Las agresiones sexuales que han tenido lugar durante el fin de semana de sanfermines han teñido de vergüenza la fiesta. Tal y como indica Pilar Mayo, técnico de Igualdad en el Ayuntamiento de Pamplona, no se trata de casos aislados y tampoco de un año particularmente distinto a otros. Los abusos a mujeres vienen siendo recurrentes, aunque es la primera vez que salen claramente a la luz.

El secretismo que rodea estos ataques, por miedo seguramente a que dañen la imagen de los sanfermines, ha permitido que se haya minimizado el problema. Los abusos que han tenido lugar en Pamplona, en especial la violación de una joven por parte de cinco hombres, recuerdan dolorosamente a los ataques que tuvieron lugar durante la celebración del Año Nuevo en Colonia. No sólo dan una imagen lamentable de España (varios medios internacionales se han hecho eco de estos sucesos) sino que reflejan un grave problema social.

Resulta inadmisible que en pleno siglo XXI las mujeres no puedan disfrutar de una fiesta popular sin temor a que su seguridad y sus derechos sean vulnerados. Que estos abusos no vuelven a repetirse el próximo San Fermín no es sólo responsabilidad de las autoridades o del Ayuntamiento, que preside Joseba Asirón, sino de toda la sociedad.