Image: El invierno de mi desazón

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Novela

El invierno de mi desazón

John Steinbeck

26 septiembre, 2002 02:00

John Steinbeck

El Aleph, 2002. Traducción de Miguel Martínez-Lage. 400 páginas. 18"50 euros

Sin prisa pero sin pausa, vienen publicándose en los últimos años algunas de las obras menos conocidas del premio Nobel norteamericano John Steinbeck, autor, entre otras, de Las uvas de la ira, Al este del Edén o La perla.

Viajes con Charley y República busca rey son algunos de los títulos recientemente editados. Se echaba en falta que en este año del centenario del nacimiento de Steinbeck no se hubiera publicado ninguna de sus obras. Ahora se acaba de traducir por primera vez al castellano su última novela, El invierno de nuestro descontento (1961). El germen de la obra se encuentra en un relato publicado en marzo de 1956 en Atlantic Monthly titulado "Cómo robó un banco el señor Hogan", en el que pretendía demostrar la pérdida de valores que atravesaba la sociedad norteamericana. Su postrera novela era, en sus propias palabras, "un libro extraño que sigue su propio camino, algo de Kafka, algo de Booth Tarkington con mi propia aportación."

La acción se inicia en la Semana Santa de 1960 en New Bayton, estado de Nueva York. Ethan Allen Hawley trabaja como encargado en la tienda que durante generaciones perteneció a su familia, pero se ve obligado a venderla a un emigrante siciliano, Marullo. Ethan está casado y tiene dos hijos. El día de Viernes Santo intentan sobornarle para que la que la tienda adquiera todos los productos en un proveedor determinado; el director del banco pretende que invierta los 6.500 dólares que acaba de heredar su mujer; una de las jóvenes más atractivas del pueblo, Margie, quiere seducirle; un grupo de accionistas intenta convencerle para que participe en un negocio para lo que necesitan los terrenos de su amigo Danny; y se entera de que Marullo es un emigrante ilegal. Por si fuera poco, comienza a urdir un plan para asaltar el banco. Los acontecimientos de la Semana Santa han derivado en el apresamiento de Marullo; uno de sus hijos se hace cargo de la tienda; su amigo Danny se suicidó dejándole a él como heredero universal; la relación con Margie se hace más íntima; y su hijo ha ganado un concurso literario sobre el tema "Amo America". La hija ha denunciado a su hermano por plagiar el relato del concurso y los organizadores le han retirado el premio. Ethan recrimina a su hijo por el plagio y él le contesta que todo el mundo hace lo mismo, incluso los poderosos. Ethan se replantea la mentira de su vida, como es lo que ha trasmitido a su hijo y tiene la intención de suicidarse... pero en el último momento se arrepiente y decide comportarse según los valores morales de antaño.

La evolución narrativa de Steinbeck queda clara en esta novela. Desestima el tipo de personaje marginal y rebelde prototípico de sus "novelas proletarias" -las escritas durante los 30- y se centra en lo que pudiéramos denominar el ciudadano medio norteamericano y las inquietudes de la clase media. El determinismo fatalista de, por ejemplo, la primeriza Taza de oro, ha desaparecido por completo y la desesperación y pesimismo de sus obras más populares ha derivado hacia una visión más optimista del hombre, un giro conceptual que se había iniciado en Al este del Edén. Volvemos a encontrar ciertos recursos que constituyen la auténtica "marca de agua" de sus novelas, el simbolismo y la alegoría, cuya función, como en A un dios desconocido o Dulce Jueves, es eminentemente moralizante. Es la intención de Steinbeck en esta obra, actuar como una suerte de moral de la sociedad norteamericana que parece haber perdido el rumbo. El optimismo social de los norteamericanos tras la II Guerra Mundial, cuando valores como la democracia o solidaridad ilusionaban y presagiaban la sustanciación del "sueño americano" parecen haberse esfumado. Steinbeck, siempre preocupado en denunciar las perversiones sociales, no pierde la ocasión de manifestar una pesimista desilusión con el estado putrefacto de la sociedad de su tiempo, preocupada fundamental y exclusivamente por los valores materiales en perjuicio de los espirituales.