-Air. Y, madre mía, ese señor lo tenía todo: un casoplón en un barrio de lujo de Los Ángeles, un mayordomo y tiempo suficiente para hacerse cargo de un hijo tonto y de un sobrino un tanto disfuncional. Eso era la vida. Bueno, igual la familia no tanto, pero todo lo demás sí.

Dinero (aunque seguramente no tanto como para pagarte una mansión en Bel-Air) y prestigio. Tener un hijo o hija juez es uno de los sueños de muchos progenitores. Sin embargo, esta vida idílica que muchos imaginamos. Ser juez no es sentarte a que te cuenten una historia, decidir si es culpable o inocente y dar un martillazo. También tiene un lado menos bonito.

Lady Crocs -una jueza de muy recomendable seguimiento, ya que habitualmente aclara o matiza conceptos jurídicos de actualidad que las redes y los políticos desvirtúan y que los medios no acertamos a aclarar, junto a otros como Lapelo o JudgeTheZipper- ha querido explicarnos ese lado menos glamuroso de la vida del jurista: