
Un Mosso d’Esquadra, durante un dispositivo especial enmarcado dentro del 'Plan Kanpai'.
La Policía para una 'okupación' de inmigrantes en Mataró y una "turba" la emprende a cócteles Molotov: "Es la ley de la selva"
La capital del Maresme encadena su semana más tensa en años: asambleas vecinales, cargas policiales y un barrio dividido entre el hartazgo y la exclusión.
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Hace una semana que Mataró comenzó a vivir noches de fuego y disturbios en el barrio de Cerdanyola. Lo que en un principio no era más que una intervención policial rutinaria para evitar una ocupación ilegal ha desencadenado una espiral de violencia urbana sin precedentes recientes en la capital del Maresme. Contenedores en llamas, cócteles incendiarios de fabricación casera, pedradas y enfrentamientos con las fuerzas del orden forman ya parte del paisaje nocturno de una ciudad que parece haber perdido el control sobre una parte de su territorio.
Los disturbios comenzaron el miércoles de la semana pasada, cuando dos hombres, uno de ellos reincidente, intentaron ocupar un piso en la calle València de la ciudad. La intervención policial terminó con uno de ellos detenido tras resistirse a los agentes lanzándoles gas pimienta. En respuesta, y durante las madrugadas siguientes, decenas de jóvenes incendiaron contenedores y vehículos, obligando a los Mossos d'Esquadra y a la Policía Local a desplegar un dispositivo conjunto.
El epicentro de la violencia, según relatan fuentes policiales a EL ESPAÑOL, se localiza en torno a la plaza Onze de Setembre, donde este lunes por la noche volvieron a concentrarse unas 60 personas. Varios de ellos utilizaron artefactos incendiarios caseros del tipo conocido como "cóctel MacGyver", una variante del clásico cóctel Molotov elaborada con líquido inflamable y papel de aluminio. El objetivo era claro: incendiar, provocar, expulsar a las autoridades.

Resultado de los disturbios durante la pasada madrugada del lunes en Mataró.
"Se han embalado, lanzando objetos contra los agentes y quemando contenedores", explica otra fuente de los Mossos. "El lunes por la noche se ha detenido a un menor por daños, atentado contra la autoridad y desórdenes públicos. Hay otros cuatro detenidos por Policía Local y es bastante probable que haya más detenidos en las próximas horas", añade.
'La peor noche'
Durante toda la noche, los servicios de emergencia recibieron avisos constantes: fuego en el paseo Ramon Berenguer III, más contenedores ardiendo en la calle Rosselló, la avenida de la Gatassa, la plaza del mismo nombre, la calle Lapidario… incluso un colchón ardió en plena vía pública. La intervención de los Bombers de la Generalitat se vio dificultada por los propios alborotadores, que no dudaron en lanzarles huevos, frutas y otros objetos mientras intentaban sofocar las llamas.
"La del lunes fue la peor noche desde que empezó todo esto", reconocen las mismas fuentes policiales. La tensión alcanzó su punto máximo cuando la policía entró en acción para dispersar al grupo. Los jóvenes respondieron con violencia, obligando a los Mossos a extender el dispositivo a casi todas las calles aledañas a la plaza Onze de Setembre. Según datos municipales, se han quemado 25 contenedores, cada uno valorado en 1.900 euros.
A pesar de la contundencia de la intervención policial, los disturbios no ceden. La comparación con los recientes altercados en el barrio de la Font de la Pólvora de Girona, tras la detención de un menor, o con los días de caos en Salt tras el desalojo de una casa ocupada, es inevitable. En Cataluña, la violencia como respuesta a las actuaciones policiales se ha convertido en un patrón que inquieta a las autoridades.
En el fondo, sin embargo, late una tensión estructural. Ayer por la tarde, horas antes de los enfrentamientos más graves, el Sindicat de l’Habitatge [sindicato de la vivienda] celebró una asamblea abierta en la plaza de Can Morros, donde reclamaron soluciones a la crisis habitacional que sufre el barrio. "Más vigilancia y persecución policial no resuelven los problemas del barrio", denunciaron. Desde la Associació de Veïns, en cambio, se condenan los actos vandálicos y se exige un plan integral para combatir la pobreza, la exclusión social y el incivismo.

Asamblea abierta en la plaza de Can Morro organizada por el 'Sindicat d’Habitatge' de Mataró.
Reacciones y justificaciones
Este martes, el alcalde de Mataró, David Bote (PSC), ha comparecido ante los medios para asegurar que el dispositivo policial "se mantendrá mientras sea necesario". "Los hechos delictivos o vandálicos no tienen cabida en Mataró", afirmó con rotundidad. Bote considera que los hechos tienen dos desencadenantes claros: el intento de ocupación frustrado del miércoles y el papel de "gente muy vinculada a la defensa de las políticas de vivienda", en referencia velada al Sindicat d'Habitatge, con quienes asegura haber tenido enfrentamientos previos.
De hecho, los altercados de este lunes se produjeron justo después de una asamblea convocada por el colectivo. Si bien desde el sindicato afirman que la reunión fue pacífica, los primeros incidentes —según fuentes de Bombers— comenzaron poco después de las 21:15, cuando un contenedor fue incendiado y los bomberos, al llegar, fueron atacados con objetos. Esto desencadenó la intervención policial.
En declaraciones a la Agència Catalana de Notícies, Pilar Sánchez, portavoz del Sindicat d’Habitatge, reconoció que el barrio "está muy caldeado" y que los conflictos "estaban a punto de estallar desde hace tiempo". Para Sánchez, el detonante no es otro que la falta de acceso a la vivienda y la creciente tensión social en la zona.

Un bombero, durante una de las tres intervenciones que realizaron en Mataró durante la pasada madrugada del lunes al martes.
La situación también ha provocado, como era esperado, diversas reacciones políticas. Ignacio Garriga, líder de Vox en Cataluña, se desplazó a Mataró y vinculó los disturbios a la inmigración. El alcalde Bote, por su parte, ha lanzado un mensaje a "quienes están utilizando el miedo para generar todavía más confusión e incertidumbre". En plena Semana Santa, ha pedido "respeto y convivencia" y ha llamado a cesar los actos violentos "desde el respeto, a quienes están alentando estas actitudes".
También se ha pronunciado el presidente del PP en Mataró, Cristian Escribano, quien ha denunciado que "la ley de respeto que nos hemos dado entre todos ha sido sustituida en muchas calles por la ley de la selva". Su partido ha exigido un refuerzo inmediato del control policial y la comparecencia urgente de la consellera de Interior en el Parlament para dar explicaciones.
Fuego sin apagar
Mataró aparece así como una ciudad fracturada: entre quienes piden orden y quienes exigen justicia social. Entre los que sufren los efectos inmediatos del vandalismo –coches calcinados, calles bloqueadas, miedo en el vecindario– y quienes denuncian que todo esto no es más que el síntoma de una enfermedad más profunda: la desigualdad estructural, la falta de vivienda asequible, la marginación de barrios enteros.
Como resultado de los sucesos, cinco personas han sido detenidas en cinco días. Una de ellas, reincidente, había intentado ya ocupar otro inmueble en la zona. El último, un menor. Las autoridades no descartan nuevas detenciones. Los Mossos y la Policía Local se preparan para una nueva noche. Mientras tanto, Mataró arde.