Sonsoles Ónega / Foto: Javier Ocaña.

Sonsoles Ónega / Foto: Javier Ocaña.

Letras

'Las hijas de la criada', el Premio Planeta de Sonsoles Ónega: dos mujeres tristes en un mundo de hombres

La autora supedita todo su afán a un argumento sobrecargado de sucesos e infortunios, de tal modo que los elementos folletinescos se imponen, y los excesos restan verosimilitud a la historia.

5 diciembre, 2023 02:12

“Recuérdalo tú y recuérdalo a otros”, dice la cita de Luis Cernuda con la que arranca la lectura de Las hijas de la criada (Premio Planeta, 2023), a la que sigue otra cita de Cicerón: “porque la vida de los muertos consiste en la memoria de los vivos”. Este recorrido de la memoria lo persigue Sonsoles Ónega (Madrid, 1977), reconocida periodista y escritora empeñada en alimentarse de un oficio que le lleva a rastrear sucesos y a servirse de lo anecdótico para transformarlo en material narrativo.

En esta ocasión la novela insinúa en su título una trama de corte melodramático cuyo desencadenante se narra en las primeras páginas: una noche de febrero de 1900, a la misma hora, en un pazo gallego, señora y criada se ponen de parto. A la primera le atenderá una partera ciega que será su ama de cría, la segunda dará a luz ella sola, rodeada de circunstancias adversas, lo que hará que en un golpe de ira y de afán por vengar su suerte, intercambie a las dos niñas determinando la vida y los destinos de ambas, Clara y Catalina.

Confiesa la autora, en las breves palabras que suceden a la lectura, que esta es una de esas historias que bien podrían seguir escondidas durante siglos tras los muros de un pazo como el del “Espíritu Santo”, en un rincón de Galicia como el de “Punta do Bico”, en los márgenes de la provincia de Pontevedra.

Las hijas de la criada 

Sonsoles Ónega

Premio Planeta 2023 Planeta, 2023 476 páginas. 22,90€

Confiesa haber querido rendir “íntimo homenaje” a mujeres “desconocidas e ignoradas”, “pobladores de fábricas”, “almas solitarias en puertos y muelles”. Confía en que este relato, envuelto en material documentado en la historia social de la época, y aderezado con ingredientes del subgénero narrativo sentimental y de costumbres, sirva a un doble fin: informar y entretener. Informar de cómo se creó el imperio de los Valdés en Cuba, de los amores atravesados en la familia, de la relación entre señoras y criadas y de la sumisión de estas últimas a sus amos; de cómo la saga familiar está determinada por el matriarcado, del imaginario que ocupa la memoria y las tradiciones gallegas, de los hechos históricos que salpicaron el siglo XX español desde el desastre de Cuba y Filipinas.

Para ello supedita todo su afán a un argumento sobrecargado de sucesos e infortunios, de tal modo que los elementos folletinescos se imponen, y los excesos restan verosimilitud a la historia de mujeres capaces de sobreponerse a un sinnúmero de obstáculos sin el auxilio de los hombres de su entorno. Ocurre algo similar con los personajes: hay un importante despliegue de tipos humanos, pero el exceso no permite profundizar en quienes sostienen el interés de la intriga, que es parte importante de la trama.

En este argumento sobrecargado de sucesos e infortunios, los elementos folletinescos se imponen

En realidad todo el argumento es un largo periplo que va y viene en el espacio y en el tiempo para contarnos los orígenes de la fortuna de los Valdés en Cuba, la maldición que persigue a la familia, el matrimonio de Gustavo con Inés, la recuperación del pazo con “los demonios alojados en él”. Y en ese ir y venir (del negocio de la caña de azúcar al de las conserveras, de las costumbres y las modas a un lado y otro del Atlántico, de los tres hijos de ambos y “la hija de la criada”) se teje la historia de las dos niñas a lo largo de más de sesenta años.

Frente a este despliegue merece la pena resaltar dos ideas que atraviesan el conjunto y realzan el esfuerzo por estrechar su sentido: la obstinada persecución de la memoria, en busca de “la verdad”, “único lugar en el que merece la pena habitar”. Y, ante la adversidad, siempre el consuelo de que “seguirá habiendo mar para todos”.