Dr. García del Olmo, Jefe de Departamento de Cirugía en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Director de la Unidad de Terapia Celular del IIS-FJD

Dr. García del Olmo, Jefe de Departamento de Cirugía en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Director de la Unidad de Terapia Celular del IIS-FJD

Reportajes

El doctor murciano Damián García, quiso “curar con las manos” y acabó cambiando la forma de tratar el cáncer

Su labor le ha llevado a coordinar una red nacional de terapias avanzadas. Este jueves recibirá un galardón, por su excelencia profesional, durante la gala de los Premios Envasador que se celebran en la UMU y que organiza Sonoco.

Más información: El futuro de las células madre como herramienta quirúrgica

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Cuando Damián entró por primera vez en un quirófano, aún era estudiante de tercero de Medicina en la Universidad de Murcia. Aquella noche, rodeado de materiales y de un equipo que curaba literalmente con las manos, decidió que su vida iría por ahí. “Fue un flechazo”, recuerda hoy el doctor Damián García del Olmo, jefe del Departamento de Cirugía del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz y director de la Unidad de Terapia Celular del IIS-FJD.

De ese flechazo juvenil nace una trayectoria que ahora recibe un nuevo reconocimiento. En los Premios Envasador, organizados por la multinacional Sonoco, en colaboración con la Universidad de Murcia (UMU), este facultativo murciano será premiado el jueves por su excelencia y su liderazgo al frente de unidades punteras de cirugía y medicina regenerativa.​​

Nacido en la capital del Segura y formado en la Facultad de Medicina de la UMU, García del Olmo siempre ha considerado la Universidad de Murcia como su “alma máter”. Allí se licenció, se doctoró y empezó a dar sus primeros pasos como docente, antes de trasladarse a Madrid, donde construyó una carrera que le ha situado entre los cirujanos generales y del aparato digestivo más reconocidos del país.

Actualmente es catedrático de Cirugía de la Universidad Autónoma de Madrid y dirige el Departamento de Cirugía de la Fundación Jiménez Díaz, un hospital de referencia nacional.​​

Sin embargo, cuando se le pregunta qué ha sido lo más difícil de su carrera, no habla de cargos, ni de cátedras, ni de jefaturas. “Lo que más esfuerzo me ha requerido es entender el sufrimiento humano”, explica, destacando que el verdadero reto ha sido aprender a acercarse al hombre enfermo, a comprender la enfermedad y a acompañar a pacientes y familias en momentos de enorme fragilidad.​

En su dilatada trayectoria, hay un caso que marcó un antes y un después: una mujer con enfermedad de Crohn y una fístula que no cicatrizaba con ningún tratamiento. A principios del 2000, empezaban a aparecer las posibilidades de las células madre mesenquimales, y su equipo trabajó para encontrar una salida para esta paciente que sufría y veía su vida condicionada por una herida que no cerraba.​​

Damián García del Olmo en una entrevista en el hospital, donde explica cómo las terapias con células vivas podrían cambiar el tratamiento del cáncer.

Damián García del Olmo en una entrevista en el hospital, donde explica cómo las terapias con células vivas podrían cambiar el tratamiento del cáncer.

Damián García del Olmo recuerda que "primero vinieron los estudios en animales, para comprobar si aquellas células tenían realmente capacidad de curar tejidos dañados".

Después, los permisos éticos, la regulación y finalmente: "Se produjeron ensayos en humanos que terminaron demostrando que era posible utilizar células vivas, como medicamento para cicatrizar fístulas perianales complejas". De este trabajo ha derivado el primer fármaco de terapia celular autorizado en Europa para este problema, un hito que ha situado a su grupo como referencia internacional en medicina regenerativa.​​

Desde hace años, el doctor García del Olmo investiga también en un terreno que está cambiando la oncología: la biopsia líquida y el ADN tumoral circulante. Este facultativo resume de forma sencilla en qué consiste esta investigación: conocer las “entrañas” del cáncer, sin necesidad de arrancar un trozo del tumor, solo con una muestra de sangre u otro fluido. En vez de pinchar cada semana el hígado o el pulmón de un paciente, basta un análisis sanguíneo seriado, para ver cómo evoluciona el tumor y si responde a los fármacos -o no-.​​

Esto se relaciona con la teoría de las “genometástasis”, que estudia cómo los ácidos nucleicos que circulan en la sangre pueden influir en la progresión del cáncer. Es un cambio de paradigma que, en su opinión, ya está transformando el diagnóstico y el seguimiento del cáncer colorrectal, acercando una medicina mucho más personalizada y menos agresiva.​​

Si algo preocupa ahora a este eminente cirujano, no es tanto descubrir nuevas terapias, como lograr que estén al alcance de todos los pacientes que las necesitan. “Nuestro trabajo principal está en conseguir una buena producción celular”, según reflexiona, en alusión a la necesidad de asegurar que haya suficiente capacidad para fabricar estos medicamentos avanzados con garantías y de manera equitativa.

No se trata solo de dinero; los obstáculos son regulatorios, organizativos y de modelo: cómo producir algo tan delicado como una terapia celular en pocos centros, pero que llegue a todo el país.​​ Por eso, el doctor García del Olmo  coordina la Red de Terapias Avanzadas en España: una estructura que pretende articular una producción y distribución de estos tratamientos en todo el territorio, con Murcia como uno de sus nodos relevantes.

Aquel desafío, salvando las distancias, le recuerda "a los primeros años de los trasplantes de órganos": un avance que obliga a repensar la logística, la regulación y la forma de trabajar de todo el sistema sanitario.​​ A pesar del brillo científico de sus proyectos, García del Olmo insiste en que la parte más dura de su trabajo no está en el laboratorio ni en el quirófano. "Lo verdaderamente difícil es enfrentarse al sufrimiento de un paciente con cáncer y de su familia, y encontrar la manera de comunicar, acompañar y aliviar también desde la palabra".

Cada vez se habla más de resultados en salud, pero él recuerda que la “experiencia del paciente” es igual de importante: cómo se siente esa persona cuando recibe un diagnóstico grave y qué puede hacer el equipo médico para que no se sienta sola.​​ Por eso en su servicio se forman y hablan continuamente de cómo llegar mejor a las personas, cómo “entrar” en la cabeza del paciente, "empatizar" y "ajustar" el trato a cada historial clínico y personal. En un contexto en el que la tecnología parece ocuparlo todo, su discurso devuelve al centro la dimensión humana de la medicina.​

El círculo se cierra

Cuando Sonoco le comunicó que sería galardonado en los Premios Envasador, confiesa que primero sintió "sorpresa" y luego "ilusión". Le llamó la atención que una multinacional ligada al mundo del envase, la alimentación y la sostenibilidad se fijara en un cirujano que trabaja con terapias celulares, pero pronto encontró el puente: tanto en la industria conservera murciana como en su unidad: "El envase lo es todo".

Sus medicamentos celulares necesitan “embalajes” extremadamente precisos, adaptados a la vida real de cada producto, igual que los agricultores de la huerta necesitan envases ajustados a la naturaleza de cada fruto que sale al mundo.​​

Para él, que la Universidad de Murcia acoja la ceremonia tiene un valor emocional añadido. “Murcia es mi alma máter”, repite con emoción en la voz, y se declara orgulloso de que sea precisamente esa institución docente la que albergue su reconocimiento a una trayectoria que nació en sus aulas y hoy se despliega en un hospital madrileño -conectado a redes internacionales-.

En el fondo, este premio cierra un círculo: el estudiante que se enamoró del quirófano vuelve a casa este jueves, convertido en un referente que no ha dejado de trabajar de la misma forma durante décadas: "¿Cómo curar mejor? Con ciencia, con técnica y, sobre todo, con humanidad".